Capitulo 25

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Le dieron una máscara que combinaba con su vestido, era del mismo azul. Comenzaron a formarse los grupos, cada uno hablando de temas que para ellos, eran interesantes y Anastasia se quedó sola, pues Jose y Kate desaparecieron mágicamente.

Vaya, hermanita, al parecer estás disfrutando este baile mucho más que yo. –Dijo mientras agarraba una de las copas y comenzaba a darle unos sorbos. Un par de copas más, y una poca tolerancia al alcohol hicieron que Anastasia terminase acercándose al grupo de Christian y aquella rubia, encontrándose allí a Carrick.

Buenas noches. –Les dijo, notando cómo Christian se tensaba. –Señores Grey. –Saludó a Christian y a Carrick.

Buenas noches. –Contestaron ellos.

– ¿Cómo la está pasando, doctora? –Le preguntó su jefe.

Muy bien, Señor Carrick, excelente en realidad. –Susurró con unas gotas de sarcasmo en su voz, mirando fijamente a Christian y mostrándole su copa.

Me alegro, ese es el propósito. Quiero presentarles a varios amigos de la familia. –Le dijo él. –Fernanda Valera. –Señaló suavemente a una dama de unos cuarenta años, quien le mostró una sonrisa y le extendió la mano. –Es la contadora de la familia. –Posteriormente presentó a unos cuantos más; el primo de Christian, la tía de Christian y... Honestamente no prestó mucha atención, solo quería que le presentasen a la rubia.

Yo soy Leila, mucho gusto. –Se presentó aquella mujer, con algunos destellos de cinismo en sus ojos verdes, extendiéndole la mano.

Anastasia Steele. –Contestó ella, mirándola con los ojos entrecerrados.

Ya pronto comenzará la subasta. Christian, Leila, será mejor que verifiquemos que todo vaya en orden. –Les dijo Carrick.

– ¿Por qué no lo hacen los criados? Para eso se les paga. –Contestó aquella rubia, provocando que todos la mirasen.

Porque están muy ocupados y nada nos cuesta ayudar. –Contestó Christian, con frialdad en su voz, halándola suavemente del brazo, yéndose de allí con ella y su padre, dejando a Anastasia con un sabor agrio en la boca. Posteriormente aquel grupo se dispersó, haciendo que ella volviese a quedar sola.

– ¿Qué hace usted tan sola, señorita? –Se giró lentamente, hasta encontrarse con Elliot.

Doctor Grey.

Doctora Steele. –Contestó mientras hacía una reverencia totalmente dramática y ridícula. Anastasia puso los ojos en blanco. –No contestó a mi pregunta.

– ¿Cuál era? –Preguntó desinteresadamente mientras tomaba otro sorbo de su copa.

– ¿Qué hace una dama tan... hermosa...–La miró de arriba a abajo, deteniéndose por exagerado tiempo en su escote. –...sola?

–No lo sé. –Dio otro sorbo a su copa, mientras trataba de calmarse un poco, seguía odiando que hombres como ese la miraran de esa forma. ¿Dónde estás, Christian desaparecido inoportunamente Grey?

– ¿Quiere que le haga un poco de compañía?

–Sinceramente, me da igual. –No quería ser grosera porque simplemente era el hijo del jefe, pero estaba deseando darle una patada por patán.

Lo tomaré como un sí. –Contestó con una sonrisa.

Maldita sea.

Elliot se había acercado a Anastasia por simple interés. Hacía ya mucho que su cama estaba totalmente fría y no iba a perder la oportunidad de calentarla por esa noche. Y de hacerlo precisamente con ella. Sabía que ya la apuesta la había ganado Christian, él mismo le había dicho que se había llevado a Anastasia a la cama, y bien, tendría que darle sus acciones pero aun así quería probar la... mercancía que había sido utilizada por su hermano. Sabía que si lograba acostarse con ella y él se enteraba, se iba a poner colérico.

Las Heridas Del Pasadoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن