Capítulo 28

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CAPÍTULO 28

    Me desperté por los golpes en la puerta. Poco a poco iba creciendo su intensidad, denotando en nerviosismo de la persona que llamaba. No podía ser ninguno de mis padres, ya que ellos siempre trataban de mantener la calma y mostrarse serenos, como las típicas familias perfectas y ricas que salían en la televisión. Abrí los ojos despacio, deseando matar a Cheryl por levantarme tan temprano. Finalmente, mi hermana terminó por abrir la puerta de par en par y entrar en mi cuarto.

    ―¡Blaze! ―exclamó con un toque de angustia en la voz―. ¿Aún no estás vestida? ¿Y Jughead no se ha ido?

    Observé a Jug a mi lado, quien dormía de forma plácida como un niño. Las ojeras debajo de sus ojos estaban más marcadas que de costumbre, señal de que necesitaba más descanso y menos café. Pasé las manos por su pelo revuelto, apartando algunos mechones de su cara. Ni se inmutó; daba la sensación de que estaba durmiendo mejor que nunca y recuperando horas y horas de sueño. Me invadió la felicidad al pensar que estaba por fin cómodo y tranquilo.

    ―Blazey ―insistió Cheryl, la cual se encaminó deprisa a mi armario para buscarme algo de ropa. Aparté mi mirada de Jughead para posarla en ella―. Me parece perfecto que lo hayáis arreglado, pero no creo que a nuestros padres les haga mucha gracia que se quede a dormir.

    Bufé, pero sabía que tenía razón. Besé a Jug en la mejilla para luego levantarme de la cama y unirme a mi hermana. Revolvió toda la ropa de mi armario sin darme tiempo a elegir. Al final se decidió por una blusa y unos pantalones vaqueros, un conjunto muy parecido al suyo. Me fui a cambiar al baño a toda prisa, recogiéndome el cabello en un moño no muy bien hecho y poniéndome un poco de brillo de labios, no como Cheryl, quien se negaba a no llevarlos rojos incluso por la mañana. Ella siempre conseguía deslumbrar. Antes de bajar a desayunar, le eché un vistazo a Jughead. Seguía dormido y semejaba no tener intención de despertar pronto. Sonreí sin poder evitarlo.

    Cheryl me tomó del brazo y me obligó a bajar al comedor, donde ya esperaban nuestros padres. Lo que menos me apetecía era verlos y aparentar que éramos la familia más feliz de Riverdale, pero por un día no me moriría. Resoplé nada más poner un pie en el comedor, pero en seguida me corregí y los saludé con una sonrisa.

    ―Buenos días ―dijo Cheryl radiante.

    Nos sentamos cada una en nuestros asientos de siempre y empezamos a comer en silencio. Casi resultaba agradable, de no ser por el hecho de que el silencio era gélido.

    ―Bueno. ―Fue mi hermana la que habló primero y, en verdad, se lo agradecí―. Nos han invitado a una fiesta este sábado.

    Mamá asintió, untando un poco de mermelada sobre su tostada. Dejó el pan sobre el plato y entrelazó los dedos de sus manos para apoyar ahí la barbilla.

    ―¿De quién?

    ―Nick Reedus, el hijo de Donna y Mark ―contestó Cheryl.

    Siempre era lo mismo. La gente de nuestra edad no se caracterizaba por sus propios atributos, sino por quiénes eran sus padres. Para ellos lo significaba todo y clasificaban a nuestros compañeros entre los "buenos" y "malos" según les cayeran bien o mal sus progenitores. Así no hacían más que prejuzgarlos y ponerles unas etiquetas normalmente falsas, y no conseguían más que enfadarme. Apreté los labios para callarme.

    ―¿Y os vais a quedar a dormir ahí? ―inquirió papá.

    ―¿O en casa de Jughead? ―añadió mamá alzando una ceja.

BLOODLINE ; JUGHEAD JONES [1] ✅Where stories live. Discover now