CAPITULO DIECIOCHO

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Miro la hoja de la daga que esta frente a mi recargándose sobre mi abdomen justo en mi corazón. Veo como los labios de Louren se mueven sin emitir un sonido. Probablemente perdí mis auriculares al caer. Veo como levanta la cuchilla con sus dos manos. Creo que este es mi fin. Retengo el poco aire recuperado esperando el golpe. De la nada Louren sale volando contra un árbol. Aprovecho el momento para ponerme de pie veo mis auriculares a un lado de donde estaba mi cabeza y los recojo rápidamente. Veo a Talía frente a mi probablemente discutiendo con Louren. Me pongo los auriculares a la vez que intento procesar todo esto ¿Cómo pudo Louren hacer esto? ¿Cómo es que casi estuvo a punto de matarme? Y ¿Por qué Talía discute con ella?

—Te advertí que te alejaras de ella.

—Tienes que escucharme —Dice Talía.

—No. Te dije que lo mantuvieras apartado de ella, acepte que salieran como me lo pediste, pero esto ya es demasiado —Dice señalándome en todo momento—, vino la policía a hacerle preguntas a María, dejo todo un equipo mal herido, quemo una patrulla y quieres que confié en él.

—Ellos la tomaron a ella a la fuerza —Objeto cubriendo el corte de mi brazo—, si lo hice fue porque tenía que protegerla.

Louren sujeta su lazo y me lo lanza. Pongo mi antebrazo de escudo. El lazo me amarra del antebrazo y siento el jalón de este que me arrastra. Miro el césped mientras me levito en el aire. Estoy al menos a un metro de altura. Sujeto la soga con mi otra mano para evitar que me él laso me corte o me arranque el antebrazo. Talía me agarra de mis pies con su telequinesis. Puedo sentir los jaloneos por parte de Louren y Talía. Saco mis garras y empiezo a cortar el lazo. Es más resistente de lo que pensé, pero al final logro cortarlo en lo que ellas discuten. Caigo de cara al césped y Talía me arrastra hacia ella.

—¿Estás bien? —Pregunta Talía.

—Si —Respondo escupiendo césped.

—Tu muy bien sabes que no debió acercarse a María.

—¿Y que si lo hice? —Digo acercándome a ella.

Siento la telequinesis que me aprieta todo el tórax como si quisiera romperme las costillas. Si antes no odiaba la telequinesis ahora lo hago. No solo por el hecho de que no puedo usarla si no que por el hecho de que la usen conmigo todo el tiempo. Forcejeo para liberarme, pero es inútil. Es como querer golpear el viento. Siento como el agarre se forcejea entre soltarme y aplastarme, en un momento el agarre se suelta por completo. Ahora es mi turno. Corro hasta ella y enciendo mi puño. Puedo sentir no solo la telequinesis de ella empujándome sino también la de Talía jalándome de mis hombros. En un rápido movimiento esquivo un latigazo por su parte y me acerco a ella. Arrojo mi puño encendido. Las llamas crean un muro de fuego entre ella y yo cuando rompo su barrera de telequinesis. Ella se queda congelada en su lugar mirando mi puño frente a su rostro. Si quisiera hubiera podido golpearla o incluso pude haberle desfigurado su rostro quemándolo, hasta incluso pude matarla. Pero no lo hice, no le haría daño a alguien que le importa a María, aunque sea Louren. Bajo mi puño lentamente y me alejo de Louren.

—No me iré de este pueblo —Le digo a Talía pasándola de largo sin dejarla hablar.

Llego al pueblo y me siento en una vieja banca que está a un lado del parque central. Miro a la gente que pasa a mi alrededor. Hombres, niños, mujeres. Todos ellos con una vida normal. Jamás pensé que llegaría a envidiar eso, siempre disfrutaba los largos viajes junto a Talía, cruzando de condado a condado. Siempre era como ir de paseo, contando chistes, haciendo platicas de cual sería nuestro próximo destino y escuchando las diferentes estaciones de radio de cada uno de los condados. Pero ahora. La simple idea de tener que irme de este pueblo era totalmente aborrecida. Talía dijo que podíamos quedarnos, tener una vida normal, sin huir. Me sentía tan frustrado, tan enojado al escucharla decir que nos teníamos que ir. Mi celular suena en mi bolsillo. Lo saco y miro el número. María. Pienso en no responder la llamada, pero la necesidad de escuchar su tranquilizadora voz me gana.

—¿Hola?

—Hola —Respondo. Una sonrisa se dibuja en mi rostro.

—Pensé que nos veríamos hoy.

Es cierto, nos veríamos hoy. Me sentía tan estúpido por haberlo olvidado.

—Se presentó un problema —Digo pasándome la mano por mi cabeza jalando mi cabello mientras miraba a mi alrededor.

—Lo sé —Dice. Aprieto la mandíbula—, también vinieron a mi casa.

Doy un suspiro de alivio. Claro que Louren no le diría quien soy. También tendría que decirle quien es ella.

—¿Tienes planes para hoy? —Pregunto. Necesito verla, sentir su mano con la mía y sentir sus labios que me hacen olvidar todo.

—Vee y yo haremos un especial de películas en mi casa, podrían venir Sam y tú.

Me muerdo la lengua al recordar a Sam. Desapareció después de la pelea contra James ¿Qué pasaría con él? ¿también fue la policía para preguntarle acerca de los botes y los jugadores? ¿diría algo acerca de mí? Mi cabeza está hecha un lio.

—Creo que no podre —Respondo.

—Sí, lo entiendo.

Veo como una pareja pasa del otro lado de la calle sin dejar de mirarme. Me doy cuenta que mi ropa es un desastre. No solo está sucia, sino también rota y algo quemada sin mencionar que tengo un corte en mi brazo derecho y el dolor en mi hombro derecho de cuándo caí a más de veinte metros.

—Creo que tengo que irme —Digo levantándome de la banca.

—¿Mañana si te veré?

—No lo sé —Confieso—, creo que debo irme —Digo. No porque no quiera hablar más con ellas, sino porque no quiero que esto parezca una despedida.

Entro a la casa y veo todo tal cual como lo dejamos antes de todo el revuelto con Louren. Entro a la cocina y veo a Talía sentada con una taza de café en sus manos. Me siento en la otra silla. No la miro.

—Bien —Dice Talía con aire de rendición—, ganaste, nos quedamos.

—¿Qué hay de Louren? —Pregunto.

—Ya no tienes que preocuparte de ella.

—Tu.

—¿Me deshice de ella? —Da una pequeña risa—. No. No podría hacerlo.

—¿Cuánto durara esto? —Pregunto. Ya me hacia la idea de tener que irme. Que una vez llegue a casa Talía me regañaría y después tendría que empacar mis cosas y subir al Jeep.

—Eso dependerá de ti.

Veo como se levanta y deja su taza a un lado.Una vez Talía sale de la cocina Obol y Shirunugue entran. No los había visto desdeesta mañana. Acaricio a ambos detrás de sus orejas. Ya son las cuatro de latarde y aun no idea de qué hacer con todo esto. Sin duda será una semanadifícil.


NUEVO CAPITULO SUBIDO.
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Mi nombre es D. | Saga La Voluntad De Uno.Where stories live. Discover now