13.

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-Siempre amé esta ciudad.-

La mujer iba acurrucada en el asiento del acompañante, con una manta afelpada cubriéndole el cuerpo ante el inminente frío que había azotado aquella mañana, y con el cabello rubio aplastado contra la ventanilla mientras ella observaba el paisaje correr.

-Es linda, y tranquila. Un buen lugar para descansar.-

-Sí.- concordó con su marido, una sonrisa aún titilante en su rostro. -Ya estamos llegando.-

-Solo unos minutos, preciosa.-

Como fue dicho fue hecho. Ella permaneció durante los siguientes poco más de cinco minutos relajada en su lugar, admirando cada lugar que pasaban camino a su destino final.

Zayn aparcó en el césped que daba al muelle, donde no había más que otros dos autos de modelos pasados.

La brisa del río Támesis refrescaba el aire y Perrie se sintió reconfortada en cuanto al poner un pie fuera del auto le movió el cabello suelto recorriéndole hasta las raíces en su cuero cabelludo.
Su marido se ofreció a cargar con ambas maletas y ella lo dejó, solo para no verse obligada a soltar la manta que le cubría parte de su cuerpo superior y poder disfrutar de la sensación agradable que ya conocía.

-Yo abro.- anunció, sacando las llaves de uno de los bolsillos del saco que tenía colgado sobre el antebrazo izquierdo.

La casa llevaba unos pocos meses cerrada, pero no por eso no se encontraba limpia. Estaba exactamente como la habían dejado la última vez que habían ido en una escapada romántica que Zayn había insistido en hacer tras una pequeña pelea que merecía de cierta buena reconciliación.
En cuanto pusieron un pie en el bote el pequeño movimiento fue inevitable y sin querer ella tropezó, haciendo reír a su marido a sus espaldas. Él dejó las maletas detrás del mueble alto divisor, junto a la cama de dos plazas perfumada; y Perrie buscó en la despensa para asegurarse de cuánta reserva tenían. Definitivamente no la suficiente.

-¿Qué tenemos?- oyó a sus espaldas.

-Poco y nada. Algunas pocas pastas secas, unas latas de legumbres... Y una salsa de tomate para preparar.-

-¿Eso significa día de compras?-

-Exactamente.- se puso de pie tras cerrar la tapa del suelo.

El hombre le sonrió y le acarició por sobre el abrigo de gabardina roja que se le entallaba en la cintura. Dejó un corto beso en sus labios y ella le abrazó momentáneamente.

-Vamos, cariño. Sabes que me encanta pasear con vos, pero ahora no quiero más que acurrucarme en alguna superficie acolchonada y calentita.-

-De acuerdo.- le picoteó unas veces sobre su boca y aceptó que él le tomara la mano para salir de la casa flotante.

El aire fresco se sentía puro y las calles camino al centro de la ciudad estaban bastantes vacías; con lo que el silencio los rodeaba en su recorrido.

-¿Cómo la pasaste en el cumpleaños de Molly?-

Después de notar la extraña actitud que su marido había tomado frente a la mención de aquella joven, ahora la intriga le había picado y necesitaba sacar a relucir eso que le estaba ocultando.

-Supongo que bien. Me encontré con varias personas que no veía hacía largo tiempo.-

-A Molly le encantó el anillo que le dio Dustin. Una y mil veces me enseñó lo bien que le quedaba y me alabó por ello.- murmuró con una risita.

-Molly siempre ha sido muy agradecida.- lo escuchó comentar de imprevisto, él no había calculado exactamente bien sus palabras.

-¿Eso significa que te ha agradecido muchas cosas?-

Enough Room For Three? |ZERRIE|Where stories live. Discover now