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Dos días después, tanto Zayn como Perrie habían sido invitados a almorzar a casa de sus padres.
Trisha adoraba ver a sus hijos y casi todos los domingos les obligaba a todos ellos a reunirse para compartir un almuerzo o en su defecto una cena; y sin embargo esta vez la invitación había sido solamente para su hijo y su esposa.
Era sábado y Waliyha había prometido a toda la familia invitarles a cenar el domingo por la noche. Hacía poco ella y su marido se habían mudado de su departamento a una nueva casa y decían querer inaugurarla y darles noticias. Así que para Zayn no fue tan extraño que su madre decidiera invitar a solo uno de sus hijos, si al fin y al cabo todos iban a verse al día siguiente.
Eso no quitaba el hecho de que Trisha sí había tenido una razón para hacerlo ir visitarla.

En el mundo que la familia Malik siempre se había manejado, las personas mentían tan frecuentemente como bebían champagne; y cuando uno se hace experto en el engaño, también aprende perfectamente a notar cuando alguien está ocultando algo. Trisha había notado que las cosas entre Zayn y Perrie no estaban como siempre, y quería tenerlos solos para poder darse cuenta qué sucedía.
Quizá no fuera lo correcto, considerando que su hijo era un hombre adulto y se había encargado de construir su propia vida, pero no dejaba de ser curiosa y de preocuparse por él y por Perrie.

-Traje el postre.- mencionó la rubia, tras besar la mejilla de su suegra.

-Gracias linda. No hacía falta.- sonrió, antes de abrazar a su hijo. -¿Vos no trajiste nada?- bromeó.

-¿Mi presencia?-

-Egolatra.- le retó, golpeándole suavemente el pecho.

-Ya, la próxima vez invito yo la cena.- prometió.

Ese mediodía sólo serían cuatro personas. Durante toda la comida Trisha no pudo evitar fijarse en el comportamiento de la pareja, algo andaba mal, podía sentirlo. Especialmente porque Zayn parecía negarse a hacer contacto directo con su propia esposa, y a penas interactuaban entre ellos.

-Esto estuvo delicioso, Trisha.-

-Que bueno que les haya gustado. Yo no puedo esperar a probar el postre, pero primero ¿por qué mejor no me ayudas con los platos sucios?-

-¿Queres que lo haga yo?- propuso el moreno.

-No no, cariño. Tu padre tenía algo de lo que hablar, ¿cierto Yaser?- miró cómplice a su marido, habiéndole dicho más temprano que tenía que hablar con su hijo y ver qué le estaba pasando.

-Cierto.-

-Yo no tengo problema en ayudar.- agregó Perrie, poniéndose de pie con su plato y el de su marido en manos.

Así fue como - exactamente siguiendo lo planeado por la mujer mayor - ambas quedaron solas en la cocina.
Perrie ya había comenzado a poner los utensilios sucios en el lavaplatos cuando su suegra se acercó a ella para hablarle.

-Linda. ¿Vos sabes que podes hablar conmigo de lo que sea, verdad? Zayn es mi hijo pero vos no sos solo mi nuera, te has convertido en una hija más tanto para Yaser como para mí. Y yo.. he notado que están algo extraños, y no quiero meterme en su relación porque ambos son adultos, pero sé que conversar con una madre puede ser consolador, y yo estoy acá si necesitas el apoyo de alguien. Incluso si implica alguna estupidez que mi hijo pueda haber hecho.-

La rubia le miró y sonrió. Últimamente todo le emocionaba, no recordaba haber tenido las lágrimas tan fáciles desde que era una niña.

-Zayn no hizo ninguna estupidez más que morderse la lengua.- negó -Tu hijo es un gran hombre.-

-Y vos sos una gran mujer, Perrie.-

Ella no se sentía así. Desde que había vuelto de París no había logrado sentirse cómoda consigo misma, como si se hubiera auto-traicionado.
Odiaba tener las cosas fuera de su control. Y odiaba no haberse dado cuenta de que estaba lastimando a su marido, tanto como odiaba que él no se hubiera animado a decirle lo que le pasaba desde un principio.

Enough Room For Three? |ZERRIE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora