Cosquillas, risas y besos en el cuello.

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Salgo corriendo de aquella cafetería, siguiendo sus pasos. 

Miro hacia atrás, sé que Marc viene también; lo escucho llamarme, pero me da igual. Tengo que alcanzarlos.

Por un momento había dejado de verlos pero, de nuevo, mi mirada se encuentra con la de aquella chica; no hay duda, es Lara. Es mi hermana. La he encontrado.

El chico que tira de ella anda a paso ligero, se ha dado cuenta de que les seguimos. De pronto, entran en un edificio, cerrando la puerta a su paso. 

No los he podido alcanzar.

-¡Marina! ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?- Marc llega a mi lado, regulando su respiración tras la gran carrera que nos hemos pegado. Sin duda, hacer ejercicio después de comer churros no es nada bueno. Al momento, es Álex el que nos alcanza, repitiendo las mismas preguntas que anteriormente me ha hecho su hermano.

-Sí chicos, estoy bien. Es ella, la he encontrado. He visto a Lara pasar por delante de la cafetería y he salido en su búsqueda, pero el chico que tiraba de ella ha sido más rápido que yo y han entrado en ese edificio de ahí.- Digo, señalando el gran edificio de ladrillo marrón anaranjado que tenemos delante nuestra.

-Pero, ¿Estás segura que era ella?- Vuelve a preguntar el pequeño de los Márquez.

-Sí Álex, era ella. Estoy segura. Era muy parecida a mí y, por si fuera poco, he visto la mancha de nacimiento que tiene en su mano izquierda. No hay duda; era ella.

-Bueno, lo importante ahora es tranquilizarse y comunicarle la noticia al abogado, creo que es lo mejor, no podemos actuar sin su consentimiento.- Dice Marc, pasando su brazo sobre mi hombro y atrayéndome hacia su cuerpo.

-Vale, está bien. Tenéis razón. Anda, vámonos que va a volver a llover y no tenemos paraguas.- Ambos asienten y comenzamos a caminar de nuevo a casa de mi abuela, aún tenemos que ver cómo dormimos.

Llegamos a casa, ya había empezado a hacer más frío, así que al entrar al interior de la casa y ver la gran chimenea encendida, pudimos sentir un gran alivio.

Nos sentamos todos en los sofás del salón, contándoles lo acontecido a mi madre y a mi abuela, por lo que finalmente nos pusimos en contacto con el abogado y quedamos en que mañana pasaríamos por la zona, viendo de qué lugar en concreto puede tratarse y qué plan podríamos llevar a cabo para sacarla de ahí.

Ya se había hecho bastante tarde; pues tras cenar, volvimos todos a nuestra posición inicial en el sofá y ya nos estaba entrando sueño, así que decidimos irnos a dormir.

-Bueno, a ver cómo nos organizamos para dormir.- Dije, saliendo del baño con mi pijama ya puesto. Teníamos que dormir los tres en mi habitación ya que la otra que había libre en la casa había sido ocupada por mi madre.

-Pues no sé, somos tres y hay dos camas.- Dijo Álex, sentándose en una de ellas.

-Yo con Álex no duermo, que se mueve mucho y me da patadas.- Dijo Marc, a modo de protesta mientras lo señalaba.

-¡Pero serás mentiroso! ¡Yo no hago eso, eres tú el que molesta porque no para de roncar!.- Contesta su hermano, a modo de defensa.

-Eso es mentira, ¿Verdad Marina?

-¿Habéis dormido juntos? Genial, por otra vez que lo hagáis no pasará nada. Ale, hemos terminado de repartir las camas, ¡Buenas noches chicos!.- Álex dio por zanjada la discusión, tumbándose en la cama en la que anteriormente estaba tumbado.

-Tendrá morro el tío...- Reprocha Marc entre dientes.

-No pasa nada, si en el fondo tiene razón. Venga, vamos a dormir. Buenas noches, señor farola.- Le digo a Álex mientras me tumbo en la cama, dejándole un sitio a Marc.

