7

1.2K 65 1
                                    

- ¡HERMANO! – lo saludó Chas. Max lo abrazó de igual manera, sosteniendo las maletas con el otro brazo, la suya y la de Julie.

–Yo te hacía muerto. . . JAJAJAJAJA.

- Ya ves que no. – le negó Max con una gran sonrisa en los labios. Volver a Kingston era volver a su casa, a su hogar, a sus amigos. Viejas anécdotas se le venían en la cabeza, buenas y otras malas. Se adentra a su casa.

- ¡Max! – saludó Alex, un saludo en especial que ellos dos manejaban con las manos. - ¡Coño hasta que apareces! – traía el torso descubierto y dos grandes tatuajes yacían ahí.

- No es para tanto, hace tiempo que no venía a Kingston y quise pasar por aquí.

- Vaya. . . - murmuró Chas, observando por la ventana.

- ¿Qué? – preguntó Max.

- Así que. . . Nick tenía razón. . . - le dijo Chas. Sin perderse nada de lo que estaba mirando. – estás con ella. – Alex le siguió la mirada, de inmediato soltó un silbido. Julie estaba buenísima.

- Mierda - se quejó Max, dejó las maletas en el suelo. Julie aún estaba en el auto, acomodando algunas cosas que se habían desarreglado durante el viaje en su bolso de mano.

- ¿Cuál es tu problema con eso?

- No puede estar aquí bro. - intervino Alex.

- Esta es mi ciudad, mi casa, nada va a pasar mientras yo esté con ella.

- Dices eso con tanta facilidad ¿eh? Seguro te ha hecho perder la cabeza - Alex tomó de su lata de RedBull ya empezada. – no te culpo, está buena.

Max endureció la mandíbula, trató de olvidar el comentario.

- ¿Sabes cuál es el puto problema? Que hemos matado a sus amigas, ese es el problema amigo. – le dijo Chas.

Max miró por la ventana, ¿Julie los recordaría? Por supuesto que si pedazo de imbécil, no debiste traerla aquí.

–El problema es que va a delatarnos cuando lo recuerde.

- Ella sería incapaz.

- Ni siquiera la conoces

- ¡TU NO LA CONOCES! – les gritó. Alex y Chas se quedaron en silencio al ver a Julie entrar por la puerta principal. Max endureció los pómulos. Bajó la guardia. Trató de dedicarle la mejor mirada posible, aunque en el fondo estuviera más cabreado que nunca.

- ¿Todo está bien? – le preguntó entre susurros, solo para sus oídos.

- Si mi amor - le dijo él, casi sin voz. Observó a Chas y Alex, tratando de hablarles con la mirada. No quería peleas con Julie ahí, no con ella.

–Él es Chas y él es Alex - les presentó.

- Un gusto - saludó ella, estirando las manos hacia los dos. Un pequeño destello se abrió en su mente, un recuerdo, ella atada de manos, llorando. Cerró los ojos con fuerza para volverlos a abrir.

Son ellos. . .

Se volteó a mirar a Max, con una mirada llena de pánico, miedo, todo a la vez, él podía entender su mirada por completo, sabía lo que quería decirle.

- Tranquila preciosa - le dijo uno de ellos, el más alto: Alex. – nadie va a hacerte nada.
Ella retrocedió unos pasos, chocando con el torso de Max sintiéndose aliviada por sentirlo cerca y saber que todo andaría bien mientras él estuviera. Max le acarició la cintura, abrazándola.

- Lo pasado es pasado ¿vale? – le dijo Chas. – nadie tiene por qué recordar eso. . .

Y Julie no quiso decir más, todo esto le dolía muchísimo: el secuestro, sus amigas, sus muertes. El simple hecho de saber que estaba junto a los asesinos de ellas, que los conocía, que acababa de darles la mano.

No sabía cómo reaccionar, ella había pedido todo eso, ir para allá y conocer a los amigos de Max, su ciudad, saber más de él. Pronto se pondría a llorar, era débil ante el pasado pues aún le dolía, aunque trataba de ocultarlo.

- ¿Dónde está Ryan? – preguntó Max. Se acercó a agarrar sus maletas tendidas en el suelo.

- Nadie lo sabe – contestó Alex.

SECRETOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora