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Ethan

Camino hacia aquel banco del parque con un paso más acelerado de lo normal, ignorando el dolor que causa en mi pierna izquierda. Entonces la veo, ya sentada allí, con su cuaderno sobre su regazo y encorvada para escribir en él. Me acerco y sonrío, aunque ella ni siquiera me mira.

—Hola, Liz —la saludo sentándome a su lado, pero ella me ignora. Noto que mientras escribe, lo hace con fuerza, apretando demasiado el extremo de la pluma contra el papel, y la expresión de su rostro, es severa —Hola —repito agitándole mi mano frente a su cara pero me la aparta de un movimiento brusco.

— ¿Qué quieres? ¿Acaso no ves que estoy ocupada? —murmura de malhumor sin apartar la vista de sus escritos.

—Lo siento, yo... —comienzo a balbucear, pero enseguida me doy cuenta de lo que sucede —Es por lo de ayer, ¿no es cierto? Déjame explicarte...

— ¿Qué vas a explicarme? ¿Que decidiste vivir la vida y te acostaste con una cualquiera? —me escupe con asco y odio. Lo más curioso es que en ningún momento ha parado de escribir.

— ¿Qué? ¡No! ¿Por qué tienes esa imagen de mí? Ni siquiera me siento interesado por alguna chica—exclamo un poco ofendido.

Oh Liz, la única chica que quiero eres tú ¿por qué no puedes verlo?

—Aunque, digamos que ayer sí viví la vida al máximo —comento —. Estaba caminando hacia aquí cuando me crucé con uno de los chicos del instituto que había dicho ser mi amigo, para luego apuñalarme por la espalda... no en sentido literal, claro —prosigo y ella se detiene —. No sé de dónde salió esa furia y rencor de mí, pero el caso es que lo golpeé, desquitándome; fue como si me sacara un gran peso de encima ¿sabes? A pesar de que mi mano haya quedado dolorida. Pero bueno, mi vida no es una película y cuando aquel que golpeaste te dobla en tamaño, naturalmente te la devuelve con creces —Liz finalmente me mira y abre bien los ojos al ver mi rostro.

— ¿Pero qué...? —comienza a decir al ver mi ojo morado, yo me limito a sonreír.

— ¿Esto? No es nada, me ha dejado moretones en lugares que tal vez es mejor no mencionar —digo con expresión divertida. Me subo un poco la manga de la camiseta y le muestro un gran moretón en mi brazo —Aunque creo que me hace ver un poco rudo, ¿qué opinas? Según tengo entendido, las chicas se vuelven locas por los chicos rudos ¿acaso no te has vuelto loca por mí aún, Liz? —bromeo y ella intenta reprimir una sonrisa sin mucho éxito.

—Oh Ethan, ya me has pillado —dice entre risas.

Se ve tan bonita cuando ríe, podría observarla todo el día mientras lo hace.

Thirty daysWhere stories live. Discover now