Thirty days

1

Ethan

Es extraño pensar que para mañana todo habrá acabado y que el mundo al que conocemos habrá desaparecido, sin dejar rastros en el universo.

Las preguntas que me hizo ayer Liz, retumban en mi cabeza haciendo que se me encoja el corazón. Tal vez, a fin de cuentas, sí me importa lo que se viene.

Ahora me limito caminar, dejando un rastro de nuestras huellas sobre la húmeda arena. El viento sopla y se oye el ruido de las olas romper. Veo que Liz tiene la mirada perdida, enroscada una vez más en sus pensamientos. Y cuando me mira para decirme algo, por un momento temo que vuelva a decir algo deprimente.

- ¿Alguna vez pensaste en la belleza de todo esto? -me pregunta. Mis ojos se quedan fijos en ella y sonrío, mientras asiento con la cabeza.

-Sí, lo he pensado.

-Es maravilloso ¿no crees?

-Claro que lo creo, Liz.

El silencio reina entre nosotros dos. No paramos de caminar hasta llegar a un pequeño puerto y vemos un puente, donde seguramente los pescadores solían ir. No hace falta decir nada para que nos dirijamos allí; Liz camina cuidadosamente para no resbalarse con el agua que hay en el suelo. Llegamos hasta el extremo de éste y nos detenemos, ambos con la mirada al frente.

Siento un escalofrío recorrer mi espalda y la piel se me pone como de gallina. Un pensamiento invade mi cabeza, haciendo que se me haga imposible apartarlo y pensar en otra cosa.

-Liz -susurro y ella me mira - ¿Recuerdas lo que me dijiste ayer sobre el final?

-Claro -responde algo triste.

- ¿No crees que este podría ser el nuestro?

Las palabras quedan flotando en el aire. Por su expresión, sé que ha entendido a lo que me refiero. Y, cuando menos lo esperaba, se acerca a mí para depositar un beso en mis labios.

A ambos, una lágrima nos recorre el rostro.

Extiendo mi mano para que la sujete, y ella la toma sin dudarlo un segundo.

-Uno.

-Dos.

-Tres.

Y saltamos, cayendo al vacío.

Pero no siento miedo, solo alivio.