CAPITULO NUEVE PARTE TRES

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Los días se pasan normalmente. Me la paso más que nada en mi habitación la mayoría del tiempo dejando a María y a Vee solas. Al parecer Vee es su amiga y una muy sobreprotectora, la mayoría de charlas con ella son solo discusiones y amenazas inútiles hacia mí por parte de Vee. María solo se queda callada sin dirigirme la palabra solo se queda viendo a la nada. No me preocupo por hablarle ya que ella toma sus medicinas y Vee me ahorra el trabajo de cuidarla.

María entra a la cocina.

—¿Ya se fue? —Pregunto. Al parecer Vee tenía otros planes con su madre lo cual, de cierta forma me alivia ya que no tendré que soportarla.

—Si —Dice y sale con su desayuno en mano hacia la sala de estar.

Saco mi celular para mirar la hora y me doy cuenta era hora que se tomara sus pastillas. Hace tiempo no se las doy yo mismo así que decido ir con las pastillas y un vaso de agua.

—Ten —Digo dándole las pastillas y el vaso de agua.

Me siento a su lado para ver televisión la miro de reojo y observo que tiene algo en su cabello.

—¿Qué? —Me pregunta cuando se da cuenta que la estoy observando.

Señalo mi cabello de ejemplo —Tienes algo en el cabello, En la frente.

Ella se pasa la mano por el cabello, pero no se lo quita. Acerco mi mano y le jalo la cosa amarilla que tiene en la frente al lado de su ceja.

—¡auch! —Se queja.

Aparto mi mano asustado por su reacción. En un rápido movimiento aparto su cabello y miro que es lo que sale de su frente. Parece una flor amarilla, pero que sale de su frente.

—¿Qué es eso?

Ella solo aparta la mirada y se frota dónde está la pequeña flor.

—Déjame ver —Ella intenta alejarse de mi, pero la retengo. Ella forcejea e intenta separarse de mi haciéndonos caer al suelo. Caigo de rodillas atrapándola debajo mío. Observo la que sale de su frente. Una flor. Ella intenta golpearme, pero la tomo de las muñecas; siento bultos debajo de su manga derecha y le subo las manga de su sweater y me encuentro con unas cuantas flores más. Intento quitar una, pero veo como su piel se levanta al intentar quitar la flor. Aparto mis manos e intento calmarme. Pienso por un momento en cómo es esto posible.

—¿Has tomado tu medicina? —Pregunto.

—Si —Dice y aparta la vista.

No necesito insistir para darme cuenta de que está mintiendo.

—Tu madre llega en dos días, Tenemos que quitarlas.

—¿Que? No.

—No es una pregunta —Digo cortante y me sorprendo al escucharme como Talía a la hora de dar órdenes.

Entramos al cuarto de María y tomo unas pequeñas pinazas para quitar las flores de raíz. Entramos al baño y tomo una botella de alcohol para desinfectar las pinzas y las heridas.

—Bien, quítate el sweater —Digo.

—Tú no eres quien para darme órdenes.

—Tienes dos opciones o te quitas el maldito sweater o te amarare a una silla y yo mismo las arrancare con el cuchillo de cocina, tú decides

Ella murmura en voz baja, pero sede. Se quita el Sweater y puedo apreciar más su figura delgada. Un olor inunda mi nariz, ese olor de nuevo aparto la mirada y me pongo manos a la obra ella lleva un top blanco lo cual me permite ver su brazos cubiertos por esas flores. Tomo las pinzas y las meto en alcohol para desinfectarla. Siento mis manos frías; estoy nervioso y el olor que inunda el baño es más intenso. Ella gime por el dolor de la primera que arranco en su antebrazo.

—¿Porque no tomaste tu medicina? —Digo, aunque se la respuesta. Solo quiero distraerme del olor y de la sensación de su piel en mis dedos.

Ella no contesta. Saco otra flor, pero esta hace que sangre. Me apresuro y tomo un algodón para ponerlo en su antebrazo. Solo llevo cinco y aún quedan por lo menos unas treinta, talvez más.

—¿Duele? —Pregunto.

—Si —Dice. Su voz se oye quebrada como si quisiera llorar.

—Entonces ¿Por qué las dejas crecer?

Ella guarda silencio por un momento y después responde —Me gustan las flores. Son muy bellas.

La miro por un momento apunto de decir algo, pero me abstengo volviendo mi vista a su brazo.

Después de un rato entre quejidos unas pequeñas pausas para que descansara termine con sus dos brazos. Saco la flor de su frente fácilmente, pero veo una al lado de su ojo en la cien. Acercó las pinzas, pero ella tapa la flor con su mano.

—Debo sacar todas —Digo.

—Quiero conservar esta —Doy un suspiro pesado. No tengo porque soportar esto—. La puedo ocultar bajo mi cabello —Dice en modo de súplica.

—Bien —Digo rodando los ojos. Guardo el alcohol y boto el algodón—. Solo toma tus medicinas.

—Tomo las flores que están regadas en el piso y las llevo a la cocina; boto las flores en el cesto, pero una cae fuera del cesto me agacho y tomo la flor. Inconscientemente llevo la flor a mi nariz. huele a ella. Guardo la flor en mi bolsillo y subo nuevamente a su cuarto. Entro al baño y ella ya lleva su sweater puesto otra vez, esta parada frente al espejo mirando su flor. Me acerco a ella y me doy cuenta de que esta pálida. Le toco la frente me doy cuenta de que está ardiendo en fiebre.

—Será mejor que descanses —Le digo y ella acata la orden acostándose en su cama quedando a los pocos minutos dormida.

Humedezco el paño que encontré en uno de los gabinetes de la cocina y lo pongo en su frente. Supongo que estaré aquí un buen rato.

Después de unas horas ella despistar y lo primero que hago es darle sus pastillas. Ella las mira por un momento y luego a mi antes de tomarlas.

—¿Cuánto tiempo dormí? —Pregunta.

—Seis horas. Debes estar hambrienta preparare algo —Digo y salgo de la habitación.

Bajo las escaleras y me dirijo hacia la cocina, pero veo a dos personas por un momento me sorprendo. Mi corazón se acelera por un momento, pero me calmo al ver quiénes son.

—¿Dónde está María? —Pregunta Louren.

—Bienvenidas de vuelta —Digo ignorando a Louren —. Pensé que volverían en dos semanas.

—Lo llamé ayer y le dije que volveríamos antes —Dice la señora Servamp.

—Oh, claro. Lo había olvidado—Miento. Nunca revise o conteste una sola de sus llamadas.

—Estaba a punto de cocinar, supongo que ahora hare más.

—¿Tan tarde? —Pregunta la señora Servamp.

—Desayunamos tarde, así que no teníamos mucha hambre hasta ahora.

Estaba contra la espada y la pared. María estaba en su cuarto talvez aun con fiebre y no solo me estoy hundiendo cada vez más con el tema del desayuno y el almuerzo, sino que se enteraran de que no le he estado dando a María su medicina todo este tiempo.

La puerta resuena detrás de ellas. Louren abre la puerta y me congelo al ver quién es.

—Talía.    


NUEVO CAPITULO SUBIDO.

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Mi nombre es D. | Saga La Voluntad De Uno.Where stories live. Discover now