Capítulo Nº 10

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   ** Salvadoras **    

Lauren despertó por un clamor tan fuerte que sacudió sus ventanas. Saltó de la cama y se arrojó a abrir las puertas del balcón. Afuera, dos jardineras estaban gritando y un poco más lejos del jardín, cerca de los establos, Lauren vio a su padre. En su mano tenía un abano que recién fumaba y así bajó con él, su mirada parecía como si estaba obsesionado con algo en el bosque.

Lauren: Padre! llamó desde el balcón. Su padre la miró, con una expresión ilegible al principio. Luego la suavizó.

Michael: Te desperté, mi princesa?!! - Gritó.

Lauren: Qué está pasando? -  preguntó.

Michael: Un perro salvaje quiso aterrorizar a los caballos. Creo que Boris lo ahuyentó. Quién sabe dónde se metió ese animal - Su padre respondió. Miró en el bosque otra vez con una mirada intensa y luego entregó el arma al siervo que lo había acompañado hasta allí. Miró a las mujeres y a dos jardineros asintiéndoles secamente.

Michael: Está bien, debería haberse ido ya. Pero si alguno de ustedes ve algo extraño, quiero que todos entren en la casa, es más seguro - ordenó - No quiero que mis sirvientes corran algún tipo de peligro - Las dos mujeres asintieron, todavía aferradas a los demás y temblando.

El Duque avanzó hacia la casa dando grandes zancadas. Lauren podría decir que su padre estaba enojado, probablemente por no haber estado allí cuando estaban disparando. Ella sabía cómo era su padre con la puntería. Fue aclamado ampliamente por ser uno de los mejores tiradores del país y para no haber estado cuando apareció ese animal y no haber participado, fue un duro golpe para su ego.

Lauren: La próxima vez, padre! -  grito. Él la miró y sonrió.

Michael: Solo espero que no exista una próxima - respondió - Sólo me estremezco al pensar que se pudiera perjudicar a una pobre alma - echó un último vistazo hacia los árboles antes de entrar otra vez a el interior. Lauren volvió hacia adentro y cerró la puerta de su balcón. La puerta se abrió y Camila entró rápidamente.

Camila: Está todo bien, señorita? - preguntó con un dejo de preocupación - Oí el alboroto en su habitación y llegué hasta aquí.

Lauren: Fue afuera, Camila. No viste? - la ojiverde cerró las persianas de sus ventanas y se sentó en su silla.

Camila: No, señorita - respondió - He venido en cuanto la oí gritar. Quería ver si estaba a salvo.

- Lauren miró para arriba agudamente a su criada. Levantó una ceja y una sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios.

Lauren: A sí que lo primero que hiciste cuando te enteraste de la conmoción afuera fue venir a ver si estaba bien? - preguntó tímidamente.

Camila: Sí, por supuesto, señorita – dijo, muy sorprendida de que pensara lo contrario.

Camila: Eres la única hija del Duque Jauregui y es usted mi ama, por supuesto correría hacia usted, primero.

Lauren: Y qué hay de ti? - No temes por tu vida?

Camila: Bueno... - inclinó su cabeza pensativamente - Yo le estaría mintiendo si dijera que no temo por mi seguridad, señorita. Pero sin usted, no tendría esta buena vida que estoy viviendo ahora. No es sólo mi ama, señorita, es usted mi salvadora.

Esta declaración, en toda su naturaleza inocente y franca, conmovió a Lauren y ella se sonrojó profundamente. No estaba acostumbrada a ser considerada tan genuinamente y las palabras de Camila eran tan descriptivas como si ella se tratara de algún santo. Lauren no era una santa, pero escuchar a alguien que pensara tan bien, que se refiriera a ella como una salvadora, fue suficiente para que la sangre fluyera directamente en su cara.

Una Caja Musical me Llevo a TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora