Terminaron de poner los platos sobre la mesa y todos se sentaron. Marina estaba al lado de Marc y de la pequeña.
Comenzaron a entablar una conversación bastante amena; la verdad es que esa familia le hacía sentir muy bien. Se podía sentir fácilmente una de ellos.
-Ya no quiero más.- Comentó la pequeña.
-Pero si no has comido casi nada.- Dijo Roser, mirándola atentamente.
-Dejádmela a mí, por favor.- La chica se acercó a Marina y comenzó a susurrarle al oído.
-¿Te gustan los helados, mi niña?.- La pequeña Marina asintió mirándola.
-Te propongo una cosa. Si comes más, luego cuando vayamos al parque te compro el helado que tú quieras, ¿Trato hecho?
-¡Vale!.- La niña comenzó a comer y todos la miraban asombrada.
-No sé qué le has hecho, pero me lo tienes que enseñar.- Dijo Roser sorprendida.
Marc le guiñó el ojo a la rubia y tras acabar de comer, recoger y lavar los platos (y de convencer a Roser para que se dejase ayudar), se fueron al parque.
Paseaban con la pequeña entre ellos, llevándola cogida de la mano.
-Creo que te debo algo, ¿No es así?-Dijo Marina agachándose hasta quedar a su altura.
Se fueron a la cafetería que había en el parque y la niña salió de ésta con un helado de chocolate en la mano.
-Ahora lo entiendo todo.- Decía Marc acercándose a la chica rubia.- Buena táctica.
-Más bien estrategia, campeón.- Dijo riéndose y yéndose a un banco cercano para observar como la pequeña se tiraba por el tobogán.
De pronto, una chica morena se acercó a la niña. Marina la observaba atentamente. A Marc, por su parte, le cambió la cara.
La pequeña Marina comenzó a llorar por lo que no quedaba de otra, la joven se levantó del banco para traerse a la niña.
-¿Tú quién eres?- Dijo Marina, desafiando a la chica.
-El pasado.
La rubia se quedó atónita, pues era una respuesta bastante extraña. La peque no paraba de llorar así que decidió dar por zanjada esa absurda conversación y llevársela de allí. Si estaba así era por algo, y a Marina no le daba buena espina esa mujer.
-Venga, ya está cielo, ya se ha ido.- Le decía la chica a la pequeña, aún con ella en brazos.
Poco a poco, ésta se fue calmando hasta quedarse dormida sobre ella. Los jóvenes decidieron que ya era hora de volver a casa y de dejar a la pequeña Marina que pudiera descansar tranquilamente.
-Trae, la llevo yo, que ya pesa bastante.- Le dijo Marc, en su intento de coger a su prima de los brazos de Marina.
-No, no me molesta, yo la llevo. No te preocupes.
Llegaron a la casa de los Márquez y allí estaba ya la madre de la pequeña. La dejaron con ella, no sin antes despedirse de toda la familia y pusieron rumbo nuevamente a casa de Marc.
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No te vayas. [Marc Márquez]
FanfictionCuando creías que la oscuridad te iba a atrapar; que no ibas a salir de ella, aparece la luz que tanto necesitabas.