Felicidad.

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Salimos del bar una vez hemos terminado de comer. Marc y Álex se han empeñado en pagar ellos.

-Tomadlo como una fiesta de bienvenida a Lara.- Dice el pequeño de los hermanos. A nosotras no nos queda más remedio que asentir resignadas.

Subimos al coche, situándome nuevamente en el asiento del conductor.

No se oye ni una mosca, van todos muy calmados. Giro levemente mi cabeza hacia la derecha, viendo como Marc va apoyado a la ventana lateral, mirando fijamente a la carretera. Él se da cuenta y me mira, mostrándome esa sonrisa tan bonita. Le imito el gesto.

Vuelvo la vista a la carretera y me paro en el semáforo que se acaba de poner rojo. Ahora, miro por el espejo retrovisor; Lara va dormida sobre el hombro de Álex, que la mira como si sólo existiera ella en el mundo. Sonrío al contemplar esa imagen y me doy cuenta de que Marc se ha percatado de la situación, porque está echándoles fotos con su IPhone. 

Contengo la risa; no quiero despertar a mi hermana.

El semáforo se pone en verde y continuamos nuestro trayecto. Al cabo de unos 10 minutos, hemos llegado a casa. Aparco y bajamos del coche. 

Álex lleva en brazos a Lara; ninguno hemos querido despertarla. 

Introduzco la llave en la cerradura de casa y abro la puerta, dejando que, en primer lugar, pase Álex, que sube directamente a la habitación para dejar a Lara sobre la cama. 

En el salón está mi madre. Marc y yo nos sentamos con ella, entablando una breve conversación sobre cómo nos ha ido en el hospital y, posteriormente, cómo lo hemos pasado cenando. Le contamos algunos detalles, entre ellos, el de que no hemos querido despertar a mi hermana, a lo que ella asiente.

Nos despedimos de ella, dándole las buenas noches y subimos a la habitación, donde nos encontramos a Álex y a Lara tumbados en la misma cama, mientras que Lara le cuenta algo al pequeño de los Márquez. 

Es una escena muy bonita, pues mi hermana tiene la cabeza apoyada sobre el pecho de Álex, que no le quita la vista de encima.

Marc y yo seguimos asomados a la puerta, sin abrirla completamente para no ser descubiertos.

De nuevo, Marc actúa como Paparazzi. 

-Rubia mía, damos por iniciado nuestro plan.- Le miro raro; pues no sé qué es lo que trama. Me muestra su móvil y ahora lo entiendo todo.

Va a subir una de las fotos que acaba de hacer a las InstaStories de esta misma red social. En la foto se ven tumbados, con Álex sonriente y la cabeza de mi hermana apoyada sobre su pecho, haciendo que su cara sea, por tanto, todo un misterio.

Marc sube la foto, mencionando a su hermano y con la frase "La pareja feliz". Una vez termina, me sonríe ampliamente, entrando a la habitación.

Nos sentamos en la cama que queda libre, mientras que ellos vuelven a la realidad

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Nos sentamos en la cama que queda libre, mientras que ellos vuelven a la realidad. Álex coge su móvil, al parecer, ha visto la notificación. 

Marc me da leves codazos, alentándome de la situación. 

-¡Pero serás! ¡Ven aquí, gruñón!.- Álex se levanta de la cama rápidamente, tirándose contra Marc. Ambos comienzan, de nuevo, una pelea, pero esta vez entre risas.

-Míralos, Lara. Son como niños...-Digo, intentando picarles. Mi hermana capta mis intenciones y prosigue con mi juego.

-Tienes razón, hermanita. Así quién se va a enamorar de ellos.- En ese momento, los dos se separan, sentándose formalmente.

-Eso es mentira, nosotros somos muy...maduros, y estamos muy... muy...

-Centrados.-Marc termina la frase que anteriormente había iniciado su hermano.

-Sí, eso, centrados. Mucho; muchísimo.

-Ya os veo, ya... bueno, ahí os quedáis, voy a cambiarme.- Me levanto de la cama, entrando al baño y poniéndome el pijama. 

Al salir, me encuentro a Álex y a Lara ya dormidos en la misma cama. Qué facilidad tienen para coger el sueño, pienso. Por su parte, Marc está tumbado, mirando cualquier cosa en su móvil.

Le hago un gesto y él se levanta, siguiéndome hasta la cocina.

-Me apetecía un Colacao, ¿quieres tú también uno?.- Le digo, sin poder evitar que mis ojos brillen. 

-Sí, por favor.- Me pongo manos a la obra, mientras él rodea la mesa que nos separa y se pone detrás mía, abrazándome por la espalda.

-¿Qué has hecho conmigo, Marina?.- Formula la pregunta y a mí se me hiela la sangre. Aspiro su aroma fuertemente, inundando mis fosas nasales. Quiero que este olor me acompañe de por vida.

-Eso mismo me pregunto yo.- Me atrevo a decir.

Marc me agarra de la cintura, dándome la vuelta para que, de este modo, quedemos uno enfrente del otro. 

Sus manos siguen en mi cintura, recorriéndola de arriba a abajo. 

Un escalofrío recorre cada centímetro de piel que toca a medida que su mano dibuja un camino en mi cuerpo.

-Nunca antes había sentido esto. Me estás convirtiendo en alguien nuevo, y me gusta.- Dice, cada vez más y más cerca de mí.

-Quiero seguir haciéndolo; quiero seguir convirtiéndote en alguien nuevo.- Afirmo, con seguridad, mientras paso mis manos por su nuca, atrayéndolo aún más hacia mí.

Ahora, nada nos separa. Nuestros labios crean un contacto eléctrico, haciendo que sintamos la necesidad de tenerlos unidos de por vida. 

Marc me besa con delicadeza y tranquilidad; lo noto al ver sus ojos cerrados.

Mi cuerpo en este momentos es un torbellino de sentimientos: felicidad, por estar viviendo este momento con él, esperanza, porque creo que ambos sentimos lo mismo, pero a la misma vez, miedo; miedo a perderlo.

Creo que Marc lo nota y, separando nuestros labios, agarra mi cara entre sus manos.

-Déjame ayudarte; déjame quererte, por favor.- Su mirada expresa ese cariño que segundos antes había podido sentir en mis labios.

No le respondo con palabras; ahora sólo necesito otro de sus besos. Me he vuelto adicta a ellos.

El sonido del microondas hace que nos sobresaltemos. Nos separamos, aguantándonos la risa, ya que arriba todos duermen. Terminamos de preparar nuestros Colacaos y nos los bebemos entre miradas cómplices. 

Dejamos los vasos en el fregadero; ya habrá tiempo de fregarlos mañana y subimos a la habitación, acostándonos en la cama que queda libre. 

Álex y Lara están durmiendo, como antes. 

Marc me rodea con su brazo, haciendo que me sienta protegida.

-Buenas noches, Marc.-Le digo, posando un beso sobre su mejilla.

-Buenas noches, mi vida.

Y a partir de ahí, no recuerdo nada más; sólo un beso en mi frente y cómo los ojos se me fueron cerrando poco a poco.

Definitivamente, tras tantos años, por fin averiguo qué es la felicidad.

No te vayas.  [Marc Márquez]जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें