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Después de cinco días lejos de Jeffrey había vuelto, tuve que volver a California por unos días y lo había extrañado como nunca. Desde que comenzamos a salir (o desde antes) nunca habíamos estado separados. Era imposible estar sin ese hombre a mi lado, extrañaba su voz –aun cuando hablábamos todos los días por video llamada-, extrañaba más sus caricias, sus besos, su maldito toque.

Cuando la puerta se abre sin pensar dos veces empujo mi maleta y salto sobre él, enrosco mis piernas en su cintura y el me sostiene por las nalgas. Busco desesperadamente su boca, necesito sentirlo. Escucho que él cierra la puerta y camina conmigo hacia el sofá.

--A la cama, por favor –susurro sobre su cuello, dejo varios besos allí hasta su oreja. Cuando pasamos por la mesa del comedor saco sus lentes y los dejo allí.-

Sus manos invaden mi vestido y yo sonrío, el tiene las mismas necesidades que yo. Me deja suavemente sobre la cama y besa mi cuello, baja hasta mis senos y yo suspiro pesadamente, diablos, extrañé demasiado esto. Tiro del borde de su camiseta hasta que consigo sacársela, el sin pensar dos veces el me saca el vestido también, su intensa mirada sobre mi cuerpo hace que mis bragas se empapen. Dios mio.

--Diablos... nena –me mira y pasa su mano por su cabello.- ¿Estas segura? Digo, se me va a ser imposible parar...

-- No pares, nunca –suspiro agitada sobre su boca, estoy demasiado excitada para pensar ahora.-

Él vuelve a atacarme con sus besos y siento sus manos recorrer todo mi cuerpo, el se separa un segundo y desabrocha mi sostén, diablos, siento sus labios en mis pezones y mi cuerpo se arquea contra él suyo. Creo que voy a correrme solo con esto. Como si no fuera suficiente, Jeffrey mete su mano bajo mis bragas, mi cuerpo le responde de la única manera posible, gimiendo su nombre una y otra vez. Eso funciona como un estímulo para él porque siento dos de sus largos dedos entrar en mi interior, me muerdo él labio, santo dios, esto es demasiado intenso. Un tercer dedo invade mi interior y sus labios vuelven a atacar mis pechos, mi cuerpo empieza a temblar y minutos después me dejo llevar por un orgasmo. Suspiro satisfecha y cierro mis ojos.

--Santo cielo –susurro y escucho su risa. Veo como el baja sus pantalones seguido de sus boxers, levanto mi mano y la dirijo a su enorme miembro, ¿cómo esa cosa va a entrar en mi? ¿me va a doler? Diablos, obviamente que sí. El se corre hasta sacar su billetera, de donde saca un preservativo. Esto va enserio. Veo como él se coloca el condón y suspiro pesadamente.- ¿Me va a doler? –el ríe y apoya sus codos a mi lado.-

-- Solo relájate –besa mi mandíbula.- Vas a recibirme muy bien y el condón va a ayudar, si? Solo relájate. –yo asiento.-

Siento la punta de su miembro en mi entrada y el besa mi frente, mis párpados, mi mejilla hasta mis labios. Algo se desliza en mi interior y grito, diablos, me duele, me duele mucho. El vuelve a decirme que me relaje y yo asiento, me centro en sus besos  y caricias y dejo de pensar en esa cosa dentro de mi. El comienza a moverse y yo abro como puedo mis piernas, me siento demasiado incómoda, el dolor ya paso, y ojala fuera como esas novelas, donde dicen "el dolor comienza a desaparecer y ahora siento solo placer",-aunque yo no era virgen.- el dolor desapareció si, pero siento una gran incomodidad, me siento demasiado llena. Intento comparar esto con alguna otra cosa pero lo único que me viene a la mente es cuando esta por venirte la menstruación y tienes el vientre hinchado. Absurda comparación.

Escucho sus gemidos en mi oído y mi cuerpo se vuelve a encender, diablos, es demasiado caliente. Una de sus manos se dirige a nuestra zona sur y vuelvo a sentír un estímulo que me hace gritar nuevamente, sus dedos rozan perezosamente mi clítoris. Beso su boca y me dejo llevar por ese vaivén de nuestros cuerpos unidos, siento mis piernas temblar. Cuando llego a mi orgasmo veo que él también llega. Apoya su cabeza en mi hombro e intenta normalizar su respiración, yo también lo intento, pero es imposible. Este hombre me hizo vencer todos mis miedos y como mínimo debería entregarme de cuerpo y alma a él.

Siento que saca su miembro de mi y se saca el condón. Muevo un poco las sábanas hasta meterme debajo de ellas, veo como él se levanta y camina hacia el baño, donde después vuelve ya con unos boxers puestos. Tiene una sonrisa perezosa y hermosa en el rostro, diablos. Veo como él tira su camiseta para que yo me la coloque, hago eso y espero que él se coloque bajo las sabanas para abrazarlo.

--Eso que fue un buen recibimiento –susurro, su pecho vibra por la risa.-

-- Eres... cielo, eres única –besa mi frente y yo cierro mis ojos.- No quiero perderte por nada en este mundo.

Savior [Jeffrey Dean Morgan]Where stories live. Discover now