Capitulo 18

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-No fue nadie. -Susurró, diciéndole la verdad.

-Anastasia, dime la maldita verdad. -Se acercó a ella.

-Esa es la verdad. -Contestó con un hilo de voz al verlo así. Christian tomó una de las manos de ella, agarrándola y plantándole un suave beso mientras la miraba a los ojos.

-No quiero que nadie te lastime. -Susurró más calmado.

-Nadie me ha lastimado.

-Averiguaré quién te hizo esto, Anastasia. Y lo pagará caro. -Le prometió, amenazante, pero a pesar de aquello, la miraba con ternura.

-¿Podría seguirme, señorita? -Le preguntó el médico, volviendo al cubículo. -Le haremos unos rayos equis.

-De acuerdo. -Susurró, colocándose de pie, perdiéndose por el pasillo con el doctor.

***

-¿No planeas decirme la verdad? -Le preguntó él, ya en el auto.

-Me lo hice yo misma. -Susurró, mirando por la ventana. Aquel golpe había estado muy cerca de romperle uno de los huesos, pero afortunadamente, no tuvo la fuerza necesaria.

-¿Qué dijiste? -Preguntó, dando un frenazo.

-Me lo hice yo.

-¿Por qué? -Preguntó asombrado, mirándola fijamente.

-Estaba molesta.

-¿Por?

-Por una bobería.

-No te habrías hecho tanto daño por una bobería. ¡Casi te fracturas!

-Se me fue la fuerza. -Christian se soltó el cinturón de seguridad y se giró en el asiento.

-Mírame. -Le pidió. Anastasia tomó aire e hizo lo que le pedían, él colocó ambas manos en las mejillas de ella. -Prométeme que no volverás a lastimarte de esa manera, Anastasia.

-De acuerdo.

-¿Me lo prometes? -Preguntó, besándole las manos. -Te lo prometo. -Susurró, viendo en sus ojos grises un destello de ternura y... No. No. No era un destello de amor. Seguro el medicamento que le había dado el doctor la estaba haciendo alucinar. Seguro. Mierda. Aquello era una droga alucinógena. - ¿Qué te pasa? -Preguntó él al ver su expresión.

-Nada. Creo que el sueño me está afectando.

-De acuerdo. -Él volvió a colocarse el cinturón de seguridad, continuando con la marcha. Tras unos pocos minutos ya estaba de nuevo en el conjunto residencial donde vivía Anastasia. -Es más que obvio que no tienes porqué ir a trabajar. -Le informó, mirando su reloj. -Son las tres de la madrugada.

-No importa, sí iré. Gracias por todo, Christian. -Le dijo, plantándole un rápido beso en los labios, para después bajar del auto.

**

No pudo cumplir su palabra. Se despertó a eso de las diez de la mañana. Primera vez que dormía tanto. Decidió esperarse hasta almorzar para después ir al bufete a eso de la una.

Y así fue.

Llegó directo a su oficina, pues no quería ver a nadie. Ni siquiera a Christian. Si lo veía, no iba a poder hacer lo que tenía planeado; terminar su relación.

¿Tenía que hacerlo? No. ¿Debía hacerlo? Sí, por desgracia sí.

****

Christian había salido de la clínica con una sonrisa en su rostro, su padre estaba mejorando considerablemente. Había hablado con él y por fortuna no se había puesto a contarle distintas historias cursis. Intentó llamar a Anastasia, dándose cuenta de que ella ya no tenía celular y por desgracia, no se sabía el número de su apartamento.

Las Heridas Del PasadoWhere stories live. Discover now