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Ethan

No puedo quitarme a Liz de la cabeza... no es que esto no me haya pasado antes, pero esta vez ha sido diferente. Ella es el motivo de mis ojeras y mis constantes bostezos, ya que durante la noche los pensamientos relacionados con ella no me dejaron dormir. La considero una persona interesante y pienso que toda esa actitud fría y dura con los desconocidos, es como un obstáculo a superar para conocerla realmente.

Creo que lo que me atrapó de ella desde el primer instante, fueron sus ojos color ámbar que reflejan calidez, a pesar de que su actitud sea exactamente la opuesta. Y cada detalle en ella es especial, como por ejemplo, que siempre esté tarareando una canción sin darse cuenta mientras escribe, cómo frunce el ceño cuando se concentra o arruga la nariz cuando algo no le gusta, y ahora... su sonrisa. No es la más perfecta de todas, pero algo en ella te hace sentir reconfortado.

La veo caminar hacia aquí con el mismo paso tranquilo de siempre. Esta vez no lleva el cabello trenzado, sino que lo dejó suelto y se ve realmente hermosa.

—Hola —dice ella primero, y se sienta en su lugar, con expresión seria.

—Hola —digo un tanto sorprendido y le sonrío ampliamente.

— Ayer olvidaste tu libro —dice mientras lo saca de su bolso y me lo entrega.

—Gracias —respondo. Para ser sincero, ni siquiera me había dado cuenta de que no lo tenía.

Nos quedamos en silencio, sin hacer nada.

— ¿Hay algo que lamentes no haber hecho? —le pregunto con la vista fija en el cielo.

—Sí —murmura y se toma unos segundos antes de continuar—Lamento no haber podido dejar una huella en este mundo.

— ¿Enserio? —digo un tanto desconcertado.

—Sí —vuelve a decir —Toda mi vida quise ser alguien, demostrar que no soy como el resto... pero ahora no tiene sentido ¿sabes?

La miro a los ojos y asiento con comprensión.

— ¿Y qué hay de ti?

—Bueno... yo lamento no haberme enamorado —digo, pero es una mentira. Lo que realmente me hubiera gustado decir es "Que tú no me correspondas"

— ¿Enserio? —dice alzando las cejas y reprimiendo una sonrisa.

—Sip, aparentemente mis sueños son pequeños —respondo devolviéndole la sonrisa.

—Y... ¿tenías planes para el futuro?

—Siempre quise ser un astronauta —comento, provocando unas risitas por parte de ella. Nunca había oído su risa y, no quiero mentir, pero era bastante extraña y contagiosa —Pero bueno, iba a estudiar ingeniería aeroespacial —añado — ¿Y tú?

—Supongo que es un poco obvio —hace una especie de sonrisa y clava la vista en sus manos que yacen sobre su regazo —Mi gran sueño siempre fue ser una escritora.

—Apuesto a que eres maravillosa escribiendo —no sé por qué digo eso, debería haber seguido hablando de lo de ser astronauta. Liz se queda en silencio y sonríe un poco.

—Gracias —susurra y aparta su vista de mí.

Aunque ella no lo sepa, alcanzo a distinguir un sonrojo en sus mejillas.

Thirty daysWhere stories live. Discover now