Parte II - Carta 34

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30 de enero de 1992

Querida Amiga:

Hoy te fuiste de la escuela antes de que terminara. 

Usualmente nos encontramos en el lugar usual donde Patrick aparca su camioneta todos los jueves después de la escuela, pero no llegaste. Sam dijo que le dejaste un mensaje en su casillero diciéndole que te irías antes de la hora permitida y que no se preocupara porque estabas bien. 

- Tal vez ella esté en eso días del mes- dijo Patrick-.
- Y tú qué sabes de eso - dijo Sam-.
- Uh...

Sam dijo que te llamaría por teléfono a penas llegara a casa. Le dije que también lo haría.De cualquier forma, decidí ir a buscarte a tu casa.

Estuve llamando a la puerta varias veces pero nadie respondió. Me preocupé, así que tomé la decisión desesperada de meterme a tu habitación, pero no estabas, incluso te busqué en el baño, lo cual me aterrorizó porque escuché las voces de tus padres yendo a una  habitación cercana cuando aún me encontraba dentro.

Tuve que meterme en la bañera. Lo cual ahora que lo pienso, no fue el mejor escondite. Los escuché pasar por el corridor, esperé a que cerraran la puerta de la habitación en la que estaban, pero no logré escuchar el sonido. Al final terminé saliendo sin mirar atrás cuando empezaron los gemidos y creo que funcionó porque nadie me persiguió como esperaba. 

Cuando llegué a casa, tu estabas en el sofá.

- Hola, Charlie.
- Hola Savannah.
- ¿Charlie?
- ¿Si?

- Tienes una hoja en el cabello.
Sonreíste.
- Oh, seguro que se cayó de un árbol mientras caminaba a casa. Ya sabes, hay muchos árboles en las calles y sus hojas se caen constantemente. 
- Lo sé.

Mi madre salió de la cocina y nos ofreció algo de comer.

- Um, muchas gracias Sra Calmequis, pero en realidad pensaba comer fuera con Charlie.

Estaba totalmente seguro de que mi madre se ofrecería a darme dinero delante tuyo así que le dije que aún tenía dinero en mi cartera antes de que si quiera empezara a pensar en ello.

Cuando salimos te montaste a una patineta.

- Era de mi hermano.
- Es muy guay.
- Claro.

Por alguna razón sentí que actuabas diferente. Te pregunté qué pensabas comer y dijiste que había una galería de arte de Van Gogh a la que querías ir hace mucho tiempo. El lugar se encontraba como a 40 minutos a pie. 

Tuvimos que tomar el bus, el cual se encontraba sorprendentemente vacío. No hablaste durante todo el camino. De hecho no hablaste en absoluto hasta que nos sentamos en un pequeño parque cerca de la galería, después de haberla recorrido dos veces. Realmente quería decirte algo, pero algo de ti me hacía sentir que solamente necesitabas compañía, así que decidí mantenerme callado y esperar a que hablaras.

Y lo hiciste.

Sacaste un lápiz labial rojo de tu bolsillo trasero y un cigarrillo. Entonces hiciste algo sorprendente. El lápiz labial, en realidad, era un encendedor. Removiste la parte roja y se prendió la llama, encendiste tu cigarrillo, devolviste la parte roja a su lugar y comenzaste a fumar. Supongo que era de plástico o de goma. Te lo preguntaré luego. Creí que me ofrecerías  el cigarrillo pero no lo hiciste. Supongo que tú lo necesitabas más que yo.

- Mi abuela está en el hospital.

En ese momento no supe qué decir.

- No es nada grave. Pero me molesta mucho no poder estar a su lado ahora mismo. De hecho, lo que más me molesta es que a mi madre parece no importarle. Cuando me lo dijo en la mañana, ella actuó como si fuera algo normal. Como si a ella realmente no le interesara si a mi abuela llegase a sucederle algo. Simplemente fue "Tu abuela está en el hospital, no es nada grave. Ve a la escuela y asegúrate de no volver hasta la noche porque necesito tiempo para pensar y tú y tu horrible gusto en la música no me lo permitirán". Telefoneé a mi abuelo muchas veces antes de que mi madre me sacara de la casa. Él no contestó. Estaba en el hospital. Estuve toda la mañana pensando en distintos escenarios trágicos; demasiados, debo admitir. Me fui de la escuela antes de que terminara porque no podía soportarlo más. Pensé en simplemente tomar el siguiente tren a New Hampshire. Tenía el dinero suficiente para ir y volver. Sólo necesitaba transporte para llegar hasta el tren. Tomé la patineta de mi hermano. Él la dejó en mi casillero en su último día de escuela. Tenía todo planeado. No era como si alguien me estuviera esperando en casa, de todos modos, a mi madre no le iba a importar. Antes de ir telefoneé a mi abuelo una vez más, esta vez atendió. Pero él me dijo que no lo haga. Él tiene muy buenos argumentos. Me convenció en menos de dos minutos. Me sorprende cuánta información se puede soltar en menos de dos minutos. En cualquier caso, me quedé dando unas vueltas en la patineta de mi hermano. Jamás creí que la necesitaría tanto como hoy. Estuve paseando por el pueblo hasta que me aburrí y fui a tu casa. Mi plan era quedarme fuera hasta que llegaras, pero tu madre me vio y me hizo pasar. Ella fue a la cocina y tu llegaste prácticamente al instante... lamento haber hablado demasiado. Debiste detenerme.

