Marina.

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-Bueno, ya sabes como me llamo, tengo 25 años y soy piloto de Motociclismo. Me mudé a Lleida para estar más cerca del aeropuerto, pero verdaderamente soy de Cervera, un pueblecito de aquí. Te va a encantar cuando lo veas, ya verás, es muy acogedor. Tengo un hermano que se llama Álex, que es un pesado pero se le acaba cogiendo cariño y mi nombre no sé por qué me lo pusieron, pero seguro que no tiene una historia tan bonita como la tuya. 

Siguieron hablando de todo y nada a la vez hasta que aparcaron frente a una casa. 

Marc se bajó y Marina lo imitó posteriormente. Se notaba que la chica estaba algo nerviosa, por lo que él la atrajo a su cuerpo.

-Tranquila, no te van a comer. No les gusta la carne de jóvenes profesoras rubias.

Bien, había conseguido que volviera a reírse y eso a él, le encantaba.

*Narra Marina*

Marc era muy atento, no sólo hacía que riera, sino que también había sido capaz de enfrentarse a Hugo para que me dejase en paz. No tenía la más mínima idea de qué le había dicho, pero había conseguido que éste saliera corriendo.

Pegada a Marc llegué al porche de aquella casa. Él tocó el timbre y al momento una mujer más o menos de mi estatura abrió, recibiéndonos con una gran sonrisa.

-Tú debes ser Marina, ¿Verdad? Encantada, cariño, me llamo Roser. No me había dicho mi hijo que eras tan guapa. Pasa, pasa, estás en tu casa preciosa.

-Muchas gracias por invitarme señora, no quería molestar, pero Marc insistió tanto que no pude negarme.-Dijo Marina, dándole dos besos a la mujer. Le había caído genial.

-Uuuh acabas de cavar tu propia tumba, Marinita.- Decía Marc riéndose.- No le llames señora que se enfada.

-Eso, llámame Roser por favor, que si no, me haces sentir mayor.

La chica asintió sonriente y entraron a la casa donde el resto de la familia se acercó para recibir a la invitada.

Se fueron presentando uno a uno hasta que Marina vio a una niña pequeña escondida tras la pierna de Juliá, el cabeza de familia. Ella se agachó para quedar a su altura.

-Hola bonita, ¿Cómo te llamas?

La niña dudó un momento pero al final, optó por acercarse.

-Me llamo Marina, ¿Y tú?

-¿Marina? ¡qué nombre más bonito! 

Todos se reían al admirar aquella situación.

-No te lo vas a creer peque, pero yo también me llamo Marina.

La niña se quedó mirándola pero, de un momento a otro, se tiró contra ella para darle un gran abrazo.

Todos se sentaron en la mesa pero Marina se fue a la cocina con la idea de ayudar a Roser.

-No te preocupes, de verdad, eres la invitada. Puedo yo sola.

Tras una pequeña discusión en la cocina, la joven salió victoriosa por lo que comenzó a sacar platos de la cocina.

Marc la llamó y ella se acercó al chico para ver qué quería.

-Muy bien le has tenido que caer para que te deje ayudarla, no le deja a nadie.

Marina sonreía mientras que la peque tiraba del brazo del piloto.

-Primo Marc, ¿Me vas a llevar después al parque?

-Claro que sí, cariño. 

-Pero quiero que venga Marina también.- La pequeña miró a la chica, esperando su respuesta.

-Por supuesto que sí, vamos a jugar a todo lo que tú quieras, ¿Vale?

En poco tiempo, se había creado una conexión muy especial entre las dos Marinas.

No te vayas.  [Marc Márquez]Where stories live. Discover now