Capítulo 8

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CAPÍTULO 8


    Resultó que Ronnie tenía razón y lo que más necesitaba en esos momentos, por infantil que pareciera, era un helado de chocolate con nata. Una vez que me senté a tomar el delicioso manjar junto a Betty, Veronica y Kevin me invadió la calma y relajación y permití que mi mente se olvidara por un rato de aquellos desastrosos recuerdos sobre mis padres. Nada más hundir la cuchara sobre la bola de helado me puse de mejor humor. Kevin y Veronica charlaban animadamente, pero Betty estaba algo más callada. Yo me limitaba a escuchar la conversación, disfrutar del helado y dar mi opinión de vez en cuando. No mucho después se nos unió Archie.

    ―Ahora que ya estamos todos, tengo algo que deciros ―anunció Veronica con una sonrisilla traviesa. Observé a Kevin, pero estaba tan perdido como yo, ya que al devolverme la mirada se encogió de hombros―. ¡Tengo una cita!

    ―¿Con quién? ―quise saber yo.

    Ella dejó pasar unos segundos para crear expectación. Su sonrisa se ensanchó considerablemente.

    ―Chuck Clayton.

    ―¿Qué? ―dijimos Kevin y yo a la vez, aunque no con el mismo tono. Mientras que el suyo era esperanzado, el mío era de puro terror.

    ―Así es, ¡Chuck Clayton! ―repitió Ronnie emocionada.

    No podía creer que quisiera tener una cita con un chico del equipo. Más bien, podía creerlo a la perfección, aunque no soportara la idea. Después del incidente con Reggie sabía de sobra que las intenciones de los jugadores no eran demasiado inocentes. Estaba claro que era la única que pensaba eso, pues a Kevin se lo veía tan contento como a Veronica.

    ―¡Dios mío! ―exclamó él―. Qué suerte.

    Ronnie rió muy alegre, pero yo seguía sin estar del todo convencida. No quería que le hiciera daño o la presionara. Sabía que ella era una chica dura y muy difícil de derrotar, aunque de todas formas no podía evitar preocuparme por si le pasaba algo. Me mordí el labio algo avergonzada por las palabras que iba a decir.

    ―Creo que deberías tener cuidado con los jugadores del equipo.

    Todos los presentes me miraron confundidos, sobre todo Archie, ya que formaba parte de él. Claro que mis miedos no lo incluían a él. Archie era bueno y agradable, jamás haría daño a una mosca.

    ―No estoy diciendo que Archie, por ejemplo, sea una mala persona ―rectifiqué cuando me di cuenta de que había metido al pelirrojo en el mismo saco que el resto―. Al contrario, él es mucho mejor que los demás del equipo. Es solo que estos últimos días Reggie no paraba de presionarme fingiendo que lo hacía por mi hermano y eso me dio mala espina.

    Veronica esbozó una sonrisa dulce, comprendiendo mis miedos.

    ―Oye, Blaze, sé que estás mal por lo de tu hermano ―comenzó con voz tierna― y quizá eso te hace ser más sobreprotectora con los que aprecias, pero, en serio, no hay nada que temer.

    Por mucho que el tono de Veronica fuera calmado y agradable no me tranquilicé. No quise que se enfadara o le entrara inseguridad. De todas formas tampoco sabía cómo era Chuck o si le haría daño, así que asentí y dejé correr el tema. Ronnie estaba demasiado ilusionada y no pretendía que se apagara su llama de felicidad. Después de todo, me recordé, ella no tenía una familia ideal, como yo, ya que su padre estaba en la cárcel. Era posible que una cita con Chuck le hiciera más que bien, como a mí el helado.

    Tras pasar una tarde bastante divertida y relajante ―a pesar del pequeño momento de tensión por lo de Chuck― tuve que convencerme de que era hora de ir a casa. No tenía ganas de entrar en la gran mansión, tan descomunal como era, y rodearme de una familia demasiado fría y manipuladora. Ese lugar ni siquiera se podía llamar hogar. No era en absoluto acogedora. Tenía muchas habitaciones y rincones perdidos, demasiados pasillos que no llevaban a ninguna parte. Toda la casa era como un reino de hielo y la indiferencia de mis padres solo incrementaba esa sensación. Nada más llegar a Thornhill un escalofrío me recorrió de arriba a abajo. La simple visión de aquella enorme mansión me daba ganas de vomitar. Aun encima tendría que soportar ver a mis padres después del incidente en el instituto, del cual no me arrepentía, pero sí temía la reacción de mis progenitores. Tomé aire y me adentré en la casa del demonio. Al fin y al cabo, no tenía otro sitio al que ir.

BLOODLINE ; JUGHEAD JONES [1] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora