Capítulo N° 38

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Michael estaba terminando de hacer la revisión del informe médico, cuando Julian entró al despacho.

- Su Alteza - Michael lo recibió. Julian permaneció callado, mirando el trono vacío que una vez había ocupado su amado padre. Sus ojos estaban hinchados y rojos, pero estaba conteniendo sus lágrimas delante de él - Alteza, siento mucho su pérdida. Por favor, vaya a descansar. Hablaremos de esto mañana.

- Gracias, Duque, por lo que ha hecho - Dijo Julian con voz temblorosa - Mi padre tenía razón cuando puso la confianza en usted.

- Su padre creyó en usted, su Alteza. Será un buen Rey – Tranquilizó.

El chico le dedicó una sonrisa a medias sentándose en los escalones.

- Mi padre estaba equivocado. No he sido ajeno a los rumores. La gente cree que yo estoy indeciso, que soy débil de mente. Y tienen razón. No pude tomar ni una sola decisión en el lugar de mi padre mientras él estuvo enfermo - Miraba a Michael con cara de preocupación. El Duque tomó asiento junto a él. Sentía lástima por el chico.

- Yo estuve allí cuando tu padre tomó el trono por primera vez. Era tan reacio como necio. Pero aprendió. Tú también lo harás.

Fue entonces cuando Lauren entró en la sala y encontró a su padre y a el príncipe, sentados juntos en un estado muy melancólico. Michael se levantó de golpe, sorprendido al verla a esa hora.

- Lauren! -Exclamó. Ella lo ignoró y corrió hasta donde estaba el príncipe, cayendo de rodillas.

- Su Alteza, lo siento, lo siento mucho –

Ofreciéndole una sonrisa a su hija, Michael se puso de pie, decidiendo que era mejor darles un tiempo a solas. Veía la genuina preocupación en los ojos de Lauren, quizás su hija, podría consolarlo mejor que lo que el podía.

Cuando el Duque se marchó, Julian intentó no mostrarse abatido ante la situación, sino simplemente poner una actitud recia ante la chica.

- Dicen que debo ser Rey antes de que termine la semana - Dijo, forzando una sonrisa. Lauren trató de colocar una cara que denotara verdadero entusiasmo por el asunto. Pero todo lo que la invadió en ese instante, fue el miedo.

- Serás un buen Rey - Prometió, tomando asiento junto a él - El mejor que el país haya visto.

- Me alegro que tengas tanta fe en mí - Comenzó a reirse mientras colocaba su cabeza en el regazo de Lauren.

Los ojos de la ojiverde se abrieron como platos por la sorpresa que no veía venir, pero de inmediato se dio cuenta de que no significaba nada, excepto la necesidad que el tenía de estar cerca de alguien. Conocía a muy poca gente a quien le pudiera demostrar esa parte de su personalidad y Lauren se había convertido en una de ellas. Vio como sus ojos se iban cerrando lentamente, haciendo que el príncipe cayera totalmente agotado. Lauren también estaba cansada y así se quedó donde estaba sentada, dejando que Julian utilizara su regazo de almohada.

Cuando Michael entró otra vez, Lauren se había dormido, inclinando su cabeza sobre su pecho y sus manos sobre la espalda del príncipe. El Duque sonrió al ver a las dos figuras durmientes; parecian niños en su mente. Tanta responsabilidad había sido colocada sobre los hombros de esos dos chicos.

- Guardia - Llamó suavemente. Un robusto hombre respondió a su llamado.

- ¿Duque? - Preguntó.

Michel le hizo un gesto hacia el príncipe dormido.

- Llévalo a la cama. Los escalones de piedra son muy fríos y no son un lugar para que un príncipe deba dormir - Ordenó - Puede que necesites dos guardias más para que le ayuden a moverlo. Digale luego a mi conductor del carruaje que se prepare para el largo camino a casa.

El guardia asintió con la cabeza y fue a buscar a otros dos hombres que le ayudaran a llevar al chico a su habitación. Michael, avanzó silenciosamente hasta donde dormía Lauren. Levantó la cabeza del príncipe y atrajo a su hija lo más cuidadosamente que pudo. Se maravilló al ver que su hija podía dormir como una roca. Sin duda había sido un día muy largo para los dos y su sueño era bien merecido. Levantó a la pequeña en brazos, la acunó como una vez lo había hecho cuando apenas ésta podía caminar.
Obviamente, no era más pesada de lo que era entonces, caminó hacia donde le esperaba el conductor del coche, que aún estaba aturdido al ser despertado por segunda vez para conducir hacia alguna parte.
Los caprichos de la nobleza eran su responsabilidad y a regañadientes esperó a que el mozo enganchara los caballos al carruaje. Michael colocó a Lauren cuidadosamente en el asiento.

- Llévala a casa, ha tenido un día muy largo y no quiero involucrarla en la política que todo esto traerá por la mañana - Dijo, deslizando unas cuantas monedas en la mano al conductor del carruaje como una disculpa a lo que este tomó con gratitud.

Se dio vuelta tan pronto como cerró la puerta y marchó hacia las escaleras del castillo. Esa noche no iba a dormir. El difunto Rey le había confiado cuidar de su hijo y había mucho que hacer antes de poder decir con seguridad que había cumplido con la última petición de su amigo.


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Austin, que se había quedado dormido, se despertó de golpe cuando el conductor del carruaje abrió la puerta. Se levantó algo asustado pensando que quien había entrado, ¿¿ seria acaso Becky con intenciones algo "crueles" nuevamente??. Pero al ver al hombre viejo que se quejaba por estar cansado y que solo deseaba llegar a su cuarto y dormir todo el día, se alivió un poco.
Austin, sin decir nada mas, siguió al viejo hacia el carruaje. Abrió la puerta.

- Llévela dentro - Le pidió el viejo.

Una Caja Musical me Llevo a TiKde žijí příběhy. Začni objevovat