Reíste.

- Está bien. Me alegra que me lo contaras. Para ser sincero, esperaba que me lo dijeras mucho antes.

Por alguna razón tus ojos se pusieron brillosos. Pero en la oscuridad de la noche no lo distinguí muy bien.

-¿Tu abuela está mejor?

Bostaste tu cigarrillo al suelo y lo pisaste.

- Lo estaba la última vez que hablé con mi abuelo. Voy a telefonearle de nuevo ahora mismo. ¿Vienes?
- Claro.

Encontramos una cabina telefónica cerca del lugar. Entraste, pero decidí quedarme fuera. Para darte privacidad y porque el espacio era muy pequeño y no quería incomodarte. También porque cuando estoy en espacios muy pequeños tiendo a sudar mucho y no es nada agradable.

- ¿Abuelo?, hola... Yo estoy bien, ¿cómo está la abuela?... ¡¿de veras?! ¡Eso es asombroso! ... ¿puedo hablar con ella? ... de acuerdo... Hola abue, ¿cómo estás?... ahora estoy mucho mejor... realmente me alegro de que estés bien, abue, por favor no vuelvas a asustarme así... ¡No puedo creerlo, el abuelo me traicionó! ... no pensaba hacerlo realmente... de acuerdo, de acuerdo. Sí pensaba hacerlo, pero el abuelo me detuvo... pero abuela; estaba muy preocupada... pero, abuela... de acuerdo... Lo prometo, lo prometo... um, no; estoy en una cabina ahora mismo... no, no estoy sola. Estoy con Charlie ... de acuerdo.

Alejaste el teléfono de tu boca.

- Charlie, ella quiere hablar contigo.

Traté de hacer mi mayor esfuerzo para comunicarme por señales tratándote de decirte que por favor no lo hagas.

- Aquí está él, abuela.

Prácticamente me arrastraste dentro de la cabina y me pusiste el teléfono en el oído. Hice lo posible porque mi voz sonara bastante madura y varonil. Me pregunto por qué lo hice.

- ¿...hola?
- ¡Hola Charlie!, soy la abuela de Savannah.
- Mucho gusto. Savannah me ha hablado mucho de usted, um y de su esposo también.
Escuché una voz amortiguada en el fondo "suena como un jovencito educado".

- Iré afuera a tomar aire -susurraste-.

Me pregunto si te diste cuenta de que estaba sudando.

- Savannah también nos ha hablado mucho de ti, Charlie. Realmente nos encantaría conocerte.- voz amortiguada "Yo nunca dije eso".- Savannah es una niña muy tímida aunque no lo parezca. Ella no sería capaz de decirlo, pero ten por seguro de que eres completamente bienvenido en esta casa. Puedes visitarnos junto con ella cuando desees. Prepararé pie de moras que es el favorito de Savannah cuando vengas.

Sonaba como una persona muy amable. Tal como la describiste.

- Claro, gracias por la invitación. La tomaré en cuenta.
- ¿Cariño, serías tan amable de poner a Savannah en el teléfono?-dijo-.
- Claro. Hasta luego.
- Hasta luego - voz amortiguada "dile que dormirán en habitaciones separadas"- ¡Harold él jovencito pudo haberte escuchado! 

Te hice señas para que tomaras el teléfono. Te despediste de tus abuelos y saliste mucho más feliz que antes.

- Ah, me siento mucho mejor. De hecho, no he almorzado. ¿Te apetecen unas papas fritas?
- Claro.
- Por cierto. ¿Qué te dijo mi abuela?, ¿dijo algo vergonzoso sobre mi, verdad?

Omití la parte en que me dijo que eres tímida.

- Bueno, ella me invitó a su casa. Dijo que haría pie de moras. 
- Así que ella dijo eso...

No mencionaste nada más acerca del asunto. Compramos papas fritas y sodas. Comimos en el bus de regreso a casa. Cuando llegamos a la parada, te subiste a la patineta de tu hermano.

- Gracias por acompañarme, Charlie. Realmente me hizo sentir mucho mejor.
- De nada.

Entonces me abrazaste. Y yo te abracé de vuelta.

- Realmente me hizo feliz.

A mi también me hizo feliz compartir ese momento contigo, Savannah. Realmente me hizo feliz.


Con mucho cariño,

Charlie.






Las Ventajas de ser Invisible [Charlie y Tu] -Actualizaciones Lentas-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora