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Ya ha pasado un mes y sólo ha mejorado un poco, le he contado a Yeider a pesar de todo no hemos perdido contacto, es mi única familia, mi sangre.

Dice que vendrá a visitarla, he aceptado, pero sinceramente no quería, tengo que poner en alto esta farsa de la cual todos están engañados, es difícil porque sé que los lastimara en gran manera, me estoy mentalizando, quiero que hablemos con la verdad, pero no soy capaz, sé que tendrán muchas preguntas. 

Apenas ella despierte trataré de contar todo, porque ya  estoy perdiendo un poco la paciencia.

-Hola Evan- saluda él mientras se adentra en la habitación y de inmediato su mirada se centra en el rostro pálido de Kayla.

-¿Quién te ha dejado entrar?- pregunto rechazando su saludo.

-Una de las mujeres de servicio- se acerca a mí posicionando su mano sobre mi hombro.

-Yeider, he descubierto algo- su mirada escruta mi rostro inexpresivo y levanta sus cejas.

-Cuéntame- pide recostandose en la pared.

-No tengo idea quién era ese hombre que me secuestró, pero no era mi padre, él todavía está vivo y me ha enviado cartas contándome mi infancia y no sé como sabe todo eso-

-Puede que sea una trampa-

-Mamá nos mintió Yeider, nuestra padre nunca nos abandonó, siempre estuvo cerca, ¿te acuerdas cuando aparecían sobre tu cama juguetes nuevos?, él los dejaba allí, ¿te acuerdas de ese hombre bien presentado que pagó el daño que hiciste en el colegio?, ¿o el hombre que nos becó en aquella refinada universidad?, él siempre estuvo, ¿cómo no nos dimos cuenta?- desconcertado frunce el rostro y se da el tiempo de digerir la información.

-Pero...- balbucea

-Nuestro padre era casado y mi madre se aventuró con él, primero yo, luego tú, él nos quería, con su otra mujer no tenía hijos y quería formar una familia con mi madre, pero ella se negó, era un reconocido empresario y eso dañaría su imagen y tal vez arruinaría su futuro, mi madre lo amaba tanto que prefirió alejarse de él lastimándose a sí misma que devastar la reputación de nuestro padre-

-Pero hace falta más historia- inquiere.

-Claro, ¿te acuerdas cuando mi madre vendía su cuerpo?-

-Jamás podría olvidarlo- estoy seguro que le deja un sinsabor recordar eso.

-Por él es que podemos matar a alguien sin tener piedad, sin sentir culpa-

-No entiendo- niega atento a mis palabras, como si le contara su libro favorito.

-En ese entonces murieron muchos hombres, clientes fijos del burdel donde nuestra madre trabajaba, aparecían mutilados, con su mismo pene en la boca...- una sonrisa se dibuja en su rostro y sé que ha captado lo que quiero decir.

-Él era el asesino de los hombres con los que mi madre se acostaba- afirma eufórico, como un niño pequeño cuando recibe su más anhelado regalo, a Yeider siempre le ha afectado más que a mí no haber tenido una figura paterna en casa, yo era la autoridad en esos momentos, pero no podía darle el amor que da un padre porque yo tampoco supe cómo se sentía, porque tampoco recibí amor paterno.

-Sí, y todo eso lo hacía por ella y por nosotros- desvío mi mirada hacia Kayla y sonrío.

-¿Y sobre la muerte de nuestra madre?-

-No la asesinó uno de sus clientes como pensábamos, la asesinó la que era esposa de él y la conocemos, la hemos tenido cerca, cara a cara-

-¿Quién?- indaga.

-Pronto te daré el gusto de enterrar un cuchillo en su garganta- una maliciosa sonrisa decora nuestros rostros.

-¿Te contó todo eso por medio de cartas?- necesita saciar su curiosidad.

-No, él está aquí-












Perdón por la demora, en unos momentos subiré la continuación.

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