Capítulo N° 44

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    **La bondad más grande**

Lauren se removía bajo sus ropas mientras Camila le ayudaba a vestirse de nuevo. Intentaba fingir que todo estaba como debía haber estado, pero de nada servía. De solo pensar en las cosas que había hecho Camila; un escalofrío corría por su columna vertebral, haciéndola estremecer involuntariamente.

- Allí - Camila se alejó después de atar el nudo en su vestido y bajó del taburete dándose la vuelta. Camila la miraba de arriba a abajo, sin molestarse en ocultar su sonrisa tímida de la cara. Desde la distancia, podía notarse el brillo en sus ojos y hasta un ciego, sería capaz de ver que las dos estaban, más que enamoradas como la mayoría de las parejas podrían aspirar a ser. Estaban solas en ese cuarto, desinhibidas, en un mundo lleno de odio y prejuicios que les esperaba afuera de aquellas puertas.

- Te amo - Lauren dijo al sentirse que podía decirlo todas las veces que quisiera ya que no habían muchas posibilidades que sus padres regresaran temprano ese día. El efecto fue muy profundo. Camila se tiñó de un rojo brillante y su cabeza se hundió un poco hacia abajo entre sus hombros. Nunca se acostumbraría a estar así, en presencia de su señorita, y mucho menos ser tan abierta con sus sentimientos.

- Señorita...el Duque y la Duquesa podrían volver en cualquier momento...- Lauren dio un paso hacia ella y deslizó sus manos sobre las de ella. Colocó brevemente sus labios contra los de la castaña y luego se alejó.

- Pueden caerse muertos en la puerta porque a mí no me importa - dijo, pero sin embargo Camila apartó sus manos.

- He tenido la suerte de volver a trabajar a su lado, señorita. Pero prefiero no malgastarlo por ser descuidada - Lauren se inclinó y besó la mejilla de Camila. Ésta no se opuso, sabiendo que por todas sus acciones, pudo pecar de irresponsable. Mientras que su madre conocía muy bien el alcance de su relación, no podría estar tan segura, de que su padre reaccionaría de la misma manera indiferente. Hizo una señal de comprensión y miró por la ventana hacia el cielo oscuro. Se preguntó si su madre había hablado ya con su padre y confiaba en que ésta, mantendría su parte del trato. Tenía sus dudas, pero lo único que podía hacer era confiar en Clara. Era la última parte que le hacía temer acerca de su futuro.



Michael no podía dormir en el coche como lo hacía normalmente. Su mente estaba plagada de pensamientos acerca del futuro, de la coronación, de la figura sospechosa que había estado oculta bajo las sombras aquella vez en el castillo, en el compromiso inminente de su hija y su matrimonio. Todo se había vuelto un caos cuando el Rey murió. Le dolía la cabeza con ansiedad y no había dormido bien en los últimos días. Avizoraba regresar a su cálido lecho familiar en compañía de su no menos cálida pero todavía esposa. La Duquesa estaba sentada frente a él, silenciosa en medio de sus preocupaciones. Brevemente se preguntaba cómo habría sido casarse con una mujer que le ofreciera palabras de aliento cuando se encontraba tan perdido como ahora. Aunque la Duquesa no sentía nada de eso, el aún estaba locamente enamorado de ella, sin importarle su disposición hacia él.

Se instaló de nuevo en sus pensamientos y planes. El Príncipe Julian, necesitaba ser coronado lo más pronto como fuera posible para evitar las controversias o reclamaciones falsas hacia la corona. Lo primero que tenía que hacer era resolver la larga lista de quejas de cada una de las ciudades. Había visto los nombres. Esto le tomaría no menos de un año para abordarlos todos y entonces, habrían surgido nuevos problemas. Incluso con tantos asesores que el Rey tenía, surgirían demasiados. Michael, estaba consciente de que el reino estaba plagado de rumores de una supuesta rebelión. Incluso, el viejo Rey, sabio y justo como fue, no podía ayudar a todo el país.

