Capítulo 33.

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*Cuatro meses después*

Los meses habían pasado a la velocidad de la luz, ambos chicos eran una feliz pareja esperando con ansias el nacimiento de su bebé. Hacía ya dos meses que ambos habían hablado con sus padres sobre su noviazgo y embarazo; a todos les tomó por sorpresa tan repentina noticia y, aunque ambas familias adoraban a los dos jóvenes, les costó un poco aceptar aquello.

Pero ahora, dos meses más tarde de la noticia, ya lo llevaban un poco mejor; la familia Kim quería un niño al igual que Soon Young, pero los padres de este querían una niña al igual que Mingyu. Eso se volvía una discusión bastante cómica cuando se reunían.

—Mingyu, despierta... —susurró Soon Young.

Mingyu soltó un quejido parecido al mugido de una vaca y se volteó dándole la espalda al mayor. Soon Young puso los ojos en blanco.

—Amor, despierta... —insistió— Bebé...

Al oír esa última palabra, el moreno abrió los ojos de golpe.

—¿Que? ¿Bebé? —preguntó asustado. Cuando quiso levantarse de la cama terminó por enredarse en las sabanas y rodar hasta caer al suelo. Sin importarle nada, se sentó sin moverse del lugar en el que había caído y miró al contrario que reía a carcajadas sujetándose el estómago— ¿Viene el bebé?

—No, pero... —respondió, tratando de recuperar la compostura.

Mingyu resopló y volvió a acostarse en el suelo echo una bolita, aún enredado en las sábanas.

—Soon Young, casi no me dejaste dormir anoche —protestó, el mencionado se atravesó en la cama y dejó su cabeza fuera del colchón para mirarlo—. Merezco tener ocho horas de sueño, mínimo.

—No es mi culpa que tu hijo o hija no deje de moverse en toda la noche —replicó—. Siento como si bailara la macarena en treinta y cuatro versiones diferentes.

—Claro, pero cuando yo quiero sentir sus movimientos deja de bailar —puchereó levantándose por fin.

—Es que es tímido... —bromeó.

—Tímida —corrigió—. Es una niña ya te dije...

—Si, como digas —se encogió de hombros.

Mingyu río, dejó las sabanas sobre la cama y se inclinó para besar los labios del azabache y luego su vientre.

—Buenos días a ambos —sonrió felizmente. Levantarse cada día junto a Soon Young era algo que realmente lo hacía feliz—. ¿Qué quieres desayunar?

—Querrás decir almorzar... —corrigió— Son las doce del mediodía, estuve dos horas llamándote. Por un momento creí que estabas muerto —río.

—Bien, cocinaré el almuerzo... —asintió bostezando.

—Quedó salsa y una pizza pre-echa de la cena de anoche —comentó—. Pero ya no hay queso...

Los labios de Soon Young se curvaron en una sonrisa inocente, fingiendo no haber sido él quien se había acabado el poco queso que había en la nevera.

—Bien, tengo un tigrecito con complejo de ratón —rio el moreno saliendo del cuarto con el mayor caminando detrás de él—. Iré a comprar, tu calienta el horno... y no te comas la salsa.

—Claro que no lo haré —negó, fingiendo estar ofendido—. Ya no hay más pan para sumergirlo en ella... —murmuró.

Mingyu puso los ojos en blanco y rio mientras tomaba el dinero; algún día aquellos antojos de Soon Young lo llevarían a la quiebra. Dejó un besó en la frente del mayor y salió de la casa, oyendo como el contrario le gritaba que le comprara un chocolate: una vez afuera rio y alzó las manos al cielo, preguntándose qué era lo que había hecho para ser castigado con tantos pedidos.

* * *

Después del almuerzo y una pequeña siesta de Soon Young, ambos comenzaron a vestirse para ir a su cita con el ecógrafo; llevaban más de tres visitas sin poder ver si su bebé sería niño o niña.

—Espero que esta vez sí se deje ver —dijo el azabache frente al espejo de cuerpo entero, apoyando su mano en su vientre—. Oíste bebé, se bueno... quiero demostrarle a tu padre que serán un gran niño.

—Te equivocas —Mingyu terminó de ponerse la camiseta y lo abrazó desde atrás, entrelazando sus manos con las del mayor sobre su abdomen—. Siempre tiene las piernas cruzadas, significa que es una niña. Y muy decente, por cierto; no deja que cualquiera vea lo que no deben ver.

Soon Young rio divertido y echó la cabeza hacia atrás, apoyándola sobre el hombro del más alto.

—Eres un tonto —comentó mirándolo.

—Lo sé, pero sabes que tengo razón —respondió moviendo la cabeza para dejar un beso en su mejilla—. Vamos, termina de cambiarte que se nos hará tarde.

Una vez en el hospital, ambos se sentaron a esperar que el médico los llamara para ser atendidos. Diez minutos después, la puerta del consultorio se abrió y ambos chicos se acercaron un poco, ya que sabían eran los siguientes. Para sorpresa de ambos, de allí salió Jihoon con su vientre notablemente más abultado que el de Soon Young.

Pero no estaba solo, detrás de él había un chico más alto, rubio, de ancha espalda y facciones delicadas. Los cuatro encontraron miradas, el nuevo chico los miró un tanto desconcertado.

—Hola... —dijo Jihoon, tan o más incómodo que Soon Young.

—Hola... —respondió— ¿Qué... que tal vas con el embarazo? —preguntó con las manos en los bolsillos.

—Bien, es un niño... —respondió— ¿Tu?

—Bien, aún no sabemos que es —se encogió de hombros.

Un silencio incomodo se instaló entre ellos, Mingyu tomó de la mano del azabache para decirle que sería mejor ir a otra parte y esperar allí, pero en ese mismo instante él más bajito de los cuatro habló:

—Ah, huh... él es JeongHan —dijo, mientras el mayor estrechaba las manos de los otros dos—. Es mi... novio. JeongHan, ellos son Mingyu y Soon Young unos... ¿conocidos? —aunque su intención no era esa, aquella definición sonó más bien a una pregunta.

Salvándolos a todos de la incomodidad, Soon Young escuchó como el médico los llamaba desde su consultorio. Despidiéndose de forma rápida, Hoshi arrastró a Mingyu hasta él interior y cerró la puerta.

El doctor le pidió al de ojos pequeños que se recostara en la camilla para ponerle el frío gel antes de hacer la ecografía. Varios minutos pasaron hasta que por fin lograron saber el sexo del bebé.

—Es una niña... —dijo el doctor.

—¡Ajá! Te lo dije, cariño —Mingyu alzó los brazos y dio un giro por la habitación tarareando felizmente—. Ahora, Hwa Young, cierra las piernas... eres una niña —comentó señalando el vientre de su pareja quien rio con diversión.

—Oh no, no se va a llamar así...

Mingyu resopló y agachó la cabeza, rascándose el cuello; una nueva discusión se avecinaba. 

F R I E N D S (MingyuxHoshi)Where stories live. Discover now