CAPITULO ONCE PARTE TRES

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Talía abre la puerta y vamos lo más rápido que me es posible hasta el sofá. Me tumbo en él lo cual me hace soltar un quejido.

—No dijiste que dolería tanto.

—No debería —Dice dejándome en el sofá—, Quítate la camisa y acuéstate.

Me quito la camisa quemada en las costillas como me es posible. Cada movimiento es una tortura muscular. Talía saca dos esferas negras y las posiciona en mi abdomen; las suelta y siento como ruedan alrededor de mis brazos, estómago y abdomen sin caer o separase de mi cuerpo. Las esferas dan una sensación de punzadas dolorosas cada vez que pasan rodando por mi cuerpo.

—Recibiste todo de golpe, tu cuerpo apenas logro soportarlo.

—Mi cabeza, arde.

—¿Qué te duele más?

—Mi chaqueta —Digo con tono de broma a pesar de que me estoy partiendo de dolor realmente me da lástima que se haya quemado—, fue un regalo.

Talía sonríe y luego me responde.

—Mañana te comprare una. Cierra los ojos.

Hago caso, no solo porque ella me lo diga, sino que también porque estoy exhausto. Siento las manos de Talía acariciando mi cabeza mientras las esferas ruedan por mi cuerpo y poco a poco me voy quedando dormido.

Estoy en una plazoleta. Hay una hoguera en medio de esta, niños corren por todos lados y hay parejas bailando al son de la música bajo la luz de la luna rojiza. Solo con mirar alrededor puedo deducir que esto es una especie de parque por la cantidad de plantas que alumbraban naturalmente con un destello color azul. "éramos una sociedad pasiva." Me asusto por la voz que sale de la nada llenando el escenario, entonces me calmo al darme cuenta que es la voz de Talía. No sabía que podía hacer esto. "todo era paz y felicidad, especialmente este día donde todos celebrábamos como si fuéramos una familia." La escena cambia en un borrón, la hoguera en la que bailaban todos alrededor ahora no es más que una pequeña fogata comparada con la zona en llamas. Ahora todo es caos, los niños que corrían y jugaban ahora solo lloraban mientras que corrían asustados, las felices parejas que se veían alrededor ya estaban corriendo por todos lados, a lo lejos veo un hombre prendido en llamas arrastrándose en el suelo mientras gritaba de dolor, una mujer sosteniendo la cabeza de pareja ensangrentada recostada en el piso que suplicaba por ayuda mientras las lágrimas salían a montones de sus ojos. De repente una bestia sale rodando de entre los arbustos aplastando a la mujer, otra bestia aún más grande llega desde el pequeño puente de un rio y veo como devora a un niño de no más de seis años de un solo bocado. Mi estómago se retuerce al ver la escena. "todo fue tan rápido, nadie lo vio llegar." El escenario cambia de nuevo; ahora estoy en lo que parece ser una ciudad, los enormes rascacielos color blanco que ahora estaban en llamas. Una nave enorme llega tapando las nubes del cielo por completo la nave empieza a disparar a los rascacielos, a las calles e incluso a las personas. "antes de que nos diéramos cuenta." veo una pequeña bestia del tamaño de un niño ataca a un hombre saltando sobre él y arrancándole la garganta. "todo lo que conocíamos." la bestia me mira por unos segundos y luego se lanza hacia mi "lo destruyo."

Me levanto de golpe haciendo que las cinco esferas que circulaban sobre mi caigan al suelo. Estoy sudando y mi respiración esta agitada, miro a mi alrededor. Estoy de vuelta en la sala de la casa miro la ventana y veo que es de noche.

—¿Qué fue eso? —Pregunto intentando recuperar el aliento mientras sujeto mi garganta con la mano.

—¿Tienes hambre? —Pregunta. Su voz de quiebra en un momento. Nunca antes la había visto así.

—Si —Respondo dándome cuenta de que no quiere hablar de eso.

Estamos sentados comiendo lasaña de pollo. El silencio llena la cocina, intento preguntar con disimulo sobre el tema de esas visiones, pero ella se me adelanta.

—¿Qué paso con tu celular?

—Un idiota super estrella debe tenerlo. Seguramente como venganza.

—¿Venganza?

—Lo humille frente a toda la clase —Digo con aire de orgullo.

—Déjame entender ¿regresaste a la escuela después de dos años y lo primero que haces es pelearte?

—Bueno, fue en defensa propia —Respondo.

Ella pone los ojos en blanco, pero no me importa, fue su idea la de mandarme a esa escuela.

—Se supone que no llames la atención.

Me encojo de hombros. No es como si me importara realmente, estaba mejor cuando estudiaba en casa.

Aunque estemos discutiendo ella se ve decaída. Levanto mi plato y lo dejo en el fregadero. Me gustaría decirle algo para consolarla, pero no tengo idea de la situación o lo que le moleste así que la dejo, no porque no quiera ayudarla sino porque talvez necesita algo de espacio.

—Buenas noches —Digo saliendo de la cocina.

Me tumbo en mi cama masajeo mis brazos y piernas el dolor ha desaparecido. Me levanto y me miro detenidamente. Me veo fatal, no solo por mi oreja izquierda aun chamuscada sino también por la parte moreteada de mi brazo cuando intente levantarme. Tengo una mescla entre felicidad y tristeza; en parte me emociona el poder despertar mis legados, pero por otra parte me siento triste por esas visiones que me mostro Talía ¿acaso esa fue la destrucción de su planeta? ¿Por qué esas naves empezaron a atacar? ¿de dónde salieron esas bestias? Mi cabeza se llenaba de miles de preguntas. Me acuesto en mi cama y Obol y Shirunugue no tardan en entrar por la puerta y acomodarse a mis pies.

—Buenas noches —Les digo antes de cerrar mis ojos para dormir.

Llevo tres horas intentando dormir. Cada vez que cierro ojos la imagen de esa bestia aparece; sus ojos grises, su piel color sardina y su mandíbula mostrando sus enormes colmillos para devorarme la cara. Solo de pensarlo me hace poner los pelos de punta. Tres de la mañana. Otra noche sin dormir.    


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