23.

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Oyó la alarma sonar y la voz de Zayn recordándole que debía despertarse. Sintió unas caricias en la espalda y no pudo evitar sonreír.

La noche anterior se habían acostado temprano, en cuanto ella había terminado de armas su equipaje. Y habían pasado al menos media hora besándose, sin más que disfrutando del juego de sus bocas y la sensación de sus cuerpos tocándose. Solo habían hecho eso, hasta que habían estado demasiado cansados y Zayn la había abrazado para dormir.
Durante las últimas dos semanas habían estado mejorando. Se sentían más íntimos, pero las cosas aún estaban extrañas. Él continuaba ocupado con la empresa y ella por momentos parecía demasiado abstraída; Perrie empezaba a creer que algo andaba mal con ella.

El sexo no había vuelto a ser como antes. No porque fuera soso o rutinario, pero definitivamente era más escaso y no parecía tener esa explosividad usual, era tan dulce.. Como si estuvieran teniendo cierto cuidado o como si intentaran que todo fuera despacio y armonioso para no romperse, para reparar algo quebrado.
Quizá de repente hubieran envejecido y ahora ya no tuvieran esa fuerza juvenil ni esa pasión desbordada que siempre había existido entre ellos.

No habían vuelto a hablar sobre terceros. Ni Dustin, ni Vea, ni Mac. Ninguno había sido mencionado. Parecía ser un tema adormecido.
Y Perrie apenas lo había notado, no tenía ese deseo constante por experimentar. Ella misma y su eufórica personalidad, de hecho, aparentaban haber adormecido.

-¿Por qué puse el reloj tan temprano?- murmuró, aún con el rostro aplastado contra su almohada.

-Porque tu avión sale hoy y te gusta estar preparada con tiempo.-

Zayn tenía razón. Ella era fastidiosamente obsesiva con los horarios, y cuando tenía que tomar un vuelo era la primera en estar en el aeropuerto.

-Es por la tarde.- recordó.

-Voy a preparar el desayuno.-

-De acuerdo, gracias.-

El hombre le besó el cabello rubio y salió de la cama.
Perrie lo escuchó caminar descalzo fuera del cuarto y bajar las escaleras tras desactivar la alarma de seguridad.

De mala gana, se levantó y dirigió directo hasta el baño, donde tomó una ducha breve que la dejó húmeda y perfumada. Con el cabello tirado hacia atrás y aún mojado, se puso un par de bragas y se deslizó dentro de una remera amplia que le cubría hasta medio muslo.

Cuando estaba en su casa estaba tan relajada que no se molestaba en verse bien, no le importaba cuánto se le notaban las pecas del rostro ni que sus pestañas y cejas eran tan claras que a penas se le notaban.

-Eso huele genial.-

Su marido estaba en la cocina, haciendo huevos revueltos. Un par de rodajas de pan se tostaban y una palta estaba cortada en rodajas sobre un plato limpio. Zayn estaba desnudo de la cintura para arriba; y ella recordó que que aún eran jóvenes. Aun tenían la piel uniforme y los tatuajes de la espalda masculina resaltaban con cierto brillo; aún les quedaba tanto tiempo.. Era una pena que de repente parecieran una pareja vieja y cansada, cuando sabía que serían con razón así en un futuro.

La mujer le pasó los brazos por la cintura y se abrazó a él, besándole entre los omoplatos.

-Es el primer día en mucho tiempo que podemos desayunar juntos.-

-Aún tengo hora y media para ir a la empresa. Recién son las seis, cariño.-

-Cierto, debería despertarme así de temprano todos los días.-

-Te morirías de sueño.-

-Es tu rutina de todos los días, y te veo bastante vivo.- murmuró, con la mejilla pegada a la espalda bronceada.

-¿Me pasas un plato?-

-Dos.- le extendió.

Ambos conversaron mientras desayunaron. En menos de veinte minutos habían terminado con la comida y Perrie se había acercado a él, algo dulce y juguetona, dispuesta a sentarse en su regazo.

-¿Eleanor va a buscarte al aeropuerto?- preguntó Zayn, mientras deslizaba sus manos por las caderas de su esposa y la afianzaba sobre sus muslos.

-Así es. Está bastante emocionada por verme.-

-Hace mucho que no se ven.-

La rubia asintió.
Miró el rostro masculino y le acarició una mejilla para llamar su atención; los ojos ámbar se fijaron en ella.

-¿Vas a estar bien acá sólo?-

-A penas voy a estar. Voy a aprovechar para estar más en la empresa y terminar con unos papeles importantes. Ahora no voy a tener motivo para ansiar volver temprano.-

-Si algo pasa, espero que llames.-

-Planeaba hacerlo algunas noches para ver cómo estabas.-

-Bien.- le sonrió, aún con sus ojos fijos en los suyos. -Voy a esperar esas llamadas.- susurró, cerca de la boca masculina.

Él la besó. La acomodó sobre él a gusto y acaricio las curvas de su cuerpo mientras apretaba uno de los labios femeninos entre los propios.

-¿Te queda tiempo?-

-No lo sé. Quizá hoy llegue tarde. Quiero despedirte.- murmuró sin alejarse, con sus bocas rozándose con la pronunciación de cada palabra.

Entre besos, las bragas fueron fáciles de hacer desaparecer. Ninguno llevaba mucha ropa, en verdad. Y después de mucho tiempo, ambos se sintieron como si compartir ese momento de intimidad en verdad fuera algo necesario.

Hicieron el amor, con lentitud y profundidad, sobre la silla y apoyándose en la mesa. Sin poder dejar de acariciarse, con la inminente necesidad de sentirse y dejar huella; como si supieran que después de aquel momento las cosas cambiarían, como si despidieran una parte de su vida.

-¿Sabes que te amo?- preguntó por primera vez la mujer, sabiendo que en el último tiempo esas palabras habían estado bastante ausentes en sus bocas, pero especialmente en la suya.

Estaba abrazada a su marido, desnuda en medio de la cocina, sus brazos cruzando por encima de los hombros masculinos y los pies descalzos se tocaban del otro lado junto a las patas de la silla sobre la que estaban sentados. Su frente descansaba sobre el sobresaliente trapecio masculino.

-Lo sé.- respondió en un susurro, besándole la piel del cuello para que lo mirara a los ojos -Sos lo mejor que tengo en la vida, Perrie.- los ojos zafiro lo miraban expectantes y enormes.
El hombre le acarició una mejilla con el pulgar antes de anclar su mano debajo del inicio de la mandíbula de la mujer.

En medio de todo el silencio matutino las palabras resonaron en el ambiente, y en el propio interior de la rubia.

-Vamos a estar bien.-

Zayn besó sus labios castamente, con amor.

"Buen viaje, cariño."
Fue lo último que él le dijo a Perrie antes de partir directo al trabajo, y más tarde ese mismo día ella tomó un taxi al aeropuerto para tomar un vuelo directo a la ciudad del amor.
Llevaba más equipaje del que creía.

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Estuve súper enferma toda la semana y tengo que estudiar pero tenía muchas ganas de subir el capítulo.

Amaría volver a ver más comentarios como antes, pero estoy muy agradecida con pzem1011 que siempre deja algún comentario lindo de apoyo. De todas formas, gracias por seguir leyendo y votando. Todo eso significa mucho, especialmente ahora que estoy con mucho menos tiempo para escribir.

Creo que lo que viene va a estar interesante 🤔 Todo puede pasar en París..

Mucho amor.

Enough Room For Three? |ZERRIE|Where stories live. Discover now