Ya no sería por ninguna falla del príncipe Julian ni siquiera la de Su padre. La culpa fue de las generaciones del tatarabuelo de Julian, que agravó a los pobres demasiado, los dilapidó en bonitos adornos y baratijas para así arruinar las relaciones entre su país y sus vecinos. Había tomado casi tres cuartos de siglo para reparar esas relaciones y llenar las arcas de los más pobres y necesitados para que los niños no estuvieran muriendo en las calles. Aún así, gran parte del país permanecía en la hambruna. De pronto, Michael pensó en Camila cuando la vio por primera vez. Se acordó de lo delgada que estaba, se veía cansada y hasta cómo caminaba descalza por las calles. Para un padre llegar a estar tan desesperado y vender a su hija...

Negó con la cabeza. Había pensado mucho en que sería de la vida de esa joven sirviente. Hubo momentos en los que él deseó que su servicio no hubiera terminado de la manera en que lo hizo. Se había encariñado con la chica. Pero ella había puesto en peligro a su hija y no había ninguna excusa para ello. Se preguntaba dónde estaba en estos momentos y sólo esperaba que se encontrara bien.

El carruaje se detuvo en la entrada de la mansión. Michael de repente tuvo una visión que había tenido durante la mayor parte de su vida, se sintió de repente tan extraño. Era su casa, pero se sentía como si de pronto, él no pertenecía allí, no al menos hasta que el príncipe hubiera sido coronado. La Duquesa no le hizo mucho caso y siguió su camino hacia la casa, dejando a Michael perdido en sus pensamientos. Hizo un rápido escaneo de la zona para detectar signos de Lauren y Camila. Justo cuando pensaba que estaban dormidas o Dios sabe en qué, aparecieron las dos contra la baranda del segundo piso. Lauren se apresuró a bajar, con Camila siguiéndola con cautela.

- ¿Hablaste con mi padre? - Preguntó Lauren.

- Así es como saludas a tu madre? - Clara preguntó. Lauren, iba abrir la boca para preguntar de nuevo, cuando Michael entró, deteniéndose en seco cuando vio quien estaba parada al lado de su hija. Inmediatamente, Lauren encontró la respuesta a su pregunta. El rostro de su padre demostró una descarga completa y todo quedó en silencio. Camila, empezó a temblar en su lugar y Lauren inmediatamente tomó de su mano y tiró de ella, para protegerla. Al minuto siguiente, la cara de Michael se había teñido de rojo.

- Fuera de mi casa!! - Gritó con los dientes apretados.

- Padre, no...por favor...

- No quiero oír otra palabra que salga de tu boca Lauren!! - Michael volvió a gritar bastante ofuscado - Abandonará la mansión ahora mismo, voluntariamente o por la fuerza. Cómo te atreves a desafiar mis órdenes y traerla aquí? - Hizo a Lauren a un lado y fue directo a Camila - Y tú...¿Te he mostrado compasión y bondad, y es así cómo me pagas? Sal de mi vista en este instante.

- Padre, no, no...

- Ella, se queda - La voz de la Duquesa cortó fácilmente la disputa que se enfrentaba dentro de la sala de la mansión Jauregui. Su tono dominante, hicieron que Michael le dirigiera una profunda mirada de incredulidad. La Duquesa niveló su mirada con la de su marido.

- ¿Tu, sabías que...? Tú lo permitiste? - Preguntó. Estaba claro que a Clara nunca le había gustado Camila y era obvio los desprecios que cada día le hacía cuando estuvo viviendo allí, pero pensar que volvía a recibir a Camila a sus espaldas, era inconcebible.

- Sí, yo sabía. Yo fui quien la buscó y la he traído aquí. Va a ser la sirvienta de Lauren una vez más - Respondió Clara. Michael cerró los ojos y los abrió lentamente. Esto tenía que ser un sueño, pensó para sus adentros. Se había quedado dormido en el castillo, agotado por el ajetreo del día. Esto era simplemente un sueño y todo lo que tenía que hacer era despertar. Pero cuando abrió los ojos nuevamente, la Duquesa, Lauren y Camila, estaban allí todavía.

- Un momento, debemos hablar. En privado - Michael dijo en un tono tranquilo, derrotando a la Duquesa. Clara asintió con la cabeza y le siguió al estudio. Cerró la puerta detrás de él y en cuanto estaban fuera de la vista, Lauren tomó de la mano a Camila y la apretó.

- No importa lo que pase... - Le susurró y siguió. Camila asintió con la cabeza y agarró de su mano más fuerte.

En el estudio, Michael luchaba por procurar canalizar sus propios pensamientos. De alguna manera, talvez había convocado a Camila con sus pensamientos. No podía haber sido casualidad que haya estado pensando en la muchacha, minutos antes de haberla visto. Tal vez Dios estaba jugando con él. Y esta vez los papeles se habían invertido. Ahora era Clara que defendía a la castaña cuando anteriormente era ella la que siempre estaba lista para echarla. Sacudió la cabeza y se inclinó contra el escritorio.

- Explícame - Le ordenó Michael. Clara tomó asiento y lo miró con calma.

- No sé cómo explicar. Le he pedido que regrese y sirva nuevamente a Lauren por lo que le reste de vida - Respondió.

- La despreciabas. Que te hizo cambiar de parecer ahora? Y me disculpas, pero me parece bastante raro que la traigas de nuevo a mis espaldas - Michael concluyó.

- Vi la necesidad y la cumplí - Respondió la Duquesa - Lauren necesitaba a alguien que la cuidara como lo hace Camila, así que no vi la necesidad de buscar a otra. Lauren va a ser reina y ella necesita a alguien que esté a su lado para ayudarle de cualquier manera posible.

- Hubieras podido fácilmente encontrar a otra sirvienta, una tan dispuesta - Señaló Michael.

- Nuestra hija es muy terca, si no lo has notado - Ella le contestó - Y necesitamos a alguien que sea capaz de vestirla sin que Lauren forme un berrinche y haga llorar a la chica - Michael golpeó con la palma de su mano el escritorio de madera, luchando para procesar aquellas palabras. Todavía no lo entendía, y todavía no le gustaba aquello.

- No - Finalmente habló - Ella sale inmediatamente. No puedo tener aquí a alguien como ella, alguien tan imprudente como para que vuelva a poner a mi hija en peligro para su propio beneficio personal - Se dio la vuelta y miró a su esposa a los ojos y allí vio reflejada su última palabra. Hacía falta solo aplicar la acción para convencer su opinión.

- Yo te perdonaría - Dijo tan tranquila que Michael tuvo que sentarse para escucharla, aunque al principio no comprendía sus palabras.

- Qué? - Preguntó.

- Que yo te perdonaría. Y jugaría el papel de la esposa que siempre has deseado - No se podía describir el silencio que siguieron sus palabras. Fue como si todo el cuerpo de Michael, la sangre en las venas, el corazón latiendo en su pecho, se congelaran en el lugar. No podía creer lo que estaba oyendo, era una gran subestimación - Es lo que siempre has querido obtener no? - Clara preguntó - Siempre me has presionado para que te perdone y ahora te lo ofrezco a cambio de que la dejes regresar a esta propiedad.

- Bueno, entonces, perdóname por pedirte esto. Pero, ¿Cuál es tu intención? - El Duque no era tan fácil de engañar, especialmente en este asunto. Era cierto, era lo único que él había querido siempre, que su esposa no le mirara más con desprecio a pesar de sus transgresiones pasadas. Pensó que tomaría una eternidad para ganárselo y allí estaba, ofreciendo perdonarle tan libremente y por tal intercambio, seguramente la maldición era casi impensable.

- Tengo mis razones - Ella contestó, esquivando la pregunta - Y te haría bien en no preguntar cuáles son las razones - Su respuesta no hizo nada para calmar la curiosidad de Michael, pero él tenía hambre de su perdón y más tenía hambre de respuestas. Había dedicado su vida entera para compensar lo que había hecho cuando joven y su necesidad primordial era que lo reconociera como un marido bueno. Esto era lo que un hombre hubiese dado por amor. Sabía que la Duquesa, buscaría su punto más débil.    

** I'm back Alv espero no se suicide señorita, ojala y les guste este nuevo capitulo y ya saben si quieren mas continuación solo dejen su comentario o estrellita**

Una Caja Musical me Llevo a TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora