Capitulo 29. Maraton 3/3

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Llegó a su casa, empapada y hecha un mar de lágrimas. Nunca algo le había dolido a tal punto, y fue cuando comprendió que estaba más enamorada de Christian de lo que esperaba. Al verla así Miguel se limitó a abrazarla, no le preguntó nada y así era mejor. Ella no quería contestar a preguntas incómodas.

–Todo estará bien. –Le susurró. Pero, esas palabras no reconfortaron a Anastasia, quien se recostó en el pecho de su hermano, llorando totalmente, sacudiéndose en una ola de violentos sollozos.

La nochebuena llegó y lejos de sentir toda la paz y felicidad que debería sentirse en esa época, sentía todo lo contrario. Miguel trató de levantarle el ánimo y durante todo el día ella tuvo una sonrisa falsa en su rostro, su hermano merecía pasar una navidad semi-decente, no estar al lado de una amargada. Ese día decidieron salir a dar una vuelta, incluso fueron al jardín botánico. Llegada ya la noche Anastasia se encerró en su cuarto, con Atenea recostada en su vientre. Así había decidido ponerle a su nueva compañera.

Por un lado estar junto a su mascota era agradable, relajante, pero por el otro, le traía recuerdos de Christian. Al llegar al apartamento ella había arrojado a la basura el collar de su perra en donde estaba la propuesta de matrimonio de él. Quería buscar otro trabajo, quería alejarse de Christian, pero era navidad y no había muchos anuncios en el periódico solicitando abogados, así que le tocaría esperar. Con suerte podría irse del bufete para finales de enero. No quería tener que trabajar codo a codo con él después de lo que había pasado. Claro que no.

Sabía que era una imbécil al darse cuenta de que seguía esperando la llamada de Christian, una en donde dijera que en realidad la quería... O no, quizá estaba esperando que él le diese su lugar, que le demostrase aquel "amor". Pero eso no sucedía. Ni sucedería.

La navidad pasó, el año nuevo pasó y Miguel tuvo que irse a visitar a Susana, dejando a Anastasia sola. Y así quería estar, por lo menos por ahora; sola.

Después de unos días, Kate llegó al apartamento y Anastasia tuvo que fingir que todo andaba bien, no quería arruinarle la alegría a su hermana, quien al parecer, la había pasado excelente en Colombia. Ella se había sorprendido al ver a Atenea, Anastasia le inventó que Miguel se la había regalado. Kate le entregó unos cuantos regalos y se encerró en su cuarto a hablar con Jose por teléfono, dejando a Anastasia en la sala, sola y con una sonrisa de resignación en el rostro.

Las vacaciones se acabaron, tuvo que volver al trabajo. Escogió uno de sus trajes antiguos, mezclándolo con los nuevos, colocándose un pantalón negro de bota ancha, con una camisa de seda blanca, la cual era prácticamente nueva, tenía cuello tortuga, de donde partían una especie de tiras gruesas que podían amarrarse un poco, cayendo así libremente por toda la prenda, la cual tenía una especie de hueco en la parte superior, lo que dejaba mostrar una leve parte de su pecho, en el caso de ella se observaban sus pecas. Debido al frío decidió colocarse su abrigo color crema. Y al verlo sintió una punzada de dolor. Lo había usado el mismo día en que había terminado con él.

Decidida a no empezar aquel día mal, fue al espejo tras colocarse sus tacones de diez centímetros, para comenzar a maquillarse. Había aprendido a volver a acostumbrarse a esa rutina desde que había iniciado su relación con Christian, quería verse hermosa para él, pero... Ya no, simplemente lo hacía para que él no creyese que había vuelto a ser la de antes por lo que le había hecho.

Pero, ¿exactamente qué le había hecho?

Ah, sí, romperle el corazón.

Tras colocarse rubor, rímel, lápiz para ojos y brillo, peinó sus rizos, colocándose un broche también negro del lado derecho, recogiendo un poco su cabello, mientras que en el lado opuesto caía libremente. Observó su reflejo en el espejo. Le gustaba. Se sonrió a sí misma, para después colocarse unos pendientes que le había regalado su hermana, eran blancos también, en forma de lágrima, de unos dos centímetros. Lo que le daba ese toque de elegancia. Se echó su perfume favorito, que había comprado en estos días; "Cielo". Su suave y dulce olor se esparció por toda la habitación, impactando en contra del cuello de Anastasia, perfumándolo. Se echó unos cuantos sprays también en sus muñecas. Después de aquello fue a la sala, agarró su bolsa y maletín, tomó un sorbo de agua y tras despedirse de su hermana y mascota, tomó rumbo a su trabajo.

Las Heridas Del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora