CAPITULO DOCE

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—¿Listo? Ahora

Concentro mi fuerza en las latas sobre el tronco que Talía corto. Nada, no se mueven. Doy un suspiro pesado. Ya llevamos tres horas y las latas aún no se mueven.

—Tal vez estés muy lejos —Dice Talía.

—Estoy a un metro y medio —Digo con aire de decepción.

Me tumbo en el césped. Ya no quiero seguir con esto.

—Tus manos.

Miro mis manos y veo que están prendidas. Otra vez. Sacudo mis manos apagándolas.

—Vamos, ya casi lo logras.

—Ni siquiera puedo controlar mis llamas ¿Cómo quieres que use telequinesis? Tal vez ni siquiera la tengo.

—Tus flamas están conectadas a tus emociones, tan solo debes controlarte.

Miro mis manos. Intento prenderlas. Nada. Obol se me acerca y lame la palma de mi mano derecha.

—Ten, esto talvez ayude.

Atrapo la bolsa plástica con mi mano. La abro para mirar su contenido ¿qué es esto?

Salgo de mi habitación y me dirijo a la sala donde esta Talía.

—¿Cómo te sientes?

Miro mi vestimenta nueva: unos zapatos deportivos, camisa térmica y unos guates de cuero negro demasiado gruesos.

—Me siento ligero —Digo. Es raro tener ropa normal, tan ligera.

—Será mejor que te vayas o se te hará tarde.

No necesito preguntar para saberlo. Tomo mi mochila y la miro esperando que vayamos hasta el Jeep.

Ella me mira con una sonrisa en la cara —Adiós.

—¿No me llevaras?

—Creo que puedes correr hasta la escuela, te será más rápido por el bosque —Dice seguido que me arroja un GPS portátil con un camino ya marcado.

—Es broma, ¿no?

—No, que te vaya bien —Dice con una sonrisa

—¿Y qué pasa si mis manos se prenden o me da un ataque?

—Estarás bien. Por cierto, comprare un nuevo celular ¿te traigo uno también?

—No hará falta, lo recuperare.

—No quiero que me llamen —Me advierte.

Salgo de casa sin decir nada, después de todo fue su idea el que fuera a la escuela.

Llevamos caminando media hora. Shirunugue va a la delantera mientras Obol camina a mi lado. Faltan quince minutos para que empiecen las clases. Obol empieza a acelerar el paso y lo sigo. Pocos minutos después estamos trotando. Me mantengo calmado y acelero el paso, veo como mis dos acompañantes peludos empiezan a correr. Siento la necesidad de acelerar el paso, sentir el viento en mi cara más fuerte. Corro lo más rápido que puedo, la ropa ligera se pega a mi mientras los arboles a mi alrededor pasan junto a mí en un borrón. Me detengo en seco enterrando mis pies en la tierra al ver ya la parte trasera de la escuela. Un arbusto se sacude y de él salen Obol Y Shirunugue.

Miro a mis dos acompañantes y les acaricio detrás de sus orejas.

—Supongo que aquí nos separamos.

Ellos me miran y toman camino nuevamente por el bosque.

Me adentro en la escuela mezclándome entre los estudiantes. Me acerco al casillero que veo por primera vez; color azul con algo de oxido en la esquina izquierda. Introduzco la clave del casillero y jalo de la perilla. Nada, intento nuevamente pero el casillero no se cede. Jalo desesperadamente de la perilla cundo siento un empujo a mis espaldas haciendo que mi frente choque contra el casillero. Sobo mi frente con mí mano. Veo al super atleta con su chaqueta de futbol alejándose mientras que él y sus amigos se ríen de mí. Aprieto la mandíbula y camino hasta él, pero un brazo se interpone en mi camino, miro de quien es el brazo y veo al chico del telescopio. Siento como mis manos sudan bajo mis guantes. Tengo que calmarme. El chico del telescopio golpea la perilla y el casillero se abre.

