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Liz

Le echo un vistazo a Ethan, quien se encuentra junto a la ventana casi adormecido, para luego tomar un sorbo de mi taza de té. Abro mi cuaderno, dispuesta a escribir un último poema inspirado en estos días; comienzo a pasar las páginas, buscando alguna que esté en blanco. Hasta que me detengo en una que, claramente, está escrita a pesar de no ser mi letra. Reconozco la caligrafía de Ethan pero tampoco es lo que había escrito aquella vez, sino que es algo que no había visto antes... una nota.

Comienzo a leerla con detenimiento mientras llevo la taza a mis labios, para dar un siguiente trago que no tardo en escupir, como si fuera una fuente, por la sorpresa que me causa su nota. Comienzo a toser y miro con asco lo que acabo de hacer.

Escucho los pasos de Ethan, que viene corriendo hacia a mí y apoya una mano en mi hombro.

— ¿Estás bien Liz? —Me pregunta con preocupación, pero no soy capaz de responderle, ni siquiera de mirarlo — ¿Liz? —dice parándose frente a mí. Lo miro con incredulidad, mi cuerpo se paraliza y mi labio inferior comienza a temblar; entonces desvío la mirada hacia mi cuaderno y él también lo hace.

—Es... —intento articular, pero no hace falta que diga nada. La expresión en su rostro se convierte en una de pánico y sus ojos se abren a tal punto que parece que van a salírsele.

—Yo... —comienza a decir pero se corta.

Toma aire, cierra los ojos e intenta calmarse.

—Todo lo que dice allí, es cierto —dice sin abrir los ojos.

— ¿Qu-qué?

—Te amo, Liz —me suelta finalmente y abre los ojos para ver mi expresión, la cual intento mantener neutral.

Me deja sin palabras, no sé qué responder.

La verdad es que yo no lo amo. Creo que sería demasiado pronto amarlo, teniendo en cuenta que llegué a conocerlo en tan pocos días. Pero no puedo negar el hecho de que tengo sentimientos muy fuertes hacia él, algo que nunca antes me había sucedido y me alegra saber que los estoy sintiendo por él.

Ethan me mira fijamente, con un rubor en sus mejillas, esperando mi respuesta. En sus ojos veo reflejado miedo... ¿a que lo rechace?

No lo haré, no voy a romperle el corazón.

Entonces decido hacer lo que llevaba un tiempo deseando: lo beso.

Él tarda un poco en reaccionar, pero finalmente lo hace.

Y siento cómo ese calor me invade otra vez.

Thirty daysWhere stories live. Discover now