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Habíamos decidido ir a un lugar abierto, al aire libre. Tanta ciudad nos estaba sofocando, así que vinimos en auto a un parque alejado de la ciudad, era un viernes por la tarde y milagrosamente, estaba bastante vacío el lugar. Nos sentamos bajo un árbol, aunque estaba un poco frío en la sombra, era  incómodo sentarse en el sol.

--Hacía tiempo que no venía a un lugar tan verde –dice Jeffrey a mi lado yo lo miro, usar gorra y lentes hacía que él se viese extremadamente bien.- ¿Sabes que tengo una casa de campo en San Francisco? –yo niego.- Creí haberte dicho... tenemos que ir un día

-- ¿Tienes caballos? –pregunto un poco entusiasmada, amaba los caballos.-

-- No –él rie.- Pero puedo conseguirte uno...

-- Me encantar los caballos –susurro.- Cuando era chica íbamos a la casa de campo de una amiga de mi mamá, ella tenía muchos caballos y me enamore de esos animales

-- ¿Te gusta cabalgar? –me pregunta y yo no entiendo el doble sentido de la pregunta, minutos después me doy cuenta y le pego un manotazo en el brazo. Mis mejillas se ponen rojas.- Porque lo haces muy bien...

-- No te desubiques! –el toma mi mentón con su mano y hace que lo mire.-

-- No sé porque te avergüenza que diga esas cosas... -ríe y suelta mi rostro.- Sabes que lo digo bromeando.

-- Lo sé –digo viendo un puesto de comida, me apetece comer algodón dulce.-

-- ¿Quieres algo? –yo asiento y le digo, lo veo levantarse y caminar hasta el puesto.-

No puedo despegar los ojos de ese hombre, me encanta todo de él. Desde la manera torpe en la que camina, la manera en que se vista: botas, jeans negros ajustados, una camiseta básica y su infaltable chaqueta de cuero. La manera en que sus jeans caen perfectamente en su cintura, dejando al descubierto el elástico de su bóxer o cuando no usa chaqueta y las camisetas se ajustan a sus grandes brazos, es inevitable que tu corazón no dispare cuando lo ves así. Es demasiado alto, mi cabeza apenas llega a su hombro, pero me encanta, porque cuando lo abrazo entierro mi cara en su pecho y mi oído queda justo sobre su corazón, sus abrazos son un calmante natural, Jeffrey lo és.

Pero más allá de lo físico, es un hermoso hombre por dentro, atento, respetuoso, amable, divertido. Me encanta como trata las personas, como si las conociera de toda la vida (como me trataba a mi cuando nos conocimos en el set), como trata sus fans, siempre dispuesto y atento, no deja de sonreír nunca, y ni siquiera es obligado, eso lo hace feliz y por lo tanto me hace a mi también. Su sonrisa ilumina mi vida, este hombre es mi angel, mi angel salvador.

Deje de negar mi enamoramiento por él, era inevitable no aceptar algo que siento desde la primera cena que tuvimos, cuando el me abrazó, supe que era él indicado. Estaba completamente enamorada de él, de su manera de ser, de actuar, de hablar, hasta de su pensamiento estaba enamorada. Estaba completamente perdida en este hombre, estaba completamente perdida por Jeffrey Dean Morgan.

--¿En que piensas? –su voz me saca de mi trance, tengo un algodón de azúcar frente a mi, lo tomo y miro al hombre dueño de mis pensamientos.-

-- En ti. –me sincero y el me sonríe orgullosamente.-

-- Si... vi que estabas babeando mirándome –le pego en el pecho y me acerco a besarlo, necesito su contacto para estar bien.- Nena... -tira de mi hasta sentarme en su regazo, mis manos no lo tocan y no sé como, las de él tampoco me tocan. Su lengua se adentra a mi boca y yo suspiro, este beso esta subiendo de temperatura y estamos en un lugar público. Me separo y paso mi pulgar por debajo de su labio inferior.-

-- Te quiero... mucho –miro sus ojos y el me vuelve a sonreír, acabo por sonreír también como una idiota enamorada.-

-- Y yo te quiero a ti, mi dulce niña –sus brazos me rodean y yo apoyo mi cabeza en su hombro, esto es la gloria.-


Savior [Jeffrey Dean Morgan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora