Reencuentros.

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-Bueno, vale. Acepto. A ver qué está pasando por esa cabecita.- Le digo, acariciándole el pelo.

-Nada bueno.- Me responde, guiñándome un ojo y saliendo de la habitación.

Sonrío y salgo detrás suya. Hace un rato que nos han llamado, por lo que abajo tienen que estar desayunando ya. 

Bajamos las escaleras a toda prisa, tanto, que me salto uno de los escalones. Marc se da cuenta y, antes de que mi cuerpo impacte contra el suelo, me coge en brazos.

-Cuidado, Superman; bueno, superwoman.- Dice, carcajeando.

-Menos gracias, bonito.-Me hago la enfadada cruzándome de brazos.

-He salvado a la princesa; ¿Dónde está mi recompensa?.- Marc, conmigo aún en brazos me mira fijamente, poniendo morritos.

-Mmm... si insistes...-Aproximo mis labios a los suyos y, cuando escasos milímetros nos separaban, aparece Álex, con una magdalena en la mano.

-Pues no tenéis cuento ni nada. Ya era hora, llevamos esperándoos un buen rato. Se me va a enfriar el colacao por vuestra culpa.

-Este es un aguafiestas; no sé cómo consigue aparecer en los momentos más oportunos.- Dice Marc, viéndose obligado a separarse de mí, dejando que mis pies vuelvan a estar en contacto con el suelo.

-Venga, farolas, vamos a desayunar.- Entramos a la cocina, dando los buenos días y tomando asiento en las dos sillas libres que quedaban.

Cojo mi taza y me echo café, mientras que Marc toma colacao, al igual que su hermano, el cual está mojando la magdalena que anteriormente llevaba en la mano. 

-Álex, di Pamplona.- Le digo, expectante por lo que va a ocurrir.

-Plamplona.- Álex, con los mofletes llenos intenta pronunciar palabra, pero es imposible. Comienzo a reírme fuertemente, llevo tiempo sin admirar una escena de este tipo.

-Mar siempre con la misma broma.- Dice mi madre, negando con su cabeza, pero a la misma vez, siendo incapaz de contener la risa, al igual que mi abuela y que Marc.

-Es verdad, hija. Cuando eran pequeñas, siempre hacían lo mismo.- Se une la abuela a la conversación.

-Cada vez estoy más segura de que érais dos trastos.- Me susurra Marc al oído. El resto de personas no lo oyen porque siguen ensimismados, viendo a Álex con el show de su magdalena.

-Pronto lo descubrirás, Márquez.- Le devuelvo el guiño que anteriormente él me había hecho.

Suena el timbre de casa, por lo que me apresuro a abrir la puerta. Allí podemos ver al abogado y al detective. Los guío al salón, donde al momento, aparecen el resto, dando por finalizado el desayuno. Bueno... todos menos Álex, que ha dejado las magdalenas a un lado para zamparse un croissant de chocolate, hecho por mi abuela.

-¿Queréis croissant?.- Pregunta el pequeño de los Márquez a los nuevos invitados.

-Nnno... gracias...- Responde Mario, el abogado, un poco confuso. Normal, vaya escena.

Intento aguantarme la risa y centrarme en la conversación que mi madre y los dos hombres encargados del caso de mi hermana están entablando.

-Bien, hemos hablado esta mañana con la policía, por lo que, en un par de horas iremos con ellos al lugar que anoche nos dijo Marina. Ya saben, con la policía de nuestro lado, podremos entrar con total facilidad.- Todos asentimos y comenzamos a idear el plan.

-Primero entrará la policía, encargándose de arrestar a los cabecillas de este plan. Hay más datos que aún no les he contado; no es la única chica a la que tienen secuestrada, pues hay varias más, por lo que se trata de una banda encargada de llevar a cabo este tipo de trabajos. Una vez los tengan arrestados y hayan liberado a las chicas, Lara podrá regresar a casa, pero no sin antes pasar por un hospital. En estos casos, lo mejor es que le hagan una serie de pruebas para corroborar que todo está en su sitio. No se asusten si le hacen pasar la noche en observaciones, es lo más normal.-Volvemos a asentir, con la particularidad de que esta vez tengo la mano de Marc apoyada en mi hombro, en señal de ánimo. Yo estoy sentada en el sofá, al lado de mi madre y mi abuela, mientras que Álex está en un sillón, al lado del abogado y del detective. Marc, por su parte, está de pie detrás del sillón.

