Capítulo N° 22

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**** Si desnudo mi alma?****

Austin se inclinó hacia abajo presionando sus labios con los suyos. Continuó con los besos recorriendo sus mejillas, acariciándole el cabello y susurrando palabras incoherentes en su oído antes de reanudar el camino de besos por el cuello y a lo largo de su clavícula. Ella lo envolvió con sus brazos alrededor de su espalda, tirando de él lo más fuerte que podía hacia su cuerpo que descansaba bajo el suave heno. El olor de la lujuria que se mezclaba con el olor del granero, eran las dos cosas que más amaba Austin. La luz del sol por la tarde, calentaban la piel de su espalda desnuda. Paseó un dedo a través de su brazo pálido.

- Vuelve aquí - dijo ella con voz seductora y se levantó.

Donde tenía que haber estado una mirada color Chocolate de Camila, estaban unos ojos marrones fuertes, ligeramente nublados. Donde debería haber piel morena, había una piel lisa y sin manchas por el sol. ¿Dónde había dejado entonces a Camila...

Austin se despertó sobresaltado. Al instante, el aire frío de la ventana abierta, le golpeó como un balde de agua helada. Todo su cuerpo estaba cubierto de sudor y arrojó las sábanas fuera de la cama. Frotó su cara con sus manos, luego se levantó y saltó cuidadosamente el barandal que separaba las escaleras y aterrizó en el heno. Abrió la puerta del granero y miró al cielo, era de noche pero se veía claro afuera. Usando la luz de la luna, caminó hasta el arroyo y arrojó agua en su cara.

No era la primera noche que soñaba con Becky. Desde que había regresado de la finca Watson y después del incidente con la chica, no podía conseguir sacarse a la noble de su mente. Siempre había sido lo mismo – siempre sus sueños comenzaban con Camila y terminaban con Becky. Comenzaba con lo que debía y siempre terminaba con lo que menos podía.

- Sólo fue un sueño - Murmuró para sí mismo cuando se arrodilló en el césped húmedo junto al arrollo. La primera noche, trató de pensarlo. La segunda noche, lo ignoró completamente. Pero cuando los sueños empezaron produciendo la cuarta y ahora la quinta noche, sabía que algo estaba mal. No era tonto, sabía que le atraía la chica Watson. Pero lo que le sorprendió fue cómo de repente vinieron esos sueños a por él. Había oído a criadas chismosas hablar sobre cuentos de la grandeza del amor, de cómo una mujer y un hombre podían caer profundamente en el amor a primera vista, casarse entre sí y vivir felices para siempre. Él siempre se burlaba de esas historias. Nunca le pasaría a él, pensó para sí mismo. Y allí estaba, pidiéndose explicaciones de por qué Becky estaba siempre en sus pensamientos y sueños.

Se avergonzaba y eso lo atormentaba. Pero era una noble y él era un simple pastorcito de hacienda. No tenía ninguna posibilidad en su vida.

Se preocupaba porque Camila ya estaba pasando a segundo plano en su vida. Becky no era Camila. Gimió y se dejó caer hacia atrás sobre el césped, mirando las miles de millones de estrellas que esa noche aparecían en el cielo. Estaba seguro de lo que quería. Le gustaba Camila, sí de eso no había duda y ciertamente quería acostarse con ella. Pero se preguntaba si realmente le gustaba, o si simplemente estaba jugando a la parte de que el amigo de la infancia se dejaba llevar por la belleza de su amiga. Era fácil pretender a Camila y ésta parecía estar dispuesta a actuar frente a él. De todas las mujeres que él había perseguido, nunca había sido a una amiga. En su mente, podía ver contrayendo matrimonio con Camila y sentar cabeza, pero eso iba a ser imposible porque se conocían desde mucho antes.

Austin suspiró y cerró los ojos. Becky se casaría con un hombre de su clase y que él haría lo mismo. Eso sería todo.

No muy lejos de allí, Lauren se despertó bañada en un sudor frío. Se frotó los ojos mientras se ajustaban a la oscuridad. Ella también había soñado con alguien que nunca podía ser para ella. Como si Camila hubiera salido de sueños de Austin a los de ella, Lauren aún sentía el cálido abrazo de su antigua criada tan claramente como si hubiera ocurrido hace algunos segundos. Podía oír el repique suave de la voz de Camila, a lo que susurró - te quiero - antes de morderse los labios.

Una Caja Musical me Llevo a TiWhere stories live. Discover now