—Perilla oxidada —Me dice.

Miro el casillero y después el pasillo por la dirección en la que se fue el super atleta.

—Es mala idea —Dice mientras abre el casillero junto al mío—, su padre es el sheriff y su hermano mayor campeón de lucha libre, no queras meterte con él.

Doy un bufido molesto. Ya de nada me serviría seguirlo ahora.

Entro al salón de clase de astronomía y veo a María. Ella me fulmina con la mirada. Me siento en la parte de atrás. El chico del telescopio se sienta junto a mí. Al abrir su mochila se le cae un lápiz. Me agacho para recogerlo y se lo paso.

—Gracias por lo de antes —Digo pasándole el lápiz—, soy D

—Daniel Oconer, lo sé —Me interrumpe—, Soy Sam.

La señora Harris entra dando inicio a la clase de astronomía.

El receso inicia. Sam y yo nos formamos en la fila del comedor. Una vez tengo mi plato Sam y yo caminamos hasta un comedor del fondo. Un montón de gente bloquea el paso me abro paso entre la multitud llegando hasta el causante de la conmoción. Veo a María frente a la rubia que no me dejaba de coquetear en clase.

—Espera —Le digo. Sam me mira y luego a María.

—Tú no eres más que una enferma —Dice la rubia señalando a María—, Y tu—Señala a Vee—, solo eres una rara.

La rubia toma un pudin de su platón lleno de comida y se lo unta a María esparciéndolo por todo su Sweater color rojo.

Solo se escucha un "uhh" por parte de la multitud. Veo como Vee aprieta su puño está a punto de golpearla.

Me acerco a la rubia con platón en mano y le esparzo mi comida en su uniforme de porrista. Abro la caja de Leche y lo riego en su cabeza. Todos se quedan boquiabiertos.

—Ups, perdona no te vi —Digo con la pena más falsa del mundo.

Ella me mira con una perfecta "o" en su boca. Me mira y luego a la multitud. Se quita lo que puede de la comida de su uniforme y se va abriéndose paso entre la multitud.

La multitud se dispersa. Me siento con Sam en el comedor de fondo. Hay un silencio incomodo en la mesa hasta que Sam lo rompe dejando su comida a un lado.

—¿La conoces? —Pregunta.

—¿A la oxigenada?

—No, a María.

—Algo así ¿tú la conoces?

—Todo el pueblo la conoce. María Servamp la niña enferma, así es como la llaman.

—Que apodo tan estúpido —Digo.

Sam se encoge de hombros. Doy un suspiro. Estoy a punto de decir algo cuando un platón lleno de comida cae en mi cabeza. Veo a Sam limpiando sus lentes de la pasta gris que sirven en la cafetería.

—¿Qué demonios? —Grita Sam. Miro por sobre mi hombro y veo al equipo de futbol riéndose. Me levanto y me dirijo al equipo de futbol. Veo al super atleta en medio de ellos.

Una mano me sujeta del hombro. Un gordo pecoso de cabello ondulado. Quito su mano de mi hombro y le doy un golpe en el estómago dejándolo en el suelo. El resto del equipo se pone de pie.

—¡Ustedes! —Miro por sobre mi hombro y veo a la señora Elizabeth. La maestra de historia—, con el director ¡ahora!



NUEVO CAPITULO SUBIDO !!ESPECIAL DE 10K LECTORES Y CLASIFICACIÓN #9 EN CIENCIA FICCIÓN¡¡

NO OLVIDEN QUE SUS VOTOS SIEMPRE ME AYUDAN, TAMBIÉN PUEDEN COMENTAR QUE LES PARECE LA HISTORIA.

UN SALUDO ESPECIAL A LA GENTE DE MÉXICO, ESPERO SE ENCUENTREN BIEN 

Mi nombre es D. | Saga La Voluntad De Uno.Where stories live. Discover now