9

7.3K 459 49
                                    

Estoy sentada en una esquina de mi (ahora) habitación, miro hacia el suelo y me formulo muchas preguntas.

Como:

¿Por qué estoy aquí?

¿Que pasó con mi madre, mi padre, mi hermana, que pasó con mi familia?

¿Alguien me estará buscando?

¿Les dolerá mi ausencia?

¿Quién es aquél joven muchacho que me trata con amabilidad y se hace llamar mi dueño?

Tengo claro cual es mi misión aquí, él mismo me lo ha dicho, tendré que gemir para él.

Pero todo me resulta laberíntico, muchas veces siento que solo es un maldito sueño, que en realidad estoy sudando en mi antigua y cómoda cama, que pronto despertaré y me sentiré mejor. Pero no es así.

Sus pasos, son lo que siempre escucho día tras día acercarse, en muchas ocasiones su presencia es imponente y otras, es como si no fuese nadie.

La llave siendo introducida y luego girada... Un sonido ya familiar.

Levanto la cabeza y lo veo, su cabello esta húmedo y peinado hacia un lado, la suela de su zapato provoca un magnífico sonido al chocar contra el piso una y otra vez.

Me observa con detenimiento, como si no se quisiera olvidarse de mi rostro o como si quisiera memorizar cada gesto, cada acción...

Se acerca a mí con total lentitud, como si supiera que me tortura con cada paso que da.

Agacho mi cabeza haciendo que todo contacto visual desaparezca, ahora observo sus elegantes zapatos de charol que brillan a causa de la luz.

Se sienta a mi lado. En el mismo suelo, en el mismo espacio.

Toma mi mano y la estrecha entre la suya, mi corazón se acelera y mi labio inferior tiembla, así que lo muerdo para que él no lo note.

-No me tengas miedo- pide.

Su mano libre viaja si escrúpulos por mis piernas, luego pasa a mis labios y lo jala hacia bajo evitando que yo lo siga mordiendo, se acerca con suma lentitud y me besa.

Lo hace con delicadeza, disfrutando cada vez que sus labios tocan los míos, no muevo
ni una sola parte de mi cuerpo, estoy rígida y mi expresión es neutra.

Se separa a tiempos, como pidiéndome a gritos que lo tome del cuello de su elegante camisa y lo atraiga hasta mí suplicándole que me bese una vez más.

Cuando ya se encuentra a una distancia considerable suelta mi mano y recuesta su espalda sobre la fría pared. Deja de mirarme y centra su atención en la puerta.

-¿Qué tengo que hacer para que me aceptes, para que me quieras?- pregunta conmocionado, se le puede notar en el tono de su voz. Su mirada sigue perdida y yo analizo cada parte de su rostro.

No respondo.

Se levanta y me extiende su mano. La tomo y este con un movimiento rápido me levanta.

Camina conmigo hasta llegar a la puerta y la abre, una ráfaga de aire frío me golpea haciéndome estremecer, él lo nota y me acerca a su cálido cuerpo.

Caminamos por pasillos largos y amplios, hay puertas color verde a cada lado y de algunas provienen sollozos o risas exageradas.

Cuando el pasillo se ha acabado, nos detenemos, lo miro interrogante y él nota mi mirada pero no dice nada. Solo empuja la pared.

Sí, empuja la pared, la atravesamos y veo una lujosa habitación, tiene absolutamente todo lo necesario para no salir en un año de ésta.

Me mira y no sé que expresión tengo, pero sonríe.

-¿Te gusta?- pregunta esperanzado.

-No- respondo indiferente y todo rastro de alegría, se esfuma...

GimeWhere stories live. Discover now