.Epílogo.

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-Cuántas veces más vas a hacer eso.- sonrió, acariciándole el cabello corto de la nuca a su marido.

-Muchas. Es lo más cerca que puedo sentirme de él.- volvió a besar la piel de su vientre.

Todas las noches Zayn se recostaba en la cama descansando su cabeza en el regazo de su esposa, justo por debajo del nacimiento de su panza. Juraba que podría quedarse horas así, incluso podría dormir en esa posición; a veces le permitía sentir a su hijo moverse dentro del vientre materno y eso le emocionaba.
Era precioso.

-Sos tierno.-

-¿Tierno?-

-Sí, mucho. Cómo te comportas respecto al bebé, lo cariñoso que sos.. Y sin contar que no has hecho comentario alguno respecto a los casi diez kilos que ya llevo engordados; lo que aprecio mucho.-

-Estás embarazada, cariño. Me asustaría si no engordaras. Y de todas formas, sabes que tu peso no es algo que me importe. Siempre vas a ser una mujer hermosa y caliente.-

-¿Y cuando sea vieja?-

-Vas a ser una anciana más que excitante.-

Perrie soltó una carcajada y volvió a acariciarle el cabello azabache.

-Eso está por verse.-

-Y hablando de ver.. me mata la intriga de no saber si es niño o niña.-

-A mí me parece divertido.- se encogió de hombros.



-Hola preciosa.-

La beba rió, aún desde la comodidad de su cuna. Observando a su padre con los ojos azules inmensos, se llevó un puño a la boca. Era pequeña, y adorable, especialmente vestida con aquel enterito blanco de algodón. Y él no podía dejar de mirarla, la amaba tanto que se sentía que podría pasar toda la vida mirándola y jugando con ella. Definitivamente su hija era lo mejor que le había pasado en la vida, y se lo agradecería a Perrie por siempre.

-¿Vamos a levantarnos?- preguntó a la niña.
Adoraba hablarle, a pesar de que ella todavía no hacía más que balbucear.
-Es un día precioso.-

La levantó y la cargó contra sí, con cuidado. Ella continuaba risueña, y respondía tiernamente a las caricias que su padre le brindaba con la mano derecha.
Había estado mucho tiempo sin poder cargarla como consecuencia del hombro que se había dislocado en aquel accidente. Lo habían tenido con el brazo inmovilizado y cuando se lo habían quitado había necesitado de terapia para poder recién entonces ser capaz de sostener a su hija sin miedo a que ella pudiera caerse. Y ahora continuaba ejercitándose diariamente para fortalecerse, no existía mejor motor que el poder jugar con Mila.

-Vamos a preparar el desayuno.- murmuró, adentrándose en la cocina donde ya tenía lista la sillita donde sentar a la pequeña. -Tu madre ama los panqueques con miel y canela. Y estoy seguro de que a vos también van a gustarte cuando seas más grande.-

Mila tenía casi diez meses, y desde hacía unas pocas semanas ya podía agarrar su botella con ambas manos para llevársela a la boca y beber. Por lo que cuando su padre le brindó la misma con leche tibia, ella aceptó gustosa.
Nunca la dejaban bebiendo o comiendo sola, siempre tenían un ojo puesto en ella; pero al menos le permitía a Zayn hacer cosas mientras la cuidaba.

Enough Room For Three? |ZERRIE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora