Verdades.

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La luz de un nuevo día que ya ha dado comienzo entra por mis persianas. No hay tiempo que perder, hoy probablemente sea uno de los días más importantes de mi vida; hoy comenzamos a buscar a Lara.

Me levanto de la cama entrando al baño para comenzar mi rutina diaria, pasando a entrar a la cocina para comenzar el día con energía. Al entrar, me encuentro a mi abuela y a mi madre sentadas en la amplia mesa que preside la cocina. No lo dudo y corro a abrazar a mi madre. Ella, por su parte, me estrecha fuertemente entre sus brazos, dándome esa fuerza que tanto necesitaba.

-Hija mía, te he echado de menos.

-Y yo a tí mamá; no sabes cuanto.

Comienzo a desayunar bajo la atenta mirada de mi madre y mi abuela, ya que ellas lo han hecho anteriormente. De pronto, a mi madre le llega un mensaje y su cara cambia.

-¿Qué pasa, mamá? Te has puesto más seria.

-Es un mensaje de tu padre.- Al principio no me lo quería enseñar pero, tras un buen rato insistiendo, acabo con su móvil entre mis manos. 

"Sé que estás en Málaga. Ojalá nunca encontréis a tu hija. Estaré cerca de vosotras, vigilándoos; no lo olvides, Lucía"


-Mamá, ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué es lo que me tenías que contar? No entiendo nada, habla ya por favor.- Mi madre asiente y, acercándose mí mientras estrecha mis manos entre las suyas, comienza a hablar.

-Voy  a ser muy directa, porque hay poco tiempo y no quiero entrar en muchos detalles; de eso tendremos tiempo después. Cuando tú eras muy pequeña, tu padre y yo estuvimos al borde del divorcio, pues no parábamos de discutir por todo y por nada a la vez. Durante el tiempo que estuvimos así, yo comencé a conocer a otro hombre y... bueno, y yendo al grano, que tu hermana no es hija de tu padre, que el verdadero padre de Lara es él.- Me quedé pálida; no sabía qué contestar, no sabía cómo reaccionar.

-Y...¿Mi padre cuándo se enteró de todo esto?

-Lo sabía desde antes de nacer Lara. Era evidente y yo no quería esconderlo.- Bien, creo que voy asumiendo toda la información poco a poco. Ahora viene la pregunta más importante.

-¿Él tiene algo que ver en la desaparición de Lara?- No me andé con rodeos. Como si de una entrevista se tratase lancé la pregunta; disparé la bala, sin darme cuenta de que a la que ésta alcanzó verdaderamente fue a mi.

-Sí. Él hizo todo lo posible por apartarla de nuestro lado, siempre. Quería que, justo al nacer, la diese en adopción. Me negué rotundamente, hasta ese día en el que hizo que desapareciera y no supiéramos de ella nada más.- Hablaba mirando las impecables baldosas que decoraban la amplia y luminosa cocina de mi abuela María; no apartaba la mirada de un punto fijo, como si cada palabra que soltaba por su boca provocase un gran dolor en su corazón; y claro que era así.

-¿Tú sabes algo de las cartas?

-No; no llegué a leer ninguna. No sé dónde pudo haberlas guardado. Es todo un misterio.

Una vez respondió a esa pregunta, di por finalizada mi particular "entrevista", levantándome de la mesa sin decir nada, para poner rumbo a la puerta de la casa.

-¿Dónde vas, hija?- Preguntó mi madre detrás mía, siguiendo los pasos que escasos segundos antes había dado yo.

-Me voy a la playa, necesito asimilar todo esto. No te preocupes, estaré bien y vendré antes de que llegue el abogado que se va a encargar del caso de Lara.- Le di dos besos a ella, al igual que a mi abuela María y crucé la puerta de la casa. 

Fuera hacía frío, normal; estábamos a mediados de noviembre y, pese a ser una ciudad bastante cálida, el tiempo invernal había llegado hasta el sur. Quería despejarme; necesitaba sentir el olor a salitre inundando mis fosas nasales así que puse rumbo a la playa y me senté en su fina arena. 

Cómo echaba de menos este lugar; esta era nuestra playa favorita. Aquí, Lara y yo hicimos cientos de castillos de arena y jugábamos hasta que el sol se ponía para después, irnos a cenar a casa de la abuela, pero siempre con nuestro bañador puesto. Siempre que veníamos, éste se hacía una extensión más de nuestra piel; nunca sabías cuándo ibas a acabar en la playa.

Me tumbé en la arena; me daba igual ensuciarme, sólo necesitaba estar ahí, sola, despejándome; pensando en todo esto. 

Jamás podría haber imaginado todo lo que mi madre había contado anteriormente y, lo peor, nunca creí que mi padre fuese capaz de hacer desaparecer a Lara; hasta ahora.

Ya se sabe la verdad y ahora, lo que importa, es dar con ella.

No sé cuánto tiempo llevaba sentada ahí hasta que empezó a llover, pero no me moví; permanecí en la misma posición de antes. Ya no sentía nada, sólo necesitaba eso, la perfecta combinación del mar y las gotas de lluvia cayendo sobre mi cuerpo. Pero, de pronto, algo; o más bien alguien, hizo que la lluvia dejara de mojar mi cabello.

-Te vas a resfriar si sigues ahí.- Y, efectivamente, alguien con su paraguas me cubrió, protegiéndome de lo que dejó de ser lluvia y pasó a convertirse en tormenta.



¡Hola, caracolas!

¿Qué tal? Hoy os traigo una especie de adivinanza; a ver, ¿Quién creéis que es la persona que ha tapado a Marina con su paraguas? Va, contestadme y el primero que de la respuesta correcta, tendrá un cierto privilegio en esta novela, y es que podrá decir qué es lo que ocurrirá en un hecho que llegará próximamente. 

¿Qué será, será? Pronto lo sabréis! 

Que sigáis disfrutando de cada capítulo y, una vez más, gracias por leer

lss.

No te vayas.  [Marc Márquez]Where stories live. Discover now