CAPITULO VEINTIUNO

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Estoy frente a la casa, entre la división del pavimento y el césped del jardín frontal. Mi vista pasa de la calle a mi celular y a las pantallas de los computadores dentro de la casa que veo con mi legado de visión. Ya son las ocho con quince y mi impaciencia solo aumenta al igual que mi preocupación. Mi plan no era solo esperar a Sam, quería esperar para ver esas cuatro luces de un Jeep cuyas ruedas siempre están llenas de barro. Uso mi legado de visión para mirar al menos a dos kilómetros (talvez más) la calle en la que debería venir. A lo lejos veo a Sam pedaleando rápidamente, puedo ver su aliento al exhalar, talvez haya venido así todo el camino. Entro en la casa antes de que llegue, cruzo por la puerta principal pasando a Obol y Shirunugue, camino hasta la sala de estar donde actualizo cada una de las pestañas de información, me centro principalmente en una. La que está rastreando el celular de Talía. Sin resultados, probablemente hayan destruido su celular. Escucho el timbre y me dirijo hacia la puerta, abro la puerta viendo a un Sam casi sudando y jadeando, Sam retrocede al ver a Obol y Shuirunugue.

—No te harán nada solo entra.

Dejo a Sam con la puerta abierta, me dirijo de nuevo hasta las pantallas para actualizar cada una y cerrar una que otra que no creo que Sam deba ver. Sam entra posicionándose a mi lado.

—¿Qué pasa?

—Es Talía, no ha regresado.

—¿A dónde fue?

Abro la pestaña que muestra un mapa satelital que marca con un punto rojo la dirección.

—¿Estás seguro? ¿llamaste?

—Si Sam llame —Digo casi en un grito. Agito mi puño frente a mí, tengo que calmarme—, dijo que llegaría a las ocho y no ha respondido en todo el día.

—¿Por qué no vas con la policía?

—Llevaría mucho tiempo, no tengo todo el día.

Sam no dice nada. Me concentro en las pestañas y el programa que busca su celular.

—Creo que podemos ir.

Aprieto mi puño ante la idea—¿Qué autobús me puede llevar? —Pregunto.

—¿A esta hora? Ninguno, podemos ir en mi auto.

—¿Auto? —Pregunto fascinado, no sabía que Sam tenía un auto, pero eso es lo de menos en este momento, lo que importa es que ahora tenemos un medio de transporte para llegar.

—Está en la cochera, en mi casa.

—Bien iremos hasta allá.

Sam sale de la casa en lo que yo tomo mi chaqueta, me detengo en seco al darme cuenta de que Obol y Shirunugue me están siguiendo. Me agacho poniendo mi peso en toda mi rodilla derecha.

—Ustedes quédense, necesito que están aquí en caso de que Talía llegue.

Obol levanta su pata izquierda poniéndola sobre mi rodilla. Por un momento me siento tonto al hablarles de esta forma. Me despido una última vez antes de cerrar la puerta. Camino hasta Sam.

—No puedo llevarte en mi bicicleta.

Miro la bicicleta de Sam, es cierto su bicicleta es pequeña, no hay forma de que vayamos los dos en eso.

—Correré.

—¿Y tú asma?

—Estaré bien —Digo mientras hago un falso calentamiento frente a él.

Sam asiente y se adelanta, espero uno momento en lo que él se aleja. Tomo atajo por el bosque. Corro esquivando rocas y ramas, incluso tumultos de hojas en lo que corro. En estos momentos agradezco mi legado de visión. Me detengo en seco a unos metros de la casa de Sam, logro ver a Sam apenas llegando a su casa. Me detengo junto a un árbol, debo esperar unos momentos para no levantar sospecha. Avanzo a la casa de Sam apenas los cinco minutos, no podía esperar más no en estos momentos. Golpeo la puerta lo más paciente que puedo. Sam abre de inmediato, inhalo y exhalo de forma exagerada como si acabara de correr el maratón de mí vida. Sam corre hasta la cocina y me trae en un vaso de agua. Lo acepto, aunque realmente no lo necesito. Salgo de su casa y camino hasta su cochera, Sam saca un pequeño control remoto de su bolsillo y lo presiona. La puerta de la cochera empieza a abrirse lentamente, revelando el auto que lograra llevarnos hasta Talía.

—¿Qué es eso?

Miro el frente de la camioneta. Rodeo por un lado la camioneta color naranja, bueno casi naranja, es difícil saber que parte es naranja y que es oxido. La camioneta es de una sola cabina con platón, solo para dos personas, tal vez tres si alguien se acomoda en medio quedando muy apretado. Los neumáticos están bajos de aire, pero aún pueden aguantar. Sinceramente esperaba un auto un poco más normal como una van o un auto deportivo, incluso esperaba una camioneta como la de Jacob, pero ahora no me puedo quejar.

—Solo vamos —Sentencio.

Me subo en el asiento de copiloto en lo que espero que Sam encienda la camioneta.

—¿Qué esperas? —Pregunto impaciente.

—Ehhh.

Me acerco al tablero y veo que el tanque de gasolina está vacío. Me tapo la cara con ambas manos para evitar un grito desesperado y golpear algo, jalo las ojeras de mis ojos en lo que bajo mis manos. Me bajo de la camioneta de mala gana.

—Quita el freno de mano —Le grito.

Empujo la camioneta, Sam maneja para sacarla. Me detengo un momento en lo que Sam vuelve a sacar el control remoto y cierra la cochera. Al principio me doy mi tiempo empujando suavemente pero después la empujo con fuerza, casi pareciera que el carro se mueve por si solo como si no le faltara la gasolina y yo no estuviera empujándola. Empiezo a detener la camioneta jalándola por la parte de abajo mientras entierro mis zapatos en el pavimento en la gasolinera. Después de llenar el tanque e inflar los neumáticos me acomodo en el asiento del copiloto, Sam enciende la camioneta. Saco mi celular que suena en mi bolsillo, lo saco prisa esperando que sea Talía. Miro la pantalla que muestra el nombre "María," probablemente este llamando para saber de Louren, dejo que el celular suene hasta que cesen las llamadas. Doy un suspiro pesado y me paso las manos por el cabello jalando de este con fuerza. Mis manos pasan de mi cabello al volante y a la puerta junto a mí. Sam frena en seco apenas a unos pocos centímetros de un árbol.

—Sam —Digo aun sujetándome del volante y de la puerta—¿Sabes manejar?

—No ¿y tú?   


QUE MEJOR FORMA DE DEJARLOS CON GANAS DE MAS.  :)

NUEVO CAPITULO SUBIDO.

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Mi nombre es D. | Saga La Voluntad De Uno.Where stories live. Discover now