26.

1K 47 11
                                    

Paris había amanecido con el cielo nublado y chubascos que con el pasar del día irían escalando en volumen y se transformarían en lluvias intensas.

Eleanor se había negado a despertar temprano y le había gritado a Perrie por intentar "hacerla madrugar", en propias palabras de la castaña.
La mujer no había tenido problema alguno con salir sola y buscar una cafetería donde saciar el hambre con el que había despertado, no era la primera vez que recorría las calles de aquella ciudad.

Al mediodía, mientras Perrie paseaba aún por uno de los centros comerciales más importantes, había recibido un mensaje de Eleanor en la que preguntaba dónde estaba y le invitaba a almorzar donde ella quisiera.

Habían acordado en encontrarse en el patio de comidas de aquel lugar, y aquella famosa casa de pastas de renombre que tenía una sucursal allí, había sido la suculenta elección.

-¿Qué hiciste toda la mañana?- preguntó la morena mientras buscaba entre las hojas del menú, algo que realmente le apeteciera.

-Fui a desayunar a un café y caminé bastante hasta que llegué al centro comercial. Compré un par de perfumes para Trisha y las hermanas de Zayn, adoran el gusto por los aromas de los franceses.-

-Eso es tierno. Explica por qué te adoran tanto. Y por cierto ¿caminaste bajo la lluvia?¿Estas loca?-

-Quiero imaginar que mis regalos ocasionales no son lo único que les agrada de mí. Y respecto a la caminata, tengo un paraguas.- se encogió de hombros.

-Probablemente el hecho de que tengas a su hermanito bien atendido también les agrada.-

-Ese fue un comentario totalmente innecesario.-

-Y totalmente cierto.-

-Ya, callate.- rió la rubia. -¿Qué vas a pedir?-

-La ensalada mediterránea con pastas me parece una buena opción.-

Perrie leyó los ingredientes de aquel plato y no pudo evitar arrugar la nariz. Siempre había amado el pescado y los mariscos, pero pensar en mejillones le había revuelto el estómago. Definitivamente no iba a pedir lo mismo que Eleanor.

-Creo que voy a ir por los sorrentinos de salmón con salsa de champiñones.-

-Eso suena bien.- asintió su amiga, mientras llamaba al mesero para que tomara su orden.
Cuando éste ya se había ido, fue la castaña la primera en hablar.

-¿Estas bien?-

-¿A qué viene eso?-

-Te notó demasiado pálida. No lo sé, ¿estás comiendo bien?-

-Sí. ¿Tan mal me veo?-

-No es eso, nena. Pero, te noto algo extraña.-

-Ya te dije, últimamente han pasado demasiadas cosas. Y de hecho, creo que hay algo que tengo que contarte.-

-Soy todo oídos.-

Luego del almuerzo, ambas decidieron dirigirse hasta la galería donde empezaba el encuentro entre joyeros de numerosas partes del mundo. Era toda una costosa novedad.
El lugar estaba preciosamente ambientado y tenía un techo completamente de vidrio por el que la luz se filtraba sin restricción alguna. Cada joyero tenía su propio stand montado junto a un guardia de seguridad; el valor que se contenía en aquel edificio era probablemente millonario.

-¡Swarovski!-

Más tarde en la noche y ya sola - Eleanor la había abandonado con la excusa de tener una reunión de trabajo -, Perrie no podía ansiar más el irse directo a la cama y dormir de corrido durante al menos unas ocho horas. Se sentía exhausta, caminar durante todo el día con aquellos zapatos de tacón alto había logrado hacerle doler las plantas de los pies y en lo único que podía pensar era en quedarse descalza y poder estirar los dedos.
Sin embargo, al entrar al apartamento de Eleanor no tardó en comprender que conseguir una cama donde desplomarse no iba a ser una tarea tan fácil.

Enough Room For Three? |ZERRIE|Where stories live. Discover now