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Me duele demasiado la cabeza, no he abierto los ojos y ya las lágrimas se me han escapado, siento como si se le hubiese triplicado el tamaño, eso sin contar que me arde la herida en el estomago, quiero seguir así, sin saber donde estoy ahora, quiero dormir y despertar solo cuando las cosas estén mejor.

-Kayla, necesito que te levantes ya, por favor, es nuestra oportunidad de huir- reacciono deprisa, pero por el rápido movimiento pierdo las fuerzas en mis piernas y caigo al suelo, al lado de un hombre sin vida, con el rostro morado y una cuerda alrededor de su cuello.

Evan me ayuda a levantar y me pone detrás de él, asoma la cabeza por la puerta y tira de mí invitándome a correr y yo llena de adrenalina acepto su atrevida propuesta.

Puedo notar que él tampoco sabe a dónde nos dirigimos, pero no nos detenemos, siento algo húmedo en mi vientre, bajo la mirada y noto que tengo sólo una venda atada alrededor de mis senos y la herida está sangrando.

Evan al notar lo que pasa, sin dejar de correr, me toma entre sus brazos y sigue, me aferro de donde más puedo, su corazón golpea su pecho buscando salida y su respiración habla sobre lo desesperado que se encuentra y de pronto, para, me lleno de nervios, porque me hago la idea de que nos han descubierto, él me baja con delicadeza y yo miro hacia el frente temerosa pero allí solo hay una puerta.

Me besa la frente y luego los labios, toma mi rostro y me observa.

-No te detengas, pase lo que pase, sigue corriendo, cuando salgas de aquí, ve donde Yeider y cuentale todo- dice lento como si quisiera que no lo olvidara y me lo aprendiera de memoria. Arrugo mi entrecejo y él lo nota.

-¿Yeider?, ¿por qué?- interrogo confundida.

-Porque Yeider es mi hermano- mis piernas se debilitan y las náuseas se apoderan de mí.

Me hace mirar en dirección a la puerta, se posiciona detrás de mí y me toma con fuerza de los brazos.

-Recuerda, no te detengas- gira el pomo de la puerta y comenzamos a correr, es inmenso el lugar, gritos de hombres se escuchan en lo alto y luego los disparos. Corro como si no hubiese una mañana y Evan me cubre por detrás, falta mucho pero nos mantenemos. 

-Corre para un lado y yo para el otro- ordena y eso hacemos, mi pecho arde y las piedras se clavan en mis pies.

De repente dejan de disparar, miro hacia atrás y veo mas de 20 hombres subiendo en motos con armas, me descontrolo a causa del miedo y las lágrimas me nublan la vista, Evan está lejos de mí y las motos más cerca, él ve el pánico que experimento y corre en mi dirección, uno de los tantos apunta hacia mí, pero Evan me empuja hacia el bosque y ruedo lastimandome con ramas, piedra y de más, me levanto y miro hacia arriba, él no está.

Corro como él me lo ordenó antes de salir, apartando hojas, telarañas y todo lo que se interpone, miro hacia atrás para asegurarme de que no me están siguiendo, pero siento un vacío bajo mis pies, me espera un gran pozo de agua cristalina.






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