Despedida.

271 19 0
                                    

*Narra Marina*

Creo que aún no era consciente de que en cuestión de días, en el peor de los casos, una semana, iba a tener a Lara a mi lado.

Ahí estaba yo, camino al aeropuerto. Tal y como habíamos dicho anteriormente hablando con el abogado, no había tiempo que perder.

Marc me llevaba en su coche al aeropuerto. Él, pese a sus insistencias de venir conmigo, se queda aquí; en su casa. ¿Por qué? Porque pienso que está haciendo demasiado por mí y por mi familia y es hora de que se centre en él y su carrera deportiva; ya lleva varios días perdidos a mi costa y no quiero que esto sea perjudicial de cara a la temporada que en un par de meses comenzará en Qatar. 

El viaje transcurre normal, sin muchas palabras saliendo de nuestra boca. Él está concentrado en la carretera y yo, por mi parte... yo estoy hecha un lío. Esto es demasiado para mí en tan poco tiempo. Pero por si fuera poco, lo de las cartas me sigue atormentando. Las he buscado por todas partes y no he conseguido nada. He llamado a mi madre y ella desconoce la existencia de éstas. Todo era normal hasta que hablé con mi padre. Noté algo raro en sus palabras; noté que me ocultaba algo. Sé que esto es algo extraño y tampoco quiero dudar de él, ya sabéis, es mi padre, pero hay algo raro en todo esto.

Finalmente llegamos al aeropuerto. Ambos bajamos del coche mientras Marc, como gran cabezota que es, se empeñó en llevarme la maleta.

Tocaba lo que menos me gustaba cada vez que hacía un viaje: la despedida.

-Venga cielo, sube a ese avión. Es hora de que vayas a tu tierra y traigas a Lara de tu mano. Me muero por conocer a tu hermana y saber si os parecéis tantísimo. Sería una locura tener a alguien idéntico a ti.

-No sé si tomármelo como un halago o como algo negativo la verdad.- Río al mismo compás que él, a la vez que me pega a su cuerpo y me da una gran cantidad de besos en mi cabeza.

-Cuídate. Come, duerme, piensa y...- Se queda callado a la misma vez que agacha la cabeza hacia las losas blancas del suelo.

-¿Y qué, Marc?- Le animo a continuar.

-Y no te olvides de mí, por favor.

Esa frase me marcó. Mucho. Demasiado. Ahí fue cuando verdaderamente me dí cuenta de todo lo que había cambiado en mí desde la noche en la que me ayudó. Sin conocerme.

-Mírame. No podría olvidarme de ti ni aunque quisiera. Te debo demasiadas tardes tomando café mientras vemos cómo los de la mesa de al lado discuten sobre quién ganará la liga de fútbol. Te debo alguna que otra tarde de cine, noches observándote mientras duermes y alguna clase de cocina en la que no se te queme nada de lo que hagas. Te debo domingos de sofá, manta y peli con Pecas demostrando cómo de inoportuna puede llegar a ser mientras fuera está cayendo la tormenta más grande del mundo, pero dándonos igual, porque con nuestro calor nos basta para plantar cara a todo lo que venga. Y también miles de viajes, a tu lado, a cada Gran Premio, apoyándote, pero lo más importante es que te debo la vida; esa que tú conseguiste salvar bajo la lluvia. Esa que siempre estará a tu lado.

Observo como levanta la mirada. Sus ojos me miran atentamente, como si mi boca hubiera disparado cientos de balas impactando en él. 

Pero no; no eran balas, 

eran las palabras más bonitas que podían salir 

de mi corazón.

Me pega a él fuertemente. Ojalá poder vivir entre sus brazos toda la vida y gritarle al mundo que este es mi refugio y que sólo yo tengo la llave.

Es hora de irse; por megafonía están anunciando mi vuelo. 

Me separo de él con pena. 

-Pronto estaré aquí de nuevo, te lo prometo.- Le dije, acariciándole la cara.

-Gracias por aparecer.- Y, diciendo esto, acorta la distancia que separaba nuestros labios para unirlos.

Y siento eso que nunca antes había conseguido sentir; 

Magia.

Felicidad.

Cariño.

No te vayas.  [Marc Márquez]Where stories live. Discover now