8

4K 466 26
                                    

Liz

Mis dedos juegan con la arena húmeda, mientras el mar se desplaza lentamente hacia la orilla hasta tocar la punta de mis pies. Ethan permanece inmóvil a mi lado, acostado boca arriba observando atentamente el cielo. Miro mi cuaderno yace a nuestro lado, cerrado, esperando a ser abierto y leído por alguno de los dos.

— ¿Ethan? —murmuro, logrando captar su atención.

— ¿Sí? —dice incorporándose hasta quedar sentado a mi lado.

—Hum, me gustaría leer algo tuyo —digo con franqueza. Él me observa con atención, esperando a que le diga que solo era una broma, pero al ver que no lo hago decide responder:

— ¿Algo mío? Liz, sabes que no escribo.

— ¿Por qué no lo intentas? —pregunto con una sonrisa.

La verdad es que siento una enorme curiosidad por saber qué ideas tiene en su cabeza que no se anima a plasmar en el papel.

—Porque no sirvo para eso —sonríe.

—Por favor —le ruego con mi mejor cara de cachorrito mojado. Ethan me mira fijo por unos segundos hasta que empieza a reír.

—Vale, no puedo negarme si me miras así —dice.

Le entrego mi cuaderno junto con la pluma y espero a que haga algo. Ethan solo se limita a tomarlos para luego quedarse pensativo. Me recuesto en el suelo sin apartar la vista de él, porque sé que esto irá para rato.

Y no me equivoqué, ya que pasó bastante tiempo hasta que por fin se decidió a empezar.

Cuando estoy por quedarme dormida, siento cómo él me toca el hombro y susurra suavemente mi nombre.

— ¿Terminaste? —murmuro con voz adormilada.

—Sip —responde con una sonrisa.

Miro el cielo y ya ha oscurecido. Vaya que se ha tomado su tiempo.

—Léelo —sonrío y él asiente.

—"Había una vez, una chica alérgica al maní..."

Mis carcajadas son tan fuertes que él tiene que detenerse.

— ¿Qué tiene de gracioso? —pregunta con las cejas alzadas y mi risa se hace aún más fuerte —. La alergia al maní es un tema serio, Liz... me sorprende que te comportes así —dice con seriedad, cosa que se me hace imposible parar.

—Ya, vale —logro decir una vez más calmada —. Lee lo que has escrito —digo con una sonrisa y él me observa.

—Eso es lo que escribí.

—Enserio.

—Vale, pero no esperes que sea una obra maestra como las tuyas —dice a punto de entregármelo pero lo aparta —. Y no lo leas en voz alta, eso hará que suene más estúpido de lo que ya es —añade y me lo da.

Comienzo a leer atentamente y enseguida noto que es un poema. Trata sobre una chica dañada que...

Mis ojos comienzan a moverse con mayor velocidad, siguiendo las palabras trazadas prolijamente por Ethan. En cuanto termino, lo miro con ojos vidriosos y Ethan se sorprende, abriendo los ojos como platos.

—Lo siento, yo no...

No lo dejo terminar ya que lo abrazo.

Porque a pesar de que refleja todas las verdades que siempre he querido ocultar, es hermoso.

Thirty daysWhere stories live. Discover now