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Liz

Tengo que admitir que la decisión que he tomado respecto a Ethan, ha sido la mejor que hice en toda mi vida. La verdad es que me encanta tenerlo a mi lado, y puedo notar que sus sentimientos hacia a mí son sinceros, algo que me reconforta realmente. Cada momento que paso con él es especial y no puedo evitar sentirme feliz y querida a la vez.

Me doy la vuelta, y veo que viene hacia a mí con su típica sonrisa que me hace querer sonreír también.

—Hola —dice.

—Hola —le respondo.

Se ubica a mi lado, mojando también sus pies en la orilla del mar y me pregunta:

— ¿No es algo temprano para estar levantada?

—Solo quería observar el amanecer —me excuso.

Nos quedamos en silencio, esperando a que el sol se asome por el horizonte. Y cuando lo hace, es mágico... nunca antes había visto el amanecer desde la playa.

—Creo que valió la pena venir —comenta Ethan tras un bostezo.

—Sí, lo sé —digo observando su rostro soñoliento.

Mis ojos se desvían al mar azul, para luego entrar en un estado de trance. Tengo un remolino de pensamientos, y comienzo a sentir algo parecido a la tristeza y depresión.

—Liz... —Ethan me sujeta del brazo y se acerca más a mí. Mis ojos se clavan en los de él para luego susurrar:

— ¿No te apena saber que tendremos un final pronto? ¿Y que ese final será el mismo que el de todos?

Algo en su expresión cambia, la sonrisa se le borra y su mirada se desvía.

—Sí, supongo que un poco —responde.

Veo que su mirada comienza a apesadumbrarse, y me arrepiento de decir lo que dije. Siento que he arruinado el momento, entonces decido dedicarle mi mejor sonrisa y actuar con naturalidad, dejando atrás las palabras que instantes antes había pronunciado.

— ¿Tienes hambre? —pregunto con normalidad.

Él me mira sin entender nada, hasta que me devuelve la sonrisa.

—Siempre —responde, provocando risas de mi parte.

—Genial, vayamos a comer algo —digo tomándolo de la mano.

Caminamos juntos hacia la casa.

Tratando de dejar atrás ese sentimiento angustiante.

Thirty daysWhere stories live. Discover now