-Buenas noches, Marina, buenas noches gruñón.- Álex continuaba con sus burlas hacia su hermano.

-¿Para ella no tienes mote?

-No, aún no se me ha ocurrido ninguno. Pero se me ocurrirá.- El pequeño de los Márquez contestaba, pero, por otra parte, no dejaba de bostezar.

-Venga, duérmete ya que no puedes ni con tu alma.- Marc y yo no podíamos dejar de reír.

Terminamos de acomodarnos en la cama que, era pequeña, pero entrábamos en ella bastante bien. Marc me abrazó, haciendo que dejara reposar mi cabeza en su pecho mientras él acariciaba mi pelo.

-Que descanses, rubia.

-Buenas noches, Marc.

Y así, me quedé dormida entre sus brazos.

[***]

Siento un peso encima de mi cuerpo. 

Abro lentamente los ojos ya que la claridad que se cuela por la persiana molesta levemente. 

¿Álex?

-¿Álex? ¡¿Pero qué haces encima mío?! ¡Quítate, que me vas a aplastar!.- Comienzo a patalear, buscando la forma de echarlo de la cama.

-¡Uy! la señorita tiene mal despertar, creo que ya tengo un mote para tí. Si Marc es el señor gruñón, tú serás la señora gruñona. ¡Qué gran pareja!.- Se reía, haciéndome cosquillas. Ya sí que era imposible quitarlo de encima, las pocas fuerzas que tenía las estaba perdiendo por culpa de sus cosquillas. De pronto, veo a Marc salir del baño.

-¡Marc, ayuda! El farolas me tiene acorralada.- Gritaba, reclamando su ayuda. Él, en vez de ayudarme, decidió aliarse con su hermano y tirarse sobre la cama, comenzando a hacerme cosquillas también.

-¡Traidor!.- Decía riendo a más no poder.- ¡Parad ya! ¡Cuando os pille veréis!- Me dolía el abdomen de tanto reír a carcajadas; ellos estaban más o menos igual.

-¡Chicos, a desayunar!. - Oímos a mi abuela desde la primera planta de la casa. Ellos se miraron y asintieron; ¿Qué estarían tramando?

-Firmamos una tregua, tenemos que alimentarnos bien para poder seguir con nuestra pelea.- Dice Álex, tendiéndome la mano.

-Pero mira que sois payasos, ¡Sois unos tramposos!, dos contra una no vale, no hay igualdad.- Digo, cruzándome de brazos y haciéndome la ofendida. Álex sale de la habitación, mientras que Marc estaba aún delante mía, ya de pie al lado de la cama.

-Venga, Mar, no te enfades. Tengo un plan contra Álex, ¿Aceptas?.- Me tiende la mano.

-¿Cómo sabes que me dicen Mar?

-Tu abuela, anoche mientras estabas fregando los platos con tu madre y con Álex me contó un montón de cosas sobre ti; incluso me enseñó fotos de cuando eras pequeña, parecías una bolita.- Decía Marc, riendo a carcajadas.

-¡Ven aquí y repite eso!.- Cogí la almohada de la cama en la que habíamos dormido la noche anterior y di con ella en su cara.

-¡Para!.- Logró quitarla de mis manos y me atrajo hacia su cuerpo.- Eras una bolita, pero ahora eres la chica más preciosa que he visto en mucho tiempo.- Se acercó más aún. Sus labios estaban muy cerca de los míos. Cerré mis ojos. Pero, sin embargo, no noté sus labios contra los míos; sino que éstos fueron a parar a mi cuello.

-¿Aceptas mi plan contra Álex?.- Volvió a repetirme. Tras ese beso en el cuello, yo sólo pude asentir, dejando escapar por mi boca un leve gemido. 

Era mi punto débil

y había dado con él. 

No te vayas.  [Marc Márquez]Where stories live. Discover now