Nos levantamos y comenzamos a organizarnos. Ya no hay marcha atrás; después de tantos años, hoy es el día en el que volveré a abrazar a Lara.

Las horas pasan volando, y con esto, el momento de acercarnos al lugar donde hace un día atrás vi entrar a Lara se acerca. 

Salimos de casa. Yo conduzco el coche que mi madre tenía aquí, de copiloto llevo a Marc y atrás va Álex. En otro coche van mi madre, mi abuela y los dos hombres encargados del caso. Nos abrochamos el cinturón y salimos a la carretera.

El trayecto se desarrolla en silencio, escuchando todas las canciones que van sonando en la radio, aunque yo no le presto mucha atención. Marc se da cuenta de mi nerviosismo y coloca su mano sobre la mía, que la tenía apoyada en la palanca de cambio de marchas. Le sonrío y miro por el espejo retrovisor, confirmando que mi madre nos seguía.

Llegamos al lugar deseado y aparcamos. Allí ya estaba la policía, esperando nuestra llegada para dar inicio al plan, al que Álex ha nombrado como "Operación L"; supongo que L de Lara. Qué gran imaginación tiene; nótese la ironía.

Caminamos hacia los policías, haciendo los saludos oportunos y, tras una serie de indicaciones, comienzan a entrar en el interior del edificio.

Desde ahí, todo pasa muy rápido, sólo recuerdo a Marc abrazándome fuertemente contra él.

*Narra Lara*

Oigo un gran estruendo en el exterior del edificio al que, después de tantos años, es imposible darle el nombre de casa. Yo prefiero llamarle infierno.

Aquí todo es una monotonía; me levanto, no desayuno porque no me dan nada para desayunar, miro por la ventana, como la poca comida que me ponen al mediodía y, a partir de ahí, hacen conmigo y con el resto de chicas que hay aquí lo que quieren. 

A veces pienso que se han olvidado de mí, o incluso, que me creen muerta. 

Creo que no han leído mis cartas donde confieso lo mal que me siento y cómo me tratan día tras día.

Me asomo por la ventana, intentando averiguar de dónde proviene ese gran alboroto. 

Abajo puedo ver varios coches de policía y... no puede ser... es mi madre, mi abuela y...¿Esa es Marina? Sí, tiene que ser ella. Físicamente somos muy parecidas. Y hay dos chicos más. Ambos son bastante guapos, uno de ellos está abrazando a Marina y el otro es bastante alto. Me fijo bastante en él; me llama mucho la atención.

De pronto, veo como abren mi puerta, apareciendo tras ella un policía.

-¿Lara?- Asiento, sentándome en el suelo. Tal vez esto es un acto reflejo; siempre que tenía miedo me arrinconaba contra la pared, tapándome con mis brazos.

-No tienes por qué temer, tus días aquí han terminado.- Me tiende la mano y yo accedo.- Vamos, supongo que querrás ver a tu familia, ¿Sabes? llevan tiempo haciendo hasta lo imposible por encontrarte, y por fin lo han logrado.

Bajo las escaleras de la mano del policía. Fuera ya estaban todas mis compañeras, con sus respectivos familiares que, al igual que los míos, habían venido a recibirlas.

-¡Lara!.- Marina se tira a mis brazos, corriendo.

-Te quiero, Marina. Te quiero mucho.- Consigo decirle. Ambas estamos abrazadas entre lágrimas. Cuánto añoraba estar con ellos.

Al rato, mi abuela y mi madre se unen al abrazo. Los otros dos chicos, por su parte, permanecen quietos, al lado.

-Lara cariño, ellos son Álex y Marc, también nos han ayudado a encontrarte.- Me dice mi hermana. Ellos vienen hacia mí, dándome un gran abrazo.

-Eres muy guapa.- Me dice el más alto que, por lo que he podido comprender, se llama Álex. Yo le sonrío, a modo de agradecimiento. 

Por fin vuelvo a la vida.

No te vayas.  [Marc Márquez]Where stories live. Discover now