Capitulo 8 Maraton 1/?

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En realidad no sabía cómo podían hablar tanto sin aburrirse. Juntos vieron cómo el día se aclaraba. Las estrellas comenzaron a irse, dándole paso al sol.

Bueno, lo mejor será que nos demos un baño. –Comenzó a decir él, colocándose de pie, extendiéndole la mano para que ella hiciese lo mismo.

Tienes razón. Mientras lo hago, ¿por qué no aprovechas y llamas al aeropuerto? Quizá ya estén saliendo los vuelos. –Le sugirió ella, colocándose de pie.

– ¿Y por qué mejor no nos bañamos juntos, para ahorrar agua? –Susurró seductoramente. Ella abrió sus ojos como platos al darse cuenta de lo que le estaba sugiriendo. ¡Oh, vamos! Habían pasado una noche encantadora, simplemente charlando de trivialidades de la vida, y... ¿Y ahora él le sugería aquello? ¿En serio?

– ¿Por qué no dejas de decir estupideces? –Contestó hostilmente, dándose media vuelta, yendo al baño y dando un portazo. Asegurándose de cerrar con seguro.

*****

Al salir del baño, tuvo la fortuna de no encontrarse con Christian. El imbécil había tenido la astuta idea de irse. Ella se vistió y colocó otro de sus vestidos informales. Este era entre amarillo y color mostaza en la parte que cubría sus senos, pero después, la tela que caía libremente por todo su cuerpo, era blanca con algunas rayas diagonales azules, anaranjadas y verdes. Esta vez, su cabello estaba recogido en una cola alta.

Volvió a tomar el mismo camino del día anterior, llegando de nuevo a la academia. Entró, encontrando a Raúl dirigiendo a los niños de la otra vez. Uno de ellos la vio y la señaló, él se giró y al verla, la saludó con una deslumbrante sonrisa.

Qué gusto volver a verte aquí. –Le dijo, haciendo una reverencia.

–Lo mismo digo. –Contestó con una sonrisa.

Hoy vamos a bailar música más movida. ¿Te quedarás?

No sé bailar ese género. –Susurró.

– ¿Y para que estoy yo? Para enseñarte. –Le informó con otra sonrisa.

****

– ¿Estás cansada? –Le preguntó él, arrimando un poco la silla, sacándola de la mesa, permitiendo que ella pudiese sentarse.

Algo, pero fue divertido. –Contestó con una sonrisa, sentándose.

Sabes bailar muy bien, eh. –Le comunicó.

Hice lo que podía. La música electrónica o como sea, no es de mi gusto. –Susurró.

–Pero lo hiciste perfecto. –Le dijo con una sonrisa.

Uno de los meseros se acercó, tomándoles la orden. La comida llegó en unos cuantos minutos, y al finalizar el exquisito almuerzo, observaron cómo algunas parejas se colocaban de pie y comenzaban a bailar en un pequeño espacio que había allí.

– ¿Vamos, señorita? –Le preguntó en tono amable, colocándose de pie y extendiéndole la mano.

Estoy cansada. –Susurró.

–Vamos. –La animó. Ante tal amabilidad, ella se colocó de pie, agarrando su mano, llegando al pequeño espacio, comenzando a moverse al ritmo de una salsa.

Bailaron por unos cuantos minutos, de vez en cuando él le decía unos chistes al oído y ella se reía como una tonta. Sin embargo, no pudo evitar sentirse incómoda ante la cercanía de Raúl, además de sentir sobre ella una mirada intensa. Terminaron de bailar y al tratar de volver a su mesa, Anastasia sintió cómo alguien la halaba del brazo. Ella se giró, para encontrarse con Christian.

Las Heridas Del PasadoWhere stories live. Discover now