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Habían pasado la noche en cuartos separados.
Pero eso no era algo extraño, simplemente era lo que solían hacer cuando estaban enojados o peleaban, resultaba una buena alternativa para cortar por lo sano y evitar empeorar la situación.

-¿Cómo estás?- preguntó a Doniya mientras preparaba el desayuno.
Su cuñada amamantaba a la pequeña haciéndole compañía en la cocina.

-Bien, supongo. Estaba acostumbrada a estar lejos de Usaim por los viajes y todo, pero es raro.-

-¿Lo extrañas?-

-Para nada.- negó -Creo que estar con él era más un mandato que un deseo. Lo único que me importa es Kat.-

-Zayn me contó lo que pasó. Un hombre así no te merece.. ni a vos ni a Kat.-

-Lo sé.- suspiró, mirando a su hija -Pero sé que esto no va a ser fácil. Solo quiero que ella esté bien.-

-Tranquila. Ambas van a estar bien. Tienen a toda la familia con ustedes.-

-Sí.- sonrió -Aún no te agradezco el dejarnos estar acá; no sé cómo voy a devolvérselos.-

-No hay nada que devolver.- negó, poniéndole una taza humeante frente a ella -Somos familia, y la familia está para cuidarse. Además, adoro jugar con esta preciosura.- sonrió a la beba, que ya satisfecha se había alejado del seno de su madre.

-Gracias.- insistió -Hoy no vamos a molestarles mucho, voy a ir a casa de mis padres. Mi papá quiere que hable con el abogado, y mi madre está bastante preocupada por nosotras así que prometí pasar la tarde con ella.-

-De acuerdo. Pero que sepas que ustedes no molestan.-

En verdad no tenía problema alguno con su cuñada y su sobrina viviendo con ellos. Pero esa tarde le podría resultar bastante conveniente que no estuvieran.

Perrie pasó toda la mañana en su local de joyería, intentando no pensar en que su marido se había negado a desayunar y había partido directamente a su empresa más tarde de lo normal para llevar a su hermana y su sobrina a casa de sus padres.
Esperaba que lo que había planeado sirviera de algo. Zayn había dicho estar cansado de ese tipo de situaciones, y ella también lo estaba.
Siempre había sido una mujer tan segura de lo que quería.. con tanta convicción y falta de arrepentimientos; y ahora quizá eso le hubiera jugado una mala pasada. Había estado tan envalentonada con lo que su personalidad le dictaba que quizá se había sentido demasiado impune.
Por primera vez, sentía que las cosas se le habían ido de las manos; y eso no era algo que ella sintiera muy seguido. Siempre había sido independiente y fuerte, tanto que incluso en los momentos más descontrolados de su adolescencia, había tenido el control sobre la situación. Recordaba una única vez en la que no lo había logrado, y había sido cuando sus padres habían muerto en aquel fatídico accidente; definitivamente se había desbordado.

-Perrie, el correo ha dejado una encomienda.- comentó Missy, dejando una caja sellada sobre el mostrador -Tiene la dirección del local y está a tu nombre.-

-Pero no hice ningún nuevo pedido.- murmuró, más para sí que para ambas, pero Missy se encogió de hombros. -Gracias.-

No tenía remitente, como si quien lo había enviado no quisiera que el paquete le regresara.

Con una navaja cortó el sello postal y las cintas de embalaje. La caja estaba repleta de viruta como amortiguación, y entre ella había una cajita de terciopelo rojo.
Al verla pudo imaginar qué guardaba dentro, y no se equivocaba: era el anillo que Dustin le había comprado y que luego había intentado darle en Paris.
No había dejado nota alguna, pero el mensaje era claro. Él no iba a volver a insistir, se había dado por vencido.

Enough Room For Three? |ZERRIE|Où les histoires vivent. Découvrez maintenant