CAPITULO DIECISIETE

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Paso entre la multitud junto a Talía quien sostiene una bolsa llena de dulces. Mis dulces. Seguimos a las tres bandas escolares de las tres escuelas que desfilan todo el camino desde la plaza del pueblo hasta el lago. Una vez llegamos al lago la gente se dispersa alrededor de este. Puedo ver el equipo de pirotecnia en medio del lago junto a un bote de policía. Siento el codo de Talía golpeándome el brazo.

—No hagas trampa —Regaña.

—No estoy haciendo trampa —Le digo.

Claro está que no vendríamos tan fácil. Talía de alguna forma logro dejar mensajes en los juegos pirotécnicos los cuales debo leer y anotar antes de que exploten con el fin de saber si mis nuevos lentes de contacto pueden llegar a intervenir con mi legado. La gente se reúne frente al lago para ver la función de fuegos artificiales. Un espectáculo muy bueno pero muy corto a su vez. Que lastima. Veo las familias con parrillas, agradezco que Talía haya dejado a Obol y Shirunugue en casa porque de lo contrario estaría corriendo tras Shirunugue para que no se coma la parrillada de todo el pueblo.

A lo lejos veo a James Merrys lanzándole petardos al lago y a uno que otro que pasa junto a ellos. Idiota.

—¿Ese es el chico del pueblo? —Pregunta Talía.

—El orgullo del pueblo —Digo imitando la voz y la pose de señor Ferguson.

Veo como James me señala y todo su equipo me voltea a ver riéndose de mí. Talía y yo pasamos de largo ignorándolos por completo. Veo a lo lejos a Sam y lo saludo levantando mi mano al aire. Sam se acerca junto a su madre quien lo acompaña. Por suerte su padrastro nunca viene a las celebraciones del pueblo o de lo contrario estaría borracho haciendo una escena frente a todos.

—Hey —Saludo a Sam chocando nuestros puños.

Talía me da un codazo.

—Talía ella es la señora Peters —La presento—, señora Peters ella es Talía, mi mamá.

—Mucho gusto —Dice la mamá de Sam dándole un saludo de mano—¿No nos hemos visto antes?

Talía niega con la cabeza.

—No creo, aunque puede que nos hayamos encontrado en el pueblo.

Le hago una seña a Sam con la cabeza. Sam y yo nos separamos un poco dejándolas conversar.

—Pensé que no vendrías—Le digo a Sam.

—Mamá se las arregló para hacer algo de tiempo —Responde. Es cierto la mamá de Sam trabaja de cocinera en uno de los mejores restaurantes del condado de al lado.

Caminamos un rato alrededor de las parrilladas. A lo lejos veo a María junto a Vee. María viene hasta nosotros. Mi ritmo cardiaco de acelera cuando la veo acercándose.

—Hola.

—Hola —Digo con una sonrisa.

Sam solo asiente con la cabeza en forma de saludo.

—Pensé que no vendrías.

Me encojo de hombros. Quería invitar a María, pero al final nuca lo hice, no porque no quisiera invitarla, solo no sabía si podría venir ya sea porque algo resultara de último momento o simplemente Talía no me dejara venir.

—Quería ver que tal era.

—Vee y yo iremos a los botes en un rato ¿quieren venir?

—Claro —Respondo.

—En una hora, en el muelle.

—Ahí estaremos.

Veo como María se aleja hasta Vee y se alejan pasando por la multitud.

—Ni creas que pedaleare —Exclama Sam.

—¿Pedalear? —Pregunto.

—Es una carrera —Explica—¿Ves esos botes? —Dice señalando algunos botes que pasan por él lago. Unos tienen forma de cisne, otros de corazón y uno con forma de un dálmata.

—¿Y cuál es el premio?

—Un cupón de descuento en el supermercado. Aunque te lo dan si igualmente pierdes.

—Se oye como un buen premio.

Sam rueda los ojos.

Sam se va con su mamá a los pocos minutos que la gente empieza a regresar a sus casas.

—¿Seguro que quieres quedarte? —Pregunta Talía.

—Si—Respondo asintiendo—Quiero ver los otros juegos temáticos.

—Bien—Dice subiendo al Jeep —Solo no rompas nada.

Ruedo los ojos. Puede que casi rompiera el juego de golpea al topo, pero no quiere decir que vaya a dañar los demás juegos.

Me paro junto al muelle esperando a que María y Vee lleguen. Busco con la mirada a Sam y lo veo a un lado observando los botes. Me acerco hasta él y Veo a María y a Vee llegando.

—Hola —Digo.

María me devuelve el saludo mientras Vee solo me fulmina con la mirada.

—Creo que somos los últimos —Dice Sam viendo la entrada donde debería haber una fila.

—¿Qué les parece una apuesta? —Propone Vee.

Su voz es venenosa. Algo no me gusta.

—¿Qué clase de apuesta? —Pregunto.

—El que pierda tendrá que hacer lo que el otro le diga, sin objeciones.

Creo que ahora entiendo la apuesta. Ella no me quiere con María, de hecho, no quiere a nadie con María solo la quiere solo para ella. Miro a Sam para ver si está de acuerdo, pero solo me responde encogiéndose de hombros.

—Bien —Digo finalmente.


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Mi nombre es D. | Saga La Voluntad De Uno.Where stories live. Discover now