Infancia.

299 18 0
                                    

*Narra Marina*

Esa carta fue un soplo de aire fresco viniendo hacia mí. Lara estaba viva; después de tantos años, seguía con vida. 

Me pareció muy extraño lo que puso, lo de que era la novena carta que escribía. Hay algo escondido detrás de todo esto, algo que ha hecho que esas cartas jamás llegase a leerlas. Algo no; más bien alguien, y me voy a encargar de saber qué es lo que pasa aquí. Ahora lo importante es ir a por ella.

Marc seguía en mi casa, así que terminamos de desayunar y después, me entretuve ordenando un poco la casa. Hacía casi una semana que mis padres se fueron de viaje y yo, después de lo que pasó con Hugo, no he vuelto aquí, así que es hora de poner orden. Marc por su parte, estaba con mi portátil, viendo una película.

-¿Y tú no entrenas?- Le dije, acercándome al sofá en el que estaba sentado y poniéndome a su lado para hacer un breve descanso de mis tareas.

-Sí, comenzamos la temporada en Marzo, así que aún quedan varios meses. Normalmente suelo entrenar todos los días, pero como esta semana ha hecho mal tiempo, me he dado un descanso.- Dijo, despegando los ojos de la pantalla y mirándome a mí. Me encantaba cuando se quedaba fíjamente mirando mi cara. Le sonreí y me levanté, parándome enfrente del ventanal que daba al patio. Ahí fuera seguía lloviendo, como toda la noche. No sé cuánto tiempo pude estar ahí, parada. De pronto, noté unos brazos rodeando mi cintura.

-¿Por qué te gusta tanto la lluvia?- Sonreí, ya que Marc me había dicho esto en voz baja, en mi oído; probablemente, porque no quería asustarme ni distraerme.

-Me recuerda a Lara. Un día cuando éramos pequeñas y estábamos en Málaga pasando las vacaciones de Navidad nos fuimos al parque del barrio, allí nos juntábamos todos los niños a jugar. Comenzó a llover muy fuerte, como ahora, por lo que todos nos fuimos a nuestras respectivas casas. Nosotras estábamos en casa de mis abuelos y ellos tenían un patio lleno de césped. Al llegar a casa, nos pusimos a jugar, pero no dentro de casa; sino fuera, saltando en los charcos llenos de barro. Nos pusimos sucísimas, pero nos lo pasamos genial. Nuestra madre nos lió una buena, pero por otra parte, nuestra abuela nos preparó churros y chocolate caliente. Eso es algo que jamás voy a olvidar.- Le conté toda la historia sin despegar la mirada del cristal. Él seguía abrazándome por la cintura, como si la vida se le fuese en ello.

-Érais un par de macarras, ¿O me equivoco?

-Qué va. Nuestra abuela siempre ha dicho que, la una sin la otra no somos nada, por lo que, cada vez que viene a visitarnos, dice que me falta una parte; y tiene toda la razón. Me falta el alma desde que Lara desapareció. La echo de menos.

-Pero eso pronto se va a convertir en el pasado, porque cuando menos te lo esperes, la tendrás a tu lado y podrás darle todos aquellos abrazos que estos años llevabas reservando para ella. Ya lo verás.- Dijo esto último, dándome un beso en la mejilla. 

Pasó la mañana entera, así que a la 1 y media nos pusimos a hacer el almuerzo y comimos, ya que a las 4 y media habíamos quedado con el abogado que nos ayudaría en el caso de Lara.

Terminamos de prepararnos y nos fuimos para allá. Al cabo de unos 10 minutos, el señor apareció.

-Buenas tardes, chicos. Soy Mario Navarro, abogado experto en secuestros. Vosotros debéis ser Marc y Marina, ¿Me equivoco?

Ambos asentimos y nos sentamos en una de las mesas de la cafetería, pidiendo algo para tomar.

-A ver, Marina, me encantaría que me contases qué es exactamente lo que pasó y, hasta día de hoy qué es lo que sabéis sobre su paradero.

Le conté todo y, por último, le mostré la carta que había recibido esta mañana.

-Aquí pone que envió más cartas, ¿No sabes dónde pueden estar?

-No, es la primera noticia que tengo de esto y estoy más que perdida. No tengo ni idea qué pudo haber sido de éstas.

-Está bien, lo primero de todo es saber datos personales suyos, así como algo que nos pueda hacer saber que es ella; manchas de nacimiento, lunares... todo eso.

-Lara tiene una mancha de nacimiento en la mano izquierda. ¿Eso puede ser de ayuda?

-Claro que sí. Sabiendo un dato tan concreto, sabremos que es ella a simple vista. Ahora lo que tenemos que hacer es irnos a Málaga. Debemos preguntar cuál ha sido el lugar concreto desde el que se ha enviado esta carta, ya que no pone nada.- Asentí; tenía razón. Debíamos irnos a Málaga cuanto antes. Ella misma dijo en la carta que no sabía cuánto tiempo más podía aguantar.

-Sin embargo, me gustaría saber algo más sobre el resto de las cartas, así que lo mejor será que le pregunte a sus padres, Marina.-Volvió a decir Mario, anotando los datos que anteriormente le di sobre Lara.

Ahora venía la parte difícil. Saber dónde están todas esas cartas.


No te vayas.  [Marc Márquez]Where stories live. Discover now