Capitulo 5

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-Será interesante dormir en un ascensor. Contigo. –Declaró él. –Será mejor que te pongas cómoda. –Le dijo.

Estoy cómoda. –Contestó, sabiendo perfectamente que no era verdad. Seguía con aquel moño, con sus tacones y con su chaqueta.

Si tú lo dices. –Replicó, escéptico, mirándola con el ceño fruncido mientras se sentaba en el suelo del ascensor. –A ver. ¿Qué podemos hacer? –Comenzó a decir mientras pensaba.

Podemos sentarnos en el suelo, respetando el espacio y la privacidad de cada uno. –Contestó hostilmente, sentándose en una de las esquinas del ascensor, abrazándose a sus rodillas.

O podemos hacer que el tiempo pase más rápido... Una vez leí qué cosas se pueden hacer cuando estás encerrado en un ascensor.

– ¿Ah, sí? ¿Qué?

–Jugar, pero no hay juegos. Leer, pero no hay luz. Escuchar música, pero no creo que te guste la que tengo en el celular. –Hizo una leve pausa, aclarándose la garganta. – Tener sexo, pero creo que no vas a querer. –Dijo lentamente, observando su reacción, pero al ver que ella no movía ni un solo músculo, descartó aquella opción. –O contar historias y anécdotas... Creo que nos iremos por esa. ¿Quién empieza? ¿Tú o yo?

–Tú. –Contestó en un susurro.

Él comenzó a hablar, Anastasia solo se limitaba a escuchar aquella historia. De vez en cuando sonreía o hacía un breve comentario. Lo cierto era que aquella anécdota la estaba haciendo olvidar que se había quedado encerrada en el ascensor. Cuando él le contó que se había caído al lago, al ir a pescar con su hermano y padre, no pudo evitar soltar una sonora carcajada. Él se quedó allí, escuchando el sonido de su dulce risa, sonriendo al oírla.

Tienes una risa hermosa. –Le informó, escuchando cómo ella paraba de reír.

–Gracias. –Susurró levemente.

Esa es mi historia. Vienes tú.

Realmente no tengo nada interesante qué contar.

Todos tenemos algo interesante que contar. –Declaró él.

Pero no todo lo interesante suele ser bonito o agradable.

Bueno, cuéntame lo que sea. Así no sea bonito. –Contestó. –Honestamente creo que lo peor que pudo haberte pasado ha sido que una navidad no recibieses la Barbie que querías. –Agregó con cinismo.

– ¿Eso es lo que piensas de mí? –Preguntó, dándose cuenta de la clase de imbécil que tenía enfrente. Inmediatamente el ambiente relajado que habían tenido hasta ahora, comenzó a verse afectado.

Sí. Si te soy honesto me pareces la típica princesita que hace berrinches al no obtener lo que quiere. –Anastasia entrecerró los ojos con furia al oír cada palabra.

Vale, tienes razón; lo peor que me pasó fue que en mi cumpleaños número diez no recibí lo que quería. –Contestó, soltando un bufido.

– ¿Y qué era lo que querías? –Preguntó con notas de cinismo en la voz.

Una familia. –La nueva línea de Barbies que había salido para esa entonces. Papá no me la compró y yo lloré como nunca. ¿Feliz? ¿Eso cumplió tus expectativas?

Siempre lo supe, siempre supe que eras una vanidosa de primera, una materialista.

– ¿Y si lo soy qué? –Lo retó.

Las Heridas Del PasadoWhere stories live. Discover now