Capíluto 11.

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Un buen rato más tarde, Jihoon se fue de la casa de Jihoon. Mingyu se había quedado dormido con sus auriculares y Soon Young, quien creía que el moreno aún no había llegado, después de darse una ducha, lo llamó por teléfono.

Cuando su teléfono comenzó a vibrar sobre su estómago, Mingyu despertó. Mirando la pantalla, aun adormecido miro la pantalla "Llamada entrante de Ojos de Tigre🐯". Resoplo y se levantó.

—Estoy aquí —gruñó.

Soon Young dio un salto, asustado al oír la voz del moreno, ¡¿Cuándo había llegado?!

—¿C-cuándo llegaste? —preguntó, sorprendido.

—Hace una hora —Mingyu tuvo que mirar el reloj para saber.

—¿Escuchaste algo?

—¿Tu qué crees? —Mingyu habló con sarcasmo, y Soon Young palideció por unos segundos antes de enrojecer de vergüenza— Tienes suerte que mis audífonos se escuchan fuerte.

—Agh, que vergüenza —el mayor cubrió su cara con sus manos—. También es tu culpa por llegar antes.

—¿Llegar antes? —Mingyu tenía unas intensas ganas de matar al mayor— No puedes estar hablando en serio, Soon Young. ¡Llegue cuarenta minutos más tarde! —exclamó.

—No me grites, no es mi culpa. —Resopló.

—Sí, es tu culpa —rio con ironía—. Eres tu quien siempre tiene las hormonas malditamente alborotadas, buscando sexo en cualquier lado.

—¿Y eso a ti que te importa? —se cruzó de brazos— No es como si tu fueras quien para decir que puedo y que no hacer en MI casa. Si no te gusta lo que hago, vete.

—¿Quieres que me vaya? —alzó las cejas— ¡Bien! Eso haré.

Mingyu simplemente salió de la casa dando un portazo, la puerta no se volvió giratoria de milagro. Soon Young se pasó las manos por la cara con frustración y comenzando a sentirse mal por la manera en que había tratado al más alto; Mingyu no estaba aquí sin razón, él no tenía lugar a donde ir y hasta ahora no había conseguido algún departamento bueno para él solo.

Suspiró pesadamente y salió de la casa en busca de su mejor amigo; tantos años de amistad y sus peleas seguían siendo tan fuertes como siempre. Era característico de ellos; pelear como perro y gatos rabiosos, pero aun así quererse demasiado como para conservar su orgullo y no pedir disculpas.

Cuando Soon Young salió, rápidamente divisó a Mingyu alejándose a toda velocidad por la acera.

—¡Kim Mingyu! —exclamó, pero su voz fue silenciada por un trueno en el cielo. Ni cuenta se había dado que estaba nublado.

Mingyu maldijo al clima, lo único que le faltaba.

—Maldito seas, clima de mierda. Maldito seas, Kwon Soon Young —gruñó.

Por las dudas si llovía, se colocó la capucha de su sudadera y guardó las manos en los bolsillos sin detener su caminar.

De repente sintió unos brazos rodando su cuerpo y alguien apoyando la cabeza en su espalda. Realmente se sorprendió y trató de quitarse aquellos brazos de encima, hasta que oyó la voz de su mejor amigo.

—Mingyu, lo siento, no hablaba en serio —dijo Soon Young contra su espalda.

—Déjame en paz —bufó, haciendo que el mayor lo soltase. Soon Young se puso frente a él.

—No, va a llover, ven a casa —suplicó.

—Dejarme en paz, Soon Young, ¿por qué no te vas a follar con Jihoon? —señaló en dirección contraria a la que iba.

—¿Es eso lo que te molestó? —preguntó el mayor, algo confundido. El tono de voz del moreno era reprochante.

—No —negó.

