SECRETOS

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Cinco años atrás, un 24 de Octubre, un día antes la motocicleta de Max había amanecido completamente desmontada frente a su casa. James le había jugado la broma del siglo pero eso no se quedaría así.

- Entra. – Ryan la empujó para que pasara. Apenas tenía dieciséis pero tenía un buen culo y senos deseables. Ryan cerró la puerta de la habitación y en esta había tres hombres más.

- ¡Tómate otra, no seas marica! – rió Alex.

- ¿Marica yo? – Max lo empujó con fuerza. – mide tus palabras imbécil. – le reprochó. Había tomado más de la cuenta, como nunca en su vida en ese momento y retado por Alex se tomó otra botella de Whisky entera.

- Ya, joder. . . si salimos manejando así nos quitarán las motos. – protestó Chas.

- Heyyy Alex, tranquilízame a la mariquita de Chas por favor. – esta vez Ryan lo empujó con fuerza apartándolo. – Mira a quien traje. – sonrió.

- Vaya vaya ¿la hermana del perdedor? – preguntó Max divertido.

- Exacto. – contestó Ryan. La sostuvo del brazo para luego tumbarla sobre la cama. – Dime que no está buena.

- No podría. – negó Max mirándola sin descaro alguno. No era de su tipo pero esa noche solo le provocaba coger. – Mierda. . . - farfulló. - ¿Cómo es que no te invite a mi cama antes?

Todos rieron, incluso Chas hizo una mueca. Alex sacó otra botella de Whisky e intentó tomar de ella pero Max se la arrebató. Tomó de ella un pequeño fragmento y luego la regó sobre el escote de Andrea, succionó sobre su pecho lo que quedaba.

- Sabe tan bien - le dijo a los otros. Ella solo cerró los ojos y tragó saliva e hizo fuerza en los brazos para intentar soltarse. – Hey, bonita. . .cálmate . . . - le sonrió. Ryan también se inclinó y probó Whisky entre sus senos y ahí fue cuando ella perdió por completo el control.

- ¡Suéltenme! – gritó con el miedo poblado entre sus ojos y agudizado en su voz. - ¡Por favor, suéltenme! – les pidió. Los ojos se le llenaron de lágrimas.

Pero en vez de soltarla la agarraron con más fuerza entre los tres. Chas sólo se dedicó a observar, no quería ser partícipe de eso, contando con que los demás estaban tan ebrios que apenas podían reconocerse entre ellos. Fue hasta la ventana, encendió un cigarrillo y fumó, fumó y fumó mientras veía los autos pasar por aquella ventana en ese gran edificio de hotel. Fumó y fumó mientras escuchaba los gritos desesperados de Andrea y las risas de sus amigos, fumó más y los gritos se iban apagando y ellos se habían dejado de reír, ella lloraba con el alma pero en silencio, estrujando una almohada en esa cama en la que habían abusado de ella y se habían burlado tal como a una zorra.

Dos días después ella no pudo soportar ni un segundo más ese repugnante recuerdo y se quitó la vida mientras manejaba el auto de James. En ese mismo auto había dejado escrito una carta donde contaba sin nombres lo que había sucedido con ella ese 24 de octubre.




Las lágrimas de Julie cayeron por sí solas, aquella historia había sido la más repugnante y sucia que habían escuchado sus oídos. No lo creería si es que no tuviera las pruebas en sus manos, la carta de Andrea estaba justo en sus ojos.

- ¿Aún crees en él después de esto? – le preguntó James. Una pregunta que la hizo pensar muchísimo pero que ahora podía responder con seguridad, no creía en él. No creería en él ni un segundo más, era un secuestrador, un criminal, un asqueroso criminal que había jugado con sus malditos sentimientos, que la había enamorado tanto que hasta la había cegado, la había hecho creer que lo malo era bueno y que lo bueno no para ella. ¿Cómo creerle a alguien así? ¡MIERDA! le daba tanto asco haber compartido la cama con él todo los días, haberlo besado y decirle sobre todo que lo amaba, le daba tanto asco haber tenido que confiar en él mientras no sabía lo que había hecho en el pasado.

Intentó dejar de llorar pero no podía. Parte de su cuerpo y emociones le pertenecían a él, parte de su vida era él, parte de sus lágrimas eran para él al igual que su corazón.

Esa noche tenía algo en claro, Max la había perdido para siempre.

SECRETOSWhere stories live. Discover now