Capitulo 22

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Subió hasta la azotea del bufete, necesitaba aire fresco, necesitaba respirar, necesitaba pensar. Comenzó a observar el cielo, dándose cuenta de que pronto vendría una tormenta, se acercó al borde del lugar, asomándose y observando cómo los autos pasaban por allí.

– ¿Qué haces aquí? –Preguntó Christian, ella se giró para poder verlo.

No lo sé. Vine a... Pensar, supongo, a despejarme un poco.

–Anastasia.

–No. Christian, vine a pensar y...

–Ella es solo una amiga. 

–Bien. –Contestó, mientras se alejaba para mirar por el borde la azotea de nuevo, después sintió cómo Christian la abrazaba por detrás y supo que ya no podría pensar. Cuando estaba con él, simplemente todo pensamiento lógico y cuerdo quedaba deshecho.

–Te lo prometo. –Colocó su mentón sobre la cabeza de ella, mientras la rodeaba con sus brazos.

Te creo. –Le dijo secamente.

– ¿Segura?

–Sí. – ¿Por qué era tan celosa? ¿Por qué era tan desconfiada? Definitivamente le chocaba ser así, pero quizá simplemente estaba tratando de cuidar algo que iba a perder tarde o temprano. Quizá... Quizá... No creía que Christian se quedara mucho tiempo con ella.

– ¿Quieres bailar?

– ¿Qué? –Contestó asombrada. ¿Bailar? ¿En la azotea del bufete? ¿Sin música y... –Escuchó como un trueno resonaba por todo el lugar–...con un clima fatal?

–Bailar, ya sabes. –Christian la giró, de modo que quedaron cara a cara y la pegó a su cuerpo.

–No hay música. –Dijo con una sonrisa.

–La música puede estar en tu mente. Vamos. –Christian comenzó a moverse lentamente, primero un paso hacia adelante, otro hacia atrás, bailando lentamente, suavemente. Sujetó de la cintura a Anastasia, mientras agarraba una de sus manos y dejaba que un ritmo mental guiara sus pasos. Anastasia comenzó a seguirle el ritmo y ambos comenzaron a bailar allí. Ella cerró los ojos, entregándose por completo al placer que le producía estar entre sus brazos. Se movían como uno solo, siguiendo el compás de un ritmo que ambos tenían en su mente. Un ritmo de una especie de balada.

La lluvia se soltó, comenzando a mojarlos, mientras ambos seguían bailando, mientras ambos estaban en su mundo, lejos de la lluvia, lejos de cualquier pensamiento, lejos de... De todo. En un mundo donde solo existían ellos dos. En su mundo.

Anastasia jamás había bailado de esa forma, quizá porque jamás se había sentido tan cómoda en su vida, porque jamás se había sentido tan cómoda y segura con un hombre. Christian le proporcionaba toda una paz interior, toda una calma. Él era su refugio, con él sentía que nada podría pasarle, con él sentía que estaba a salvo de cualquier peligro.

La misma música al parecer estaba en sus mentes, Christian corrió su mano a la espalda de ella, mientras que Anastasia echaba su cabeza hacia atrás, bajándola lentamente, haciendo un puente con su espalda. Lo hizo y lo hizo porque sabía que Christian estaría allí para sujetarla, para sostenerla. Después se enderezó y abrió rápidamente los ojos, mientras mostraba una sonrisa.

Bailas muy bien. –Dijo él.

–Solo porque estoy contigo. –Contestó, mientras colocaba una de sus manos en el pecho de él, pegándose más a su cuerpo, sintiendo cómo ambas manos de él se posaban a ambos lados de su cintura. Lentamente su ritmo fue cesando, hasta quedarse quietos, bajo la lluvia, abrazándose, Anastasia colocó su cabeza en el pecho de él, deleitándose con su olor. Mientras Christian la abrazaba, oliendo su cabello.

Las Heridas Del PasadoWhere stories live. Discover now