¿Estaba seguro que no era eso? No, no lo estaba. En cuanto Mingyu había oído los gemidos de Jihoon, lo único que había pensado antes de dormirse era que detestaba aquello y que hubiese preferido que esos jadeos fueran de Soon Young mientras era él quien los provocaba. Aunque se había obligado a sí mismo a borrar esos pensamientos.

—En serio lo siento, Mingyu —suspiró—. Debí cumplir el horario al menos. Fui mal agradecido.

—Sí, lo fuiste —se cruzó de brazos—. Soon Young, entiendo que quieras estar con Jihoon y todo, pero no puedes echarme de tu casa solo por eso. Él vive solo, ¿o no? Puedes ir a su casa en lugar de que él venga a la tuya.

—¿Cuantas veces tendré que disculparme? —puchereó.

—Mucho —chasqueó la lengua—. Arrodíllate frente a mí y pide disculpas —bromeó, señalando el suelo.

Soon Young simplemente obedeció, sorprendiendo al moreno quien no había creído que Hoshi fuera a hacer eso. El mayor de los dos entrelazó sus manos y las puso bajo su mentón, haciendo un puchero.

—¿Me perdonas? —preguntó, con voz dulce.

—Tonto, no hablaba en serio cuando dije que te arrodillaras —comentó, tomándolo de las manos para levantarlo.

—Y yo no hablaba en serio cuando dije que te fueras —siguió hablando con esa dulce voz que a Mingyu tanto le enternecía—. Por favor quédate, Mingyu-ah. Es divertido tenerte conmigo todos los días.

—Bien, me quedaré —asintió—. Pero sólo porque no tengo a donde ir, y porque está comenzando a llover —rio mirando al cielo.

Soon Young lo imitó y una gota cayó sobre su ojo. Rápidamente bajó la cabeza y se limpió riendo.

Ambos comenzaron a caminar hasta la casa en silencio, disfrutando del olor a lluvia que había en el aire; los dos amaban ese aroma que indicaba que llovería. Clima perfecto para que darse en casa viendo películas en Netflix con tu pareja o, en su caso, tu mejor amigo.

—¿Qué quieres ver? —preguntó Soon Young navegando por la famosa página.

—No lo sé, ¿has visto XXX con Vin Diesel? —preguntó y el mayor negó con la cabeza—. Ni yo. Pongamos esa, ¿quieres palomitas?

—Por supuesto —sonrió entusiasmado—. En la alacena hay para hacer en el microondas.

—Ya lo sé, yo las compre —rio el moreno, entrando a la cocina.

Unos pocos minutos más tarde, ambos se encontraban sentados en el sofá comiendo palomitas y súper concentrados en la película: a Soon Young le gustaban las películas románticas, a Mingyu las de comedia. Pero ambos amaban las películas de acción.

—En verdad, los efectos especiales son los mejores —dijo Mingyu.

—Lo sé, ¿recuerdas cuándo de pequeño decías que querías ser un agente secreto, andar en motocicletas y atravesar explosiones con ellas? —rio el de ojos pequeños mirando a su amigo.

—Aún quiero hacerlo —rio—. Pero necesito alguna misión, algo o alguien a quien salvar.

—Si finjo estar secuestrado, ¿me salvarías? —preguntó riendo.

—A ti no, les pagaría a los secuestradores para que se queden contigo —bromeó, Soon Young le lanzó palomitas—. Sólo bromeo, tonto —Mingyu rio y apoyó su cabeza en el hombro del su amigo.

—Eres un tonto —protestó. Mingyu terminó de recostar su cabeza sobre las piernas del mayor y este acarició su cabello con suavidad mientras miraba la película.

Mingyu se quedó mirando por unos segundos al contrario, admirando su cuello y mandíbula perfectamente marcada.

—Tonto y todo me amas —rio levemente y volvió a concentrarse en la película. Soon Young no respondió y sólo esbozó una sonrisa, dándole la razón.

F R I E N D S (MingyuxHoshi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora