Capítulo 14

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CAPÍTULO 14

    Jughead y yo caminamos por las oscuras calles para llegar a un lugar que desconocía. Después del desastroso memorial de Jason, me había llevado hasta Pop's y habíamos pasado la mayoría de la tarde sin hacer nada. Jughead había estado trabajando en su novela y me había dejado mirar, hasta incluso darle alguna que otra sugerencia. En cuanto a la disputa con mi madre, le había explicado brevemente lo ocurrido y él había respondido que no tenía por qué volver con ella, al menos esa noche. Su oferta había resultado demasiado atrayente; no la había podido rechazar. Como no me había llevado el móvil, tomé prestado el suyo y llamé a Cheryl.

    ―Mamá ya está mucho más calmada, creo ―me había asegurado.

    ―Me ha pegado. Nos ha tratado fatal. Solo... solo necesito un descanso de esa casa ―le había contestado yo.

    Así que ahora recorríamos las calles de Riverdale en la penumbra. No tenía ni la menor idea de dónde vivía Jughead. Yo me encontraba muy cansada y notaba mis párpados caerse. Entre la noche anterior en vela y lo sucedido hoy, mi cuerpo me suplicaba a gritos que me echara en la cama. De repente llegamos al Sunnyside Trailer Park, un campamento de casas de remolque. Fruncí el ceño. Jughead colocó una mano en mi espalda para guiarme hasta su casa. Entre las del resto del campamento destacaba, pero como lugar para habitar seguía siendo demasiado pequeño. Subimos varias escaleras y él llamó a la puerta. En un principio, nadie respondió. Jug volvió a llamar con más decisión y en seguida un hombre de mediana edad abrió la puerta.

    ―¿Jughead? ―preguntó con un tono de incredulidad―. ¿Qué haces aquí? ¿Vienes a quedarte? ―Ahora sonaba casi esperanzado.

    Observé curiosa la escena. Aquel debía de ser su padre. Estaba muy desaliñado, con una barba descuidada y los ojos vidriosos y melancólicos.

    ―No pienso volver ―contestó Jug cortante―. Es solo por esta noche. Blaze necesita un lugar en el que dormir.

    No entendía nada de lo que decían. ¿Acaso no se suponía que Jughead vivía aquí? ¿Por qué entonces le decía a su padre que no pensaba volver? El cansancio quizá me estaba jugando una mala pasada, porque no comprendía en absoluto la situación. El hombre me miró y se quedó helado cuando vio mi cabello pelirrojo en la oscuridad. Parpadeé confusa.

    ―Es una Blossom.

    ―¿Podemos pasar? ―insistió Jughead.

    ―Es una Blossom. No va a entrar ―replicó su padre con voz dura.

    Quise desaparecer, hacerme muy pequeñita. El apellido que tantos dolores de cabeza me daba no paraba de perseguirme. No pretendía causar tensión entre Jughead y su padre. Él ya me había dicho que no tenían una buena relación y lo único que hacía aquí era entrometerme y estropearlo.

    ―Puedo irme a casa ―susurré.

    ―No te vas a ir ―dijo Jughead para luego mirar a su padre con enfado―. Quieres que vuelva, ¿no? Pues empieza a hacer cosas para arreglarlo. Si Blaze puede dormir hoy aquí quizá me replantee regresar. Quizá podamos volver a ser una familia feliz con Jellybean y mamá.

    Esa palabras parecieron ablandar el corazón de su padre, quien se hizo a un lado y nos permitió la entrada. No estaba muy segura debido a la recibida, pero Jughead asintió para infundirme confianza. Su padre, quien se presentó como FP, anunció que dormiría en el sofá.

    ―Puedes quedarte en la habitación, pero no vengas aquí ni toques nada sin mi permiso.

    No quería meter a Jughead en problemas, de modo acepté sus condiciones y me escabullí a la habitación. En ese momento me dio igual dónde estaba. Una cama era todo lo que necesitaba y esta misma me valía. Quería recuperar todo el sueño perdido. Y sobre todo quería despertar en una casa en la que no fuera del todo odiada. Aunque FP no sintiera ningún agrado por mí, por lo menos sabía que Jughead sí me apreciaba. Me tiré en el colchón lo más rápido que pude.

    ―Buenas noches, Blazers ―murmuró Jughead en el marco de la puerta.

    ―No ―solté de inmediato―. No. Juggie, dijiste que no te irías.

    Él pareció dudar, pero a continuación se hizo un hueco en la cama dejando espacio entre nosotros. Se le notaba tenso y sabía lo que eso significaba.

    ―No tienes que estar nervioso, Juggie. Las muestras de cariño son importantes.

    Eliminé la distancia entre nosotros rápidamente. No sabía por qué, pero notaba chispas sobre mi piel y una electricidad que corría por mi cuerpo. De repente me encontraba mucho más despierta de lo que había estado nunca y era todo tan extraño. Apoyé con lentitud mi cabeza sobre el hombro de Jughead.

    ―¿Ves? No tienes que ponerte nervioso.

    Noté el pecho de Jughead subir y bajar hasta acompasarse y volver a su ritmo normal.

    ―Muy bien ―susurró.

    Se llevó una mano a la cabeza y posó sus dedos en su gorro. Entreabrí los labios sin dar crédito. Tras meditarlo unos segundos, se quitó el gorro y lo dejó en el suelo. No podía creer lo que acababa de presenciar. A la velocidad del rayo, me erguí y contemplé a un Jughead sin gorro. Era demasiado extraño, pero no por ello menos interesante. Su cabello era negro y estaba desordenado.

     ―¿Ha pasado algo malo? ―preguntó asustado. Pero el típico Jughead no tardó en asomar para aliviar tensiones―. Aparte de que soy un bellezón, claro.

    No respondí a la gracia que había hecho. El gesto que había llevado a cabo me tenía embelesada. Alcé mi mano para llevarla hacia su pelo, pero me paré a unos centímetros, insegura.

    ―Blaze Blossom, con todos ustedes, jamás ha visto un cabello no pelirrojo.

    En esa ocasión no pude evitar esbozar una sonrisa. Fue el empujón necesario para hundir los dedos en su pelo. Era exactamente como imaginaba. Mi sonrisa se ensanchó.

    ―¿Por qué no enseñas más tu pelo? ―quise saber.

    Él se encogió de hombros. Volví a colocarme en la posición anterior, con la cabeza apoyada sobre su hombro. Jughead ya no estaba tenso en absoluto.

    ―Gracias por traerme aquí ―comenté con un susurro―. Gracias por saber consolarme y por no perder la fe en ti.

    ―Gracias a ti por hacerme sentir vivo.

    Me permití cerrar los párpados para echar un merecido sueñecito. Dormir al lado de Jughead era como sentirse en el lugar más seguro del planeta. Mis pensamientos viajaron hacia mi mesilla, en el cajón donde estaba el discurso para Jason y una esquina doblada con el nombre de Jughead. Me pregunté por qué había escrito eso y si el propio Jughead lo habría leído. Desde luego, a mí él también me hacía sentir muy viva.

    ―¿Puedo preguntarte una cosa? ―cuestionó Jug.

    Yo ya estaba medio dormida, así que emití un gruñido a modo de respuesta que Jughead interpretó como una contestación afirmativa.

    ―¿Qué hacía mi nombre escrito en uno de tus papeles?

    Me vi incapaz de responder, porque Morfeo me atrapó en sus brazos y caí rendida en un profundo sueño. Al día siguiente no me acordaría de la pregunta y Jughead tampoco lo mencionaría. Solo quedaría el recuerdo de sentirme infinitamente a salvo a su lado.

BLOODLINE ; JUGHEAD JONES [1] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora