Capítulo Final

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    **Reconstruyendo una familia**   

Becky, no esperaba invitados aquella noche. Vestida con sus ropas de dormir, con las cubiertas ya calientes encima, se disponía dormir cuando una sirvienta irrumpió en su habitación, cuando se estiraba para soplar la vela y hacer que la oscuridad llenara la alcoba.

- Señorita Becky - Su criada estaba de pie en la puerta con una mirada tímida. Ella, la miraba tan fríamente como podía manejarlo - Hay alguien que quiere verla.

- Quien en la tierra podría querer verme a estas horas de la noche? - Ella exigió - Di que regrese en la mañana como la gente decente.

- Señorita, es la Señorita Lauren Jauregui. Ella insiste...- Becky saltó de la cama apenas escuchó el nombre de Lauren. ¿Por qué estaría allí Jauregui? A menos que algo malo hubiera sucedido. Su mente se dirigió inmediatamente hacia su hijo por nacer. ¿Lauren diría algo? Su mente tambaleó con una docena de posibilidades negativas, pero nada había estado preparado para ver a Lauren.

La ojiverde, había caminado claramente todo el trayecto hasta allí. Sus ropas estaban empapadas y endurecidas por el barro, su cabello era un desastre, y sus ojos estaban hinchados, por lo que había llorado durante horas. Camila se aferraba a su brazo, siendo el único soporte que mantenía a Lauren de pie para que no cayera sobre el terreno.

Becky al verlas, corrió afuera donde se aglomeraron algunos sirvientes para luego dirigirse claramente a Lauren.

- Que te ha pasado? - Preguntó, denotando la preocupación sobre la ojiverde quien se estremeció en su lugar, agarrando fuertemente el brazo de Camila para mantenerla allí - Lauren...

- Su padre la echó de casa - Lágrimas frescas salían de los ojos de Lauren, cuando oyó la verdad salir de la boca de la castaña - Él nos descubrió juntas y nos echó de la casa - El cerebro de Becky se paralizó, sintiéndose como si hubiese sido arrojada de un caballo.

- Te echó... Cuándo lo hizo? ¿Has hablado de esto con alguien...?

- No estamos para volver - Lauren ahogó sus palabras - Él me repudió, ya no soy... - Se volvió simplemente sacudiéndose en brazos de la castaña. Becky no decía nada, pero su mente se sentía como una tormenta. Si el Duque había echado y repudiado a su propia hija, Lauren ya no tenía un título, no se casaría con el Rey y ella no sería capaz de ayudarla. Su mente voló de inmediato hacia el niño que tenía en su vientre. Ella no sería capaz de salvarla en nada.

- Por favor, Señorita Becky, ayúdenos. Estamos cansadas y tenemos frío, necesitamos un lugar para quedarnos, sólo por un rato - Camila declaró. Los labios de Becky temblaban cuando los abrió para hablar otra vez.

- Salgan - Pidió. Camila y Lauren abrieron los ojos como platos - ¡ Aléjense de mi propiedad.

- Becky, por qué haces esto? - Lauren exigió.

- Ya no tienes nada para mí, ni para mi hijo. ¿Crees que mi padre les permitirá a dos chicas que no valéis nada, dormir bajo su mismo techo, daros de comer y beber su agua y comida. Váyanse!! No me sirves ya! - Echó sus brazos hacia adelante y empujó a las dos hacia atrás.

- Becky, eres una desagradecida...

- ¿Desagradecida? He guardado tú pecado para mí misma, y no le he dicho nada a nadie. ¿Y así es como me pagas? ¿Sólo has pensado en ti misma, y no entendiste lo que estaba en juego? Tengo un hijo dentro de mí, Lauren. Y el país necesitaba que te casaras con el Rey - Las empujó otra vez, hasta que estuvieron en la lluvia - Vete y no vuelvas - Lágrimas en sus ojos de Becky se asomaron y regresó corriendo dentro. Las puertas se cerraron de golpe detrás de ella, echando estrepitosamente su única opción, muy lejos.


- Puta!! - Gritó Lauren mientras Camila hacia su mejor esfuerzo para frenarla. La ojiverde continuó gritando obscenidades mientras la castaña se la llevaba lejos - ¿Ella ya nos ha causado mucho dolor, y así es como nos paga? Lauren seguía gritando. Camila logró calmarla dándole un beso en los labios - ¿Qué hacemos ahora? - Lauren susurró con sus ojos llenos de miedo. Camila besó su frente y sus manos, sosteniéndola firmemente.

- No sé!


Becky montó en cólera cuando entró a su habitación. Tomó la copa más cercana y la tiró contra la pared donde se rompió en pedazos.

- Fuera!!! - Gritó. Sus sirvientes inmediatamente salieron quedándose sola con sus pensamientos. El pánico y la furia inundaron su cuerpo, sosteniendo con su mano su vientre.

Se preguntó si Dios la odiaba y quería verla sufrir tanto como fuera posible. Se acurrucó en su cama. No faltaba mucho para que su vientre se hinchara hasta el punto donde sus padres se darían cuenta y no podrían confundir para nada lo que sería difícil de ocultar. ¿Cuántos meses ya tenía? ¿Dos? No podía decir con certeza.

Cubrió con las mantas su cabeza y suspiró. ¿Qué haría ahora? Trataría de que pidieran su mano en matrimonio. Sus pensamientos tomaron forma. Si Lauren ya no iba a casarse con el Rey, tal vez una vez más tendría su oportunidad. Oraba en silencio, con la esperanza de que ella iba a tener éxito esta vez. Era su última esperanza.


Caminaron toda la noche y la mayor parte del día. Sus ropas apenas mantenían su color original, ya que estaban cubiertas de barro y agua. Lauren dejó que Camila la condujera, apretando su mano firmemente con la de ella. No sabía cuánto caminaron, sólo que sus pies estaban adoloridos hasta el punto de tener que quitarse sus zapatos. Olvidó que hacía frío, y lo cansada que estaba. Su único pensamiento era el de su padre, diciéndole que no tenía hija y gritándole que más nunca volvería a pisar la mansión. Nunca pensó que su padre le diría aquellas palabras.
Escalofríos subieron por su espina dorsal cuando recordó el odio de su madre detrás de su voz. Él no había sido el mismo, parecía que había sido poseído desde su muerte.

- Lauren, estamos aquí - Camila le susurró casi en silencio. La ojiverde admirada, sacudió su cabeza para regresar de sus pensamientos donde recordaba a su padre. Miró su entorno, y su memoria se llenó lentamente. Ella conocía ese lugar, ella había visto las casas y el pequeño camino de adoquín.

- Camila, esto es...

- Aquí es donde vivía antes de volver contigo - Respondió con una sonrisa - Espero... Espero que nadie se haya mudado, que todavía nosotras tengamos un hogar - "Nosotras". La palabra trajo un regocijo sorprendente en el pecho de Lauren. Sostuvo la mano de Camila un poco más apretada.

- Sí, espero que no sea así - Mientras se acercaban a la puerta, Lauren tomó del brazo a la castaña firmemente - Camila, ¿qué pasa si el propietario me reconoce? Vine aquí una vez, hablé con él. Yo...no le di mi nombre, y fui breve... - Camila instó a que guardara silencio, aunque su propio corazón golpeaba con aquel pensamiento. Sólo podía imaginar el caos que provocaría si el resto de la ciudad descubría que estaba albergando a una noble caída en desgracia.

- Todo estará bien. Su memoria va y viene, y... - Acomodó detrás de la oreja el cabello de Lauren que caía desordenado sobre sus hombros debido a la lluvia - En este estado, casi no pareces a la Lauren que conocí - Dijo y besó rápidamente los labios de la ojiverde, acercándose a la puerta otra vez. Ella sabía lo nerviosa que estaba, hasta ella había derribado tres veces la puerta del propietario y no contestaba nadie. Se preguntó si ya no vivía allí. Sacó su mano para golpear una vez más cuando se abrió la puerta.

- ¿Qué quiere? - Encontró su aliento otra vez cuando vio el familiar, blanco y tenue barbudo rostro mirándola a ella. Su expresión cambió inmediatamente cuando vio su cara – Camila Cabello, la que viste y calza - El hombre llegó débilmente y la abrazó entre sus brazos - Que bueno volver a verte.

- ¿Tiene las cartas que he enviado? - Ella preguntó.

- Sí, las tengo. A ver, cómo te fue? - Preguntó - Oh, entren, entren - Él se movió para que las dos pasaran. Sus ojos se quedaron sobre Lauren y Camila contuvo su aliento en su garganta.

La reconocería? Su expresión fue presa de la confusión, pero no del reconocimiento, como era de esperarse en alguien que tuviera una memoria distante. Analizó a Lauren de arriba a abajo cubierta de barro, con sus ropas costosas que pudo haber recogido en algún lado de la carretera.

- Esta es mi muy querida amiga, Lauren - Camila interrumpió antes de que pudiera preguntarle - Solíamos trabajar juntas.

- Ah, ya veo, es un placer conocerte - Él hombre sacó su mano y tomó la de Lauren entre las de él. Camila respiraba un poco más confiada, una vez que se dieron la mano.

- Nosotras, tenemos que pedirle un favor.

- Dime, y veré lo que puedo hacer - Dijo en serio - Has sido muy amable con un viejo solitario en sus últimos años de vida, yo haré lo que pueda para ayudarte a cambio.

- Las dos hemos perdido nuestros trabajos en la finca, y necesitamos un lugar para quedarnos. Quiero mi viejo cuarto de atrás - Camila anunció con brusquedad - Si... si es que nadie lo ha ocupado - El viejo parpadeó y estalló en risa.

- Eso es todo? - Preguntó - Vaya, nadie ha vivido allí desde que te fuiste. Por supuesto que puedes tenerlo – La castaña sonrió con alivio, echando un vistazo hacia Lauren, viendo que ésta se relajaba también - Tendrías que pagar un poco más si tu amiga se queda contigo - Dijo, asintiendo con la cabeza hacia Lauren.

- Por supuesto - Camila respondió rápidamente - Y nuestro acuerdo original sigue en pie. Mantendrás a este viejo tonto unas horas al día cocinándole las comidas.

- Deberías conseguir a una esposa para eso - Respondió Camila, riendo ruidosamente.

- Y tú deberías tener un marido, mejor dicho; las dos - Ella le sonrió y lanzó una mirada hacia Lauren. Ellas no tenían necesidad de ese tipo de cosas.

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Una Caja Musical me Llevo a TiWhere stories